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Religión, representatividad o imagen

La previsión remitida desde la Alcaldía del Ayuntamiento para este largo fin de semana está encabezada por el titular “Varios concejales del equipo de Gobierno asistirán a la procesión oficial de los pasos de Viernes Santo” y anuncia la presencia de ediles en esa procesión y las previstas para el domingo. No se hace referencia a los de la oposición pero lo cierto es que representantes del PP y Ciudadanos ya han estado junto a los socialistas en los diferentes actos religiosos relacionados con la Semana Santa de los días precedentes y se da por hecho su presencia en las carreras centrales. Lo mismo para las autoridades de otras administraciones, los cuerpos policiales y otros “fijos” en el cierre de los cortejos. Las fuerzas vivas, vamos.

La presidenta de la Corporación municipal, por cierto, aparece en estas situaciones escoltada por maceros con sus mejores galas. Vamos, que su presencia se justifica como “institucional”, aunque se trata, obviamente, de actos religiosos, concretamente cristianos, aunque también culturales y turísticos si se atiende a los reconocimientos que en ese campo tienen las procesiones segovianas.

Y así, hay argumentos para los que se pueden agarrar los que creen que en un país declarado aconfesional las autoridades civiles no pintan nada como cargo público y si quieren ir tendrían que hacerlo a título personal, sin distinciones de autoridades —la medalla corporativa o la vara de mando, por ejemplo— y mezcladas entre el público o si lo hacen en lugar preferente sea sólo porque las Cofradías tengan esa deferencia con el particular.

También hay argumentario para los que se agarran al hecho de que se celebra una “manifestación cultural” para justificar que allí estén Clara Luquero y todos los demás, en el mismo plano que acuden, yo qué sé, a un congreso de oftalmólogos, una matanza popular o al palco de la Albuera a animar a la Segoviana (que buena falta le hace) o los que directamente enmarcan esta presencia en la interpretación del 16.3 de la Constitución cuando habla de que las autoridades “tendrán en cuenta las creencias de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la iglesia católica y las demás confesiones”.

Si quiere saber mi opinión particular —debo suponer que quiere si está leyendo esto— le diré que hace años me quejo de que los cargos públicos acudan sistemáticamente a misas y otras actividades meramente religiosas actuando como mis representantes. Me molesta incluso que el obispo, como ha ocurrido, bendiga con su hisopo la apertura de un local municipal y aunque soy más condescendiente porque se trata de la patrona, no entiendo que mis representantes se sumen a rezos públicos durante los traslados de la virgen de la Fuencisla.

No crea, nada tiene que ver con que yo mismo viva apartado de la iglesia católica y sus ritos, pero tampoco admito el argumento de que la mayoría de los segovianos se declaren católicos y cristianos porque, recuerde, hay otros que no lo son. Nunca he visto maceros, ni entendería que estuvieran, en actos de celebración de otras opciones religiosas, que las hay, y si he visto a algún concejal alguna rara vez nunca ha sido a la alcaldesa y nadie llevaba medallas con el escudo de la ciudad.

Además del asunto religioso, del que me quiero apartar por ser un charco harto complejo en el que no me gustaría chapotear más de lo que lo he hecho porque me precio de respetar las creencias del personal, lo que más me molesta del asunto es la sensación que tengo de que, en realidad, los políticos aparecen en esas actividades por lo que tienen de baño de masas. Vamos, que van a lo suyo, a ser vistos por los ciudadanos a los que luego piden el voto. Estar allí sólo molesta a unos pocos y no estar puede que reciba críticas de muchos. Cualquier asesor político echaría las cuentas y tendría clara la recomendación a su jefe: “tienes que estar y ve acicalado”.

Se ve con claridad en las imágenes de vídeo —los fotógrafos son más puñeteros y no siempre se sabe cuando apuntan y menos cuando disparan— en las que, compruébelo, se aprecia como los políticos enderezan el cuerpo, estiran el cuello e incluso sonríen a la vista de la cámara. Cambian la actitud y directamente posan cuando el piloto rojo se enciende y el objetivo les mira. Si eso tiene algo que ver con el respeto al acto religioso, a la representación institucional o a la difusión de la cultura para el año que viene me apunto de macero. Pero si lo que hay es una campaña mas de venta de imagen, pues mire, con evaluar con seriedad la gestión de las instituciones a mi ya me vale para decidir mi voto el año que viene y el siguiente.

Y mientras, que cada uno viva la Semana Santa como le de a entender su propia mente o incluso su alma que, por ser un asunto íntimo, para eso no hace falta que nadie te represente. Y santas pascuas.

Fernando Sanjosé

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*Los artículos de opinión expresan la de su autor, sin que la publicación suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan todo lo expresado en el mismo. Europa Laica expresa sus opiniones a través de sus comunicados.

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