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Ritos y sociedad laica

En todas las sociedades ha habido, y hay, diferentes ritos que marcan la situación de las personas frente al colectivo, y cómo y cuándo se realiza el paso de una situación, de un estatus, a otro. Así, la llegada de un nuevo miembro a la comunidad, su paso a la edad adulta o a la formación de una nueva unidad de convivencia, ha estado marcado por ritos que se han continuado y que han sido una referencia simbólica de la estructuración de esa sociedad.

En nuestra sociedad estos ritos, históricamente, han estado unidos a elementos religiosos católicos, por ser ésta la religión con más implantación en nuestro entorno. Todo aquello relacionado con el nacimiento, el matrimonio o la muerte ha estado ligado a rituales religiosos, del catolicismo en concreto. Solo el matrimonio parece que en los últimos años se ha distanciado algo de los aspectos religiosos.

Por otra parte, el poder político y el religioso (católico) han estado unidos a lo largo de la historia. En el Estado español la alianza entre la espada, el trono y el altar ha sido prácticamente constante y ha protagonizado las etapas más negras de nuestra historia.

Y así, hoy todavía, los representantes políticos asisten o presiden actos y ritos religiosos de la confesión católica, los símbolos de esta religión están presentes o presiden actos públicos, y elementos como capillas se ubican en hospitales, universidades u otros edificios públicos. Y eso a pesar de que con ello se incumple el artículo 16 de la Constitución española, que define al Estado como un Estado aconfesional.

Pero son tiempos de cambio. Nuestra sociedad, como evidencian todos los estudios y análisis sociológicos, es cada vez más plural, diversa y laica.

Hoy no es admisible que nuestros representantes políticos participen en actos religiosos o que los símbolos de una religión estén presentes en los edificios públicos. Es necesario separar las confesiones religiosas y la Administración pública, única forma de garantizar la igualdad entre la ciudadanía.

Sólo así se podrá garantizar un ejercicio en libertad de las distintas creencias o pensamientos que tenga la ciudadanía. Garantizar que no exista una injerencia de las religiones en el ejercicio de la libertad sexual y en los derechos de las mujeres, derechos tantas veces pisoteados por las injerencias de la iglesia Católica a lo largo de la historia.

Colectivamente tenemos que ir desarrollando una cultura laica, comunitaria, y nuevos ritos que sean una referencia en nuestra sociedad. De la misma manera la Administración pública tiene que facilitar los medios para que la ciudadanía pueda realizar aquellos actos no religiosos de bienvenida o despedida a sus familiares y amigos.

Desde Laikotasuna- Colectivo por la laicidad saludamos iniciativas como la del Ayuntamiento de Errenteria, que ha presentado una moción institucional en la que se compromete a respetar el principio de laicidad de la administración, garantizar la celebración de funerales civiles y actos de bienvenida y a no acudir como institución a ninguna ceremonia religiosa.

Esperamos, y en esa dirección enfocaremos nuestros esfuerzos, que este tipo de iniciativas se extiendan a más ayuntamientos de nuestro territorio.

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