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¡Respete mi religión!

Para los creyentes de todas las religiones, no hay algo más ofensivo que uno cuestione sus dogmas, sus rituales, sus creencias,  peor aún si en medio de un debate, se les pide “pruebas” que corroboren la veracidad de lo que ellos tanto predican.

Las cosas han llegado al extremo de que ellos consideran que tales cuestionamientos son un ataque directo al propio dios que veneran y reaccionan de manera violenta, con agresion verbal y hasta física para finalizar asi, abruptamente, una charla que solo pretendía obtener información.

Toda idea o creencia está sujeta a análisis, a debate y lo más común es que quien hace una afirmación está en la obligación de probar o demostrar que es cierta, so pena de ser considerado un charlatán o un fanático.  Así funciona el mundo.

Para el creyente, sus dogmas son “intocables”, “incuestionables”, nadie puede ponerlos en duda ya que no están en capacidad de entrar en debate y ofrecer pruebas de que su fe está sustentada en algo serio, por eso es que su reacción es tan agresiva cuando hay insistencia en la petición de pruebas y utilizan los adjetivos más bajos para calificar a ese atrevido interlocutor que se atrevió a dudar de la existencia de su dios.

Por eso dice Daniel Dennett: “Las religiones han logrado que sea imposible disentir de ellas de un modo crítico sin ser ofensivo. Juegan la carta de los sentimientos heridos a cada oportunidad.”

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