COMENTARIO: Nuevamente el siglo XXI nos lleva a un viaje ancestral de hace milenios. Seguro que la mayoría de la gente de El Viso se habrá reído viendo las muestras de religiosidad animistas de tribus primitivas. Si embargo asisten sin sonrojo al nombramiento de una escultura como regidora perpetua del pueblo, cual si esa imagen tuviese capacidad para resolver sus problemas. Suele ser la incapacidad de los políticos de turno para llevar a cabo sus funciones públicas, las que llevan a estas prácticas teocráticas, donde la creencia en una divinidad, sin mediar elección alguna, se convierte en la titular simbólica del poder político. Además, es un abuso y una vulneración del derecho a la libertad de conciencia, de un sector de población que no tiene por qué asumir esas creencias, que en el ámbito privado es cosa de cada cual, pero el ámbito público es de todos y no puede identificarse con una creencia particular.
En una multitudinaria misa presidida por el obispo, Demetrio Fernández, el Ayuntamiento de El Viso ha nombrado a la patrona Santa Ana alcaldesa honorífica y perpetua. El alcalde le colocó el bastón de mando y le impuso la medalla de oro de la localidad.
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