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Salman Rushdie pide libertad de expresión en la era digital

Ésta es una era apasionante por la existencia de "herramientas muy útiles" como Internet, pero son también tiempos difíciles "porque la gente vive asustada y si alguien tiene una opinión fuerte le llaman controvertido cuando todo el mundo debería poder elegir lo que quiere decir o lo que piensa". Salman Rushdie sigue clamando por la libertad de expresión tras dos décadas de vida en la clandestinidad y protegido por fuertes medidas de seguridad por culpa del aún vigente edicto religioso del ayatolá Jomeini, que puso precio a su cabeza (cuatro millones de dólares) por blasfemar supuestamente contra el profeta Mahoma. El autor de Los versos satánicos ve aún escaso el derecho a decir lo que uno piensa en esta era digital que revolucionó y ensanchó las comunicaciones.

Rushdie (Bombay, 1947) acudió ayer a A Coruña para participar en el décimo congreso mundial de semiótica con una cerrada defensa de la novela y su "fortaleza en la revolución comunicativa global". "La literatura dura más que el escándalo", aseguró el escritor británico de origen indio, que aspira a convertirse en un autor inmortal. "Espero que mis libros estén en las estanterías de los clásicos y permanezcan allí", señaló al insistir en que "ningún libro sobrevive 200 años por accidente, sólo lo consigue si cuenta algo interesante".

Y para Rushdie, aunque la condena del ayatolá iraní sigue obligándole a vivir huido, es una satisfacción que 20 años después, Los versos satánicos "se empiecen a leer como un libro normal". "Yo no creé la controversia y muchos de los que criticaron el libro no lo habían leído", reivindicó un autor que se declara "harto" de la política y alejado de la religión, aunque ambas son abordadas en gran parte de sus novelas. "Yo soy un 20% política y un 80% literatura, pero vivimos unos tiempos en los que la política interfiere en la vida privada de todo el mundo y en los que la religión se convierte en el tema de todo", lamentó.

El escritor británico, del que se acaba de publicar la versión castellana de su último libro, La encantadora de Florencia, ultima el lanzamiento para 2010 de su próxima obra, Lucas y el fuego de la vida, y prepara la primera adaptación al cine de una de sus novelas, la premiada Hijos de la medianoche (1980).

Pese a haber protagonizado breves apariciones en películas como El diario de Bridget Jones o Peter's friends, Salman Rushdie siempre rechazó todos los proyectos para llevar a la gran pantalla una de sus historias de realismo mágico. No obstante, ahora el autor se declara "preparado" para traducir al lenguaje cinematográfico una de las obras de ficción más conocidas del siglo XX. "Tenía 30 años cuando la escribí y ahora me he distanciado del texto", dijo al recordar que ya hubo un intento fallido de hacer una adaptación para la televisión en la pasada década.

Las nuevas tecnologías de la comunicación, sobre todo Internet, también apasionan a este escritor, pese a que circulen por la red "muchas cosas horriblemente escritas y carentes de significado". "¿Pero quien puede recordar el mundo antes de Google?", se preguntó Rushdie al reseñar el sinfín de posibilidades de los nuevos medios electrónicos "que aún sólo se están empezando a explorar". Es "una revolución" que, para Rushdie, no acabará con la literatura en soporte de papel, pese a la aparición de los libros electrónicos. "Son muy prácticos para los viajes, pero imposibles de utilizar para leer en el baño", consideró el autor británico al vaticinar la convivencia de ambos soportes para leer un libro o un periódico. Entre un lector y una obra impresa se produce, consideró Rushdie, "una comunicación inusual". "Y es esa intimidad tan poco usual la que genera la durabilidad de la novela como forma", concluyó.

Eco 'virtual'

Pese a ser pionero en la defensa de las nuevas tecnologías y de Internet, cofundador de la sociedad internacional de estudios semióticos que dirigió durante años e impulsor, entre otros, de la Wikipedia, al autor de El péndulo de Foucault se le puso en un serio brete cuando le pidieron que abriese, por videollamada, el congreso mundial de semiótica que se celebra en A Coruña. Y es que Umberto Eco (Alessandria, 1932) sólo utiliza la electrónica para escribir textos.

Disciplinado, el célebre escritor se fue hasta el despacho de su editor, quien sí dispone de un ordenador con cámara, y apareció en pantalla, como por arte de magia, en la Facultad de Sociología de A Coruña. Aunque sin ocultar su sorpresa por la posibilidad de estar en directo pese a la distancia, Eco se explayó contando cómo la semiótica fue colonizando nuevos campos, como la televisión, el cine o Internet.

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