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Reivindican separar religión de vida pública para integración de musulmanas

La mujer musulmana es el eslabón más débil de la comunidad islámica en Occidente, la encargada de transmitir la tradición y la poseedora visible de los símbolos religiosos, explicó a Efe la feminista Marta López, quien reivindica la separación de la vida pública y la religión como método de integración.

Marta López, invitada a los talleres de diálogo intercultural celebrados esta semana en Granada, es miembro de la asociación francesa 'Ni putas ni sumisas', que surgió en 2003 para defender el laicismo y la igualdad entre hombres y mujeres y para luchar contra la violencia doméstica.

En Francia, Estado laico, la mujer musulmana 'está sometida a una gran presión, tiene que portar el velo para ganarse el respeto de su comunidad y, sin embargo, está prohibido en lugares como el colegio', indicó López, lo que, a su juicio, crea un gran conflicto de identidad en estas mujeres, que conviven con los valores republicanos y la tradición de sus sociedades de origen.

La mujer musulmana es el espejo de la familia, la que transmite la cultura a través del ejemplo, 'pero no es ella la que elige este papel sino que es predeterminado', explicó López, quien considera el velo un instrumento político con el que se presiona a las mujeres.

Por otro lado, lamentó que muchas de las mujeres de esta comunidad no sepan hablar francés, uno de los principales obstáculos para la integración.

'El Gobierno les da el trabajo de integración a asociaciones, como los Hermanos Musulmanes, donde la única actividad que se le ofrece a la mujer son talleres para hacer cuscús', lamentó esta feminista, quien reivindica la necesidad de separar la religión de la vida pública para conseguir la integración efectiva de esta comunidad.

'No se puede dejar a fuentes religiosas que hagan la integración, ya que se trata de un tipo de religión que no es igualitaria y que adquiere competencias en la vida pública y privada de sus integrantes, lo que es peyorativo para la mujer', afirmó.

López abogó por que los gobiernos desarrollen políticas de integración que tengan en cuenta a los sectores más excluidos y les faciliten recursos como alojamiento, ayudas familiares o la accesibilidad a los metros desde los barrios obreros, donde la falta de recursos y el conflicto de identidad ha favorecido el surgimiento de una 'cuarta generación más fundamentalista'.

'Las circunstancias sociales hacen que exista un malestar social entre los sectores excluidos, que sufren paro, racismo y un gran conflicto de identidad, por lo que buscan el apoyo en la religión, pero ésta viene de fuerzas más integristas, y es que son los fundamentalistas de Arabia Saudí los que están llegado a Europa', señaló.

Según la ley de laicidad, ningún lugar de culto puede financiarse por el Estado y mientras que otras religiones ya contaban con espacios de rezo antes de la aprobación de la normativa, el Islám no, por lo que el Estado decidió 'callar a esa masa emigratoria' trayendo a imanes de su países de origen, como Arabia Saudí o Afganistán, países no democráticos que financian gran parte de las mezquitas.

Esta situación se extrapola a otros países europeos como Italia, señaló López, quien destacó que en Roma existe la mezquita más grande de Europa, que es financiada en su mayoría por Arabia Saudí, 'donde la mujer no tiene ni derecho a conducir'.

'No es ir en contra de una religión, yo soy católica', afirmó, 'pero se necesita una evolución, que separe entre la vida pública y privada', añadió López, que defendió la laicidad del Estado para conseguir una sociedad igualitaria y plural en la que puedan convivir

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