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Religión aparte (1) Precisiones sobre el anticlericalismo

Cuando todavía hay en Colegios Públicos crucifijos, Corazones de Jesús y Vírgenes, como se ha vuelto a aumentar la presión sobre los centros con el rodillo de la asignatura de Religión, ya han saltado al aire las voces interesadas que nos hablan de que actualmente hay una ola de anticlericalismo, porque han surgido las críticas sobre el tema. Por ello quiero matizar el término y el contexto.A mi modo de entender y en el día de hoy, convendría precisar el fenómeno del anticlericalismo en sus justos y precisos términos, es decir, considerarlo como la postura contraria al clericalismo, entendiendo éste como intromisión de la religión o de lo religioso en terrenos que les son ajenos, sobre todo, desde matrices mentales o ideológicas de poder. La religiosidad tiene su fuerza, pero no debe ser poderosa ni usar el poder, ya que creo que le es extraño.

 El tema de la asignatura de Religión (así, con mayúscula) es demasiado recurrente para que políticos y eclesiásticos arrimen el ascua a sus sardinas. Flaco favor se le hace a la religiosidad y a la religión tratándola como una asignatura más, ya que se le empobrece, se le descontextualiza del curriculum y calendario religioso, se le desacredita sometiéndola a los avatares de las calificaciones y descalificaciones del alumnado (¿El que suspende se condena por ignorancia culpable?), se le desvincula de la vivencia familiar ya que, además, se irresponsabiliza a las familias que se amparan en el supuesto de sus convicciones, que, a su vez, quedan en entredicho si el trabajo de convicción lo tiene que hacer un experto. En definitiva, se le quita la autoridad que nace de la ascendencia y prestigio natural, que comporta todo lo que se facilita y promociona en el seno familiar, y se le deja depender de las ínfulas del poder que todo lo corrompe.
Una vez puestos, ¿qué pensaríamos si el gobierno actual, que está demostrando raigambre nacionalista, nos pusiera una asignatura de Formación del Espíritu Nacional y una alternativa constituida por la Historia de las repúblicas, socialismos y anarquismos junto con la cultura del espíritu cívico y democrático?

En el contexto de la cacareada LOCE, (para muestra dos botones) es una contradicción que se entienda por calidad suprimir los requisitos mínimos para la Educación Preescolar (vuelta atrás). También es mosqueante el rango que se le pueda dar a la religión. Una ley, que se ha hecho de bulla y además ignorando la LOGSE, para hacer gala de la ley del mínimo esfuerzo y de la vía de urgencia, sin conceder tiempo al esfuerzo que una ley de cultura y educación requiere, no es de fiar. Es lo más barato que hay, hoy día, en el mercado para ganar votos. También la urgencia de conceder el estatus de fortaleza a la asignatura de Religión y que quede por zanjada la cuestión va por el temor a perder los votos y el miedo a dejar la cuestión en el aire.
Ahora los políticos han visto el cielo abierto (nunca mejor dicho) al otorgar hipócritamente a la Religión categoría académica, para que la Iglesia esté contentita, a ver si se le olvida el “no a la guerra” en el que se empeñó hace poco. El Papa, como senador vitalicio que todo lo olvida, ha debido agradecer la hazaña de nuestro presidente de dar fuerza a la asignatura de Religión, no regañándole, ni mucho menos recordándole que la Iglesia estaba en contra de la guerra el año pasado.

No sabemos si hay una religión profética. No sabemos si hay una religión hidalga. No sabemos si hay una religión primogénita. Lo que sí sabemos es que la gente sabe para qué sirven los platos bíblicos de lentejas.
Estoy confundido y por eso nos confunde que una vez más se ceda a las manipulaciones políticas, precisamente cuando a la política le conviene, y sobre todo, para más “inri”, si se cree que es una victoria conseguida por una loable cruzada de la Conferencia Episcopal. Creo que se trata de conseguir un silencio pragmático, como aquél, de triste memoria, que dejó, sin oposición ni denuncia alguna, campear una blasfemia (acuñada durante muchos años en las monedas de curso “legal”) que iba de mano en mano y que se hizo palpable y sonante y que rezaba así: “… por la gracia de Dios”.

Es verdad que los tiempos han cambiado, pero los tics de conductas y las matrices de pensamiento se reproducen casi genéticamente. Es demasiado poder.
Es verdad que actualmente hay y puede haber anticlericalismo, pero, salvo en caso de ignorancia, se trata de un anticlericalismo puntual ante fenómenos clericales también puntuales. Espero que será fácil en este siglo no afiliarse a ningún clericalismo y habremos superado el anticlericalismo para siempre.
La disparidad de ideas no es problema si ninguna toma atalaya y todas se quedan en el patio de vecinos donde nadie es más que nadie. La buena vecindad no es excluyente, cree que por la ley de la impenetrabilidad todos los espacios han de resultar respetados. Aunque en la Biblia se diga: “quien no está conmigo está contra mí”, hoy sabemos que ese pensamiento no se le ocurre ni a Dios, aunque haya sido blandido por algún presidente de estado que por añadidura goza de poca credibilidad humana y menos simpatías si cabe.
La religiosidad tiene sus espacios y sus tiempos. Tiene sus iglesias, sus sinagogas, sus mezquitas, sus ermitas… Tiene sus procesiones, sus romerías, sus fiestas…
El colegio de un estado no confesional es un recinto de búsqueda del saber sin adoctrinamientos, de investigación científica sin prejuicios, de convivencia sin etiquetas excluyentes. No queremos que a nadie se le tilde de nada, pero mucho menos de algo peyorativo y vejatorio porque tiene que salir de clase no sabemos por qué.

José María Barrionuevo Gil . Maestro de Primer Ciclo de Primaria.

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