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Salta (Argentina): Un grupo de padres proponen incumplir la ley para que sus hijos asistan en horario escolar al Milagro en la catedral

La ausencia de estudiantes en la Catedral de Salta durante las horas de clase ha puesto en guardia a los sectores más conservadores de la sociedad salteña, que proponen desobedecer la sentencia judicial que prohíbe a las escuelas y colegios públicos llevar a los alumnos a la Catedral durante las horas de clase.

Un grupo de padres reclama al gobierno provincial que los niños de las escuelas de Salta, acudan con su establecimiento y en horario escolar a la celebración de la fiesta del Milagro, en abierta contradicción con lo que ha resuelto la Corte Suprema de Justicia de la Nación el pasado mes de diciembre.

Según la publicación del diario salteño, el señor Castellón ha dicho: «Queremos que nuestros hijos, junto con sus escuelas, puedan visitar en este tiempo del Milagro la Catedral como todos los salteños lo hicimos siempre».

En principio, ninguna norma jurídica, ningún pronunciamiento judicial, impide a los hijos del señor Castellón, o a los de cualquier otro, visitar la Catedral en tiempo del Milagro, con sus escuelas o sin ellas. Lo que, al parecer pretende el señor Castellón es ahorrarse el trabajo de pagar el colectivo y el de llevarlos en persona a sus hijos al templo, para que se encuentren allí con otros compañeros suyos.

Pretende también que los escolares salteños -cuyo rendimiento en matemáticas y otras materias se encuentra por debajo de cualquier mínimo- abandonen sus clases normales para trasladarse a la Catedral, cuando bien lo podrían hacer cuando no asisten a la escuela, en compañía de sus padres, como corresponde a toda sociedad cristiana que bien se precie.

En otro pasaje de sus declaraciones, el señor Castellón sostiene que la sentencia de la Corte Suprema afecta solo al nivel primario de la educación pública salteña y que, por tanto, los estudiantes secundarios deberían ir a la Catedral. Su postura contradice abiertamente la Constitución provincial, que considera a la enseñanza pública salteña integrada por todos los niveles educativos, y la postura de la ministra de Educación, señora Analía Berruezo, que ha defendido siempre el carácter sistémico de la educación pública salteña.

Pero lo que más ha sorprendido de la declaración de este padre es su afirmación de que la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación impide a la Iglesia «celebrar tranquila la fiesta de sus santos».

Es evidente que el mandato judicial se dirige a los poderes públicos salteños, pero no a la Iglesia que, con la tranquilidad que acostumbra, seguirá celebrando felizmente sus festividades como lo viene haciendo desde hace unos dos mil años.

Resulta increíble que alguien pueda pensar que la ausencia de escolares en la Catedral pueda provocar problemas a la Iglesia, como increíble resulta que se esgrima como argumento a la «cultura» de una sociedad para justificar la desobediencia a las leyes y a las resoluciones judiciales.

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