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Religión y voto

El puente Guadalupe-Reyes, con Noche Buena y Navidad justo en medio, son 26 días de altos contenidos religiosos. Pero para quienes solemos ver el lado político de las cosas, decidí juntar ambos temas en esta ocasión y reflexionar acerca de la religión y el voto rumbo a 2018.

Se trata de una combinación que puede ser muy interesante, pero también controvertida. Imagine que en la conversación que tendrá con familiares o amigos en esta Noche Buena tuvieran que elegir entre los temas de religión o política-electoral y los presidenciables. ¿De qué preferirían hablar? O puesto de otra manera, ¿cuál de esos dos temas haría que discutan más intensamente?

Considerando las prioridades que los mexicanos han dejado plasmadas a través de estudios como la Encuesta Mundial de Valores (EMV), lo más probable es que hablen de religión, siendo menos probable la política. Pero también es más probable que hablen de temas familiares que de asuntos religiosos.

Según la encuesta EMV más reciente, realizada en 2012, 98 por ciento de los mexicanos considera a la familia como un aspecto muy importante en su vida; 58 por ciento manifestó que la religión es muy importante y 17 por ciento dijo que la política es muy importante. Con esos datos queda claro que la política está muy abajo en las prioridades.

Sin embargo, la religión y la política electoral están estrechamente relacionadas en muchos países, de manera que el voto tiene una importante base religiosa. Ésta puede tener un tinte denominacional, el cual se ve reflejado en el apoyo diferenciado a los partidos según grupos católicos, protestantes o de otro grupo religioso; o puede tener un tinte de religiosidad, que distingue a los electorados que asisten con mayor frecuencia a servicios religiosos de aquellos que asisten poco o no asisten a las iglesias.

¿Qué tanto importa eso en México? La respuesta corta es que debiera importar mucho, pero la realidad es que la influencia del voto religioso en el país ha sido modesta y no ha pesado tanto como uno esperaría. Una posible explicación es que los partidos y sus candidatos no han movilizado el voto religioso, por lo menos no como en otros países.

No obstante, sí hay una tenue conexión entre los sentimientos y orientaciones religiosas de los mexicanos y sus preferencias políticas. La encuesta nacional de EL FINANCIERO realizada en noviembre pasado muestra, por ejemplo, que podría haber una división político-religiosa muy interesante en el voto rumbo a 2018. Quienes asisten a la iglesia una vez por semana prefieren más al PAN y al PRI, mientras que el apoyo a partidos de izquierda, como el PRD y Morena, es más nutrido entre quienes no acostumbran ir a la iglesia.

La encuesta también revela que aquellos que asisten a servicios religiosos más de una vez por semana también se inclinan más por el PRD y por Morena, en buena medida porque se trata de grupos no católicos. Son principalmente cristianos evangélicos cuyo compromiso con algún templo o comunidad religiosa se refleja en una mayor asistencia que la de los católicos que van los domingos a misa.

Según la encuesta, 77 por ciento de los consultados dijo ser católico y 13 por ciento se identificó con algún grupo cristiano evangélico o con alguna modalidad de iglesia protestante. El electorado católico devoto, el que asiste a la iglesia por lo menos una vez cada semana, suma 36 por ciento, mientras que el electorado católico que no asiste con regularidad a la iglesia pesa 41 por ciento.

En el primer grupo, el PAN y el PRI son igualmente fuertes, pero en el segundo el PAN lleva una ventaja sustancial. Esto se debe probablemente a la influencia de la escolaridad: el electorado menos religioso tiene mayores niveles de escolaridad y también una mayor aversión al PRI.

Cualquiera que sea el tema de conversación en estas fiestas navideñas, piense que la religión y la política no están completamente desconectadas en nuestro país. Una parte del electorado es más religiosa y apoyan más a la derecha y centro derecha, mientras que otra parte es menos religiosa y voltea más a la izquierda. Ahí lo dejo para pensarlo y aprovecho, siguiendo nuestra tradición cristiana, para desearle una muy feliz Navidad!

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