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RECOMENDADO: La islamofobia como recurso victimista, por Fernando Ramos

*Los artículos de opinión expresan la de su autor, sin que la publicación suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan todo lo expresado en el mismo. Europa Laica expresa sus opiniones a través de sus comunicados.

Bajo el paraguas de cierta izquierda y del amplio saco de lo políticamente incorrecto circula ampliamente el término “islamofobia” para englobar toda crítica al Islam y a quienes lo practican de modo extremo, cuando simplemente se defiende la cultura occidental, sus fundamentos y las propias exigencias de la convivencia dentro de sus reglas y de su sistema de valores. Es un término equívoco y manipulador, cuando se usa de modo extensivo. Las personas que expresan la defensa de los principios de la sociedad occidental no rechazan ni a una religión concreta ni a las personas que la practican, sino el modo de que algunos colectivos se consideran exentos de acomodarse a las reglas que rigen la vida social en los países a los que han llegado para vivir. Porque ese problema, en el caso de Europa, afecta mayormente a personas que pretenden que en el contexto de Occidente se aplique la Sharía en su vida ordinaria y no las normas constitucionales y comunes de la sociedad democrática.


Ninguna persona decente ni sensata puede sentir aversión hacia el Islam ni a quienes lo tienen como religión, entre otras razones, porque existen varias formas de interpretar su mensaje y de vivir sus contenidos. Y, por lo tanto, merece el mismo respeto y reconocer el mismo derecho a la libertad de expresión, como cualquier otra creencia.

En ese sentido, cabe citar un riguroso análisis realizado al respecto por el Observatorio del Laicismo, que señala que ese respeto “no debería significar abstenerse de expresar críticas del islam, como si este mereciese un estatus diferente al de cualquier otra religión o ideología. Así, una sociedad democrática debería aceptar que una mujer decida libremente cubrirse [o no] el cabello con el hiyab, y condenar cualquier discriminación o abuso que pueda sufrir. Del mismo modo, los críticos del hiyab tienen derecho a cuestionar la narrativa que intenta justificar el uso de esa prenda. Lamentablemente, existe una creciente tendencia a evitar esta y otras cuestiones por miedo a la etiqueta de “islamófobo”.

No debería significar abstenerse de expresar críticas del islam, como si este mereciese un estatus diferente al de cualquier otra religión o ideología. Así, una sociedad democrática debería aceptar que una mujer decida libremente cubrirse [o no] el cabello con el hiyab, y condenar cualquier discriminación o abuso que pueda sufrir. Del mismo modo, los críticos del hiyab tienen derecho a cuestionar la narrativa que intenta justificar el uso de esa prenda. Lamentablemente, existe una creciente tendencia a evitar esta y otras cuestiones por miedo a la etiqueta de “islamófobo”.

Observatorio del laicismo


Considerar que son conductas islamóbicas las críticas al Islam es precisamente un recurso manido por parte de los propios espacios del salafismo y otras interpretaciones extremas del Corán, cuando no directamente yidahistas. Existe una cierta hipocresía tratando de ignorar que algunas conductas extremas, como la propia forma de entender el Islam por parte de los talibanes, o determinadas prácticas terroristas que ha padecido Occidente citan como fundamento de sus acciones mandatos del Islam contra los infieles. Véase el modo en que los yihadistas han fundamentado sus actos en numerosas aleyas (versos coránicos) y hadices (narraciones de las palabras y hechos del profeta Muhammad) para justifican que cumplen un mandato de Alá. Y que, además, si mueren en el empeño irán al paraíso, donde disfrutarán de ríos de leche y miel y huríes en abundancia. Aparte de ello, el Islam nunca tuvo un Renacimiento ni un Aggiornamento. En conjunto sigue creyendo que el Corán es la palabra literal de Dios, y al profeta Muhammad, el ser humano más perfecto que jamás haya vivido y que lo que les legó es indiscutible.


Y frente a estas certezas, se ha alzado una requintada forma de victimismo, exportada desde países medievales como Arabia Saudí. Se trata de que toda crítica al Islam sea considerada una ofensa. En ese sentido, la Organización para la Cooperación Islámica, basada en Yedda (Arabia Saudí), ha llegado a condenar la islamofobia como “la peor forma de terrorismo”, criticando los ataques a musulmanes en Occidente, y blasfemias y ofensas intolerables como las caricaturas del profeta Muhammad que habían aparecido en algunas publicaciones europeas. En ese sentido, se ha intentado que en Occidente se criminalice como blasfemia toda ofensa al Islam. Cabe recordar que el Observatorio del Laicismo ha sido contundente a la hora de advertir la inconsciencia de algunos “progres” occidentales que con su apoyo refuerzan el victimismo de los propios sectores extremos del Islam y su inmovilismo religioso que se pretende además que tenga efectos en la vida civil de la sociedad occidental donde viven estos colectivos que esperan que el Islam domine a todo el mundo, porque esa es su misión. 

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