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Rezar por Israel ya no es suficiente

‘No iré al ejército aunque acabe en la cárcel’, afirma un joven religioso La ‘Ley Tal’ eximía a los jóvenes ultraortodoxos del servicio militar

"Yo quiero defender al Estado de Israel y la forma de hacerlo es rezar. Es lo que nos salva ante los enemigos. No iré al ejército aunque tenga que acabar en la cárcel. Que lo intenten y verán cómo convierten la prisión en la academia religiosa más grande", avisa Abraham, un joven de 21 años antes de perderse en una de las callejuelas del barrio de Mea Shearim.

En el corazón judío más religioso y hermético de Jerusalén, se busca desactivar la "bomba" lanzada por el 'enemigo laico', el Tribunal Supremo israelí. La preocupación en las academias religiosas se mezcla con la confianza en que los hábiles artificieros-diputados de los dos partidos ultraortodoxos de la coalición- neutralicen una bomba de relojería con efectos nada secundarios. Pese a sus enfrentamientos internos, los principales diputados y rabinos ultraortodoxos se reunieron recientemente en la localidad de Bnei Brak para pactar una posición conjunta.

"Sentencia histórica". Así se definió la decisión de la máxima instancia jurídica hace dos meses prohibiendo la prórroga en verano de la Ley Tal que, pese a sus propósitos iniciales, garantiza la exención masiva de los ultraortodoxos. "Si la mayoría de los israelíes crece sabiendo que servir en el ejército es su obligación, nosotros pensamos que es el estudio de la Torá", nos comenta otro estudiante.

Para los jóvenes que cumplen tres años de servicio militar (las mujeres, "sólo" 20 meses), se trata de una "injusticia". Término usado tanto en el patio de los institutos como en el documento del Supremo.

Servicio obligatorio

El fundador de Israel, David Ben Gurion, que apostaba en el 48 por un Estado judío, laico y liberal, aprobó la exención de 400 ultraortodoxos. Ni uno más. Pero en 1963 envió una carta al primer ministro Levi Eshkol expresando su temor por lo que ya consideraba "error histórico". El Viejo nunca hubiera imaginado que la cifra de exentos superaría los 60.000. El servicio militar es cada vez menos obligatorio ya que al sector ultraortodoxo (10%) y árabe-israelí (21%) hay que sumar los que alegan motivos psicológicos, ideológicos…

"Una sociedad se basa en la igualdad de derechos y obligaciones. Y en Israel, debido a las circunstancias y situación regional, servir en el ejército es una obligación. Si yo he servido, no hay razón por la que ellos no puedan hacerlo o que hagan servicio civil alternativo. ¡Basta que sólo reciban y no den al país!", denuncia a ELMUNDO.es Mickey Gitzin, director de la asociación "Israel Libre".

Según él, la Ley Tal es "un síntoma más de la fractura en un país dividido en dos Estados". Al menos en esta apreciación, Abraham coincide con él. Dos formas opuestas de ver y vivir la vida. Aunque estén cerca y en muchos casos mezclados, les separa un abismo social, económico e incluso político ya que muchos ultraortodoxos no reconocen al Estado de Israel. Un sector que parece homogéneo a ojos del estereotipo fácil pero contiene decenas de corrientes y comunidades.

En muchos parámetros, los 'jaredim' luchan para que no haya interferencias externas del Estado. La sentencia del Tribunal Supremo nunca será tan suprema como la opinión del rabino. Y si éste establece que deben dedicarse exclusivamente a la familia y el rezo de la Torá, no hay juez en el mundo que les haga cambiar de opinión.

Terremoto político

El terremoto de la Ley Tal oculta un movimiento sísmico menos mediático pero de suma importancia: El aumento gradual y constante de ultraortodoxos en el mercado laboral y su deseo de no vivir de las ayudas estatales a "familias numerosas".Es decir a ellos ya que exhiben una media de seis hijos por familia.

"Los diputados ultraortodoxos intentan mantener a su sector aislado y pobre. Pero a largo plazo no pueden estar desconectados de la realidad", replica Gitzin. "Es inadmisible que una parte cumpla sus obligaciones y encima deba financiar a la otra que no las cumple", concluye.

Gitzin lucha básicamente por un principio ya que el reclutamiento de decenas de miles de jóvenes ultraortodoxos es prácticamente imposible a nivel económico y práctico.

La demografía es inapelable: en 30 años, más del 70% de los estudiantes en los institutos serán ultraortodoxos y árabes. El llamado "ejército del pueblo" se convertirá en el "ejército de la minoría".

Ultraortodoxos judíos en un picnic

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