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RECOMENDADO · Gaietà Ripoll: un maestro de Ruzafa

La ciudad de Valencia es el lugar donde la Inquisición asesinó a su última víctima en todo el mundo. Era un maestro que daba clase en una escuela de la zona de la Punta, dependiente entonces de Ruzafa. Sus “delitos” fueron sustituir en las oraciones de clase la expresión “Ave María” por “Alabado sea dios”; no acudir a misa ni llevar a sus alumnos; no salir a la puerta de la barraca donde daba clase para saludar el paso del viático quitándose el sombrero; comer carne los viernes santos. Gaietà Ripoll era deísta. Los deístas admiten la existencia de Dios como principio y causa del mundo pero niegan que intervenga en los asuntos humanos, ni que sea un dios personal. Durante casi dos años le ofrecieron la posibilidad de retractarse, y Ripoll sabía lo que se jugaba, pero a pesar de todo no quiso retractarse de aquello en lo que creía. Fue el 31 de julio de 1826.

Miguel Servet, médico y teólogo aragonés, fue ejecutado por Calvino en Ginebra en 1553 a causa de sus creencias. De nada le sirvió ser el primero en describir la circulación pulmonar o menor. Lo importante, por lo que merecía la muerte, fue por sus “errores” teológicos.

Giordano Bruno fue astrónomo, matemático, filósofo y poeta, además de fraile dominico y profesor de teología. Su insaciable curiosidad le llevó a su perdición. Leyó a Erasmo y se interesó por la nueva astronomía de Copérnico. Sus opiniones científicas y sus dudas respecto a algunos dogmas de la doctrina católica le llevaron a que un tribunal de la Inquisición le condenara a la hoguera en 1600. Sabía lo que se estaba jugando, pero prefirió la muerte a la retractación.

François-Jean Lefebvre, conocido como caballero de La Barre, era un noble francés de 19 años en 1766. Un juez local le acusó de no haberse quitado el sombrero a treinta pasos de una procesión. La Inquisición registró su casa y encontró tres libros prohibidos, entre ellos el Diccionario Filosófico de Voltaire. Sus últimas palabras fueron: “Yo no creo que deba morir un hombre por hacer tan poco”. Fue condenado a sufrir la amputación de la lengua hasta la raíz y la mutilación de la mano a la puerta de la Iglesia, para después ser decapitado y quemado.

La diferencia de estos tres casos con nuestro maestro de Ruzafa es que todos ellos tienen una estatua en el lugar donde fueron asesinados que recuerda estos hechos y que sirve de lugar simbólico y de punto de encuentro donde cada 9 de diciembre, Día Internacional del Laicismo y la Libertad de Conciencia, todas aquellas asociaciones que luchan por estos objetivos tendrían un lugar de encuentro donde visibilizar sus reivindicaciones. También se ha utilizado, por ejemplo, en situaciones dramáticas como el atentado a la revista satírica francesa “Charlie Hebdo”. Pensemos igualmente en reacciones a medidas del poder que supongan un ataque a este derecho fundamental.

Valencia laica y otras asociaciones que defienden este derecho humano piensan que sería una buena idea erigir una estatua o un monumento a Gaietà Ripoll en el lugar donde fue asesinado por no renunciar a sus ideas. Ese lugar sería junto a la entrada al Mercado Central que hay frente a la calle de Ercilla, un emplazamiento muy turístico por encontrarse en frente del único edificio Patrimonio de la Humanidad de nuestra ciudad.

Valencia tiene una deuda con Gaietà Ripoll. Sería muy oportuno que sus ciudadanos conocieran y valoraran a este personaje histórico, que luchó por sus ideas hasta el final. Una verdadera democracia está obligada a respetar los Derechos Humanos y uno muy importante es el de la libertad de conciencia. Sin él, sencillamente, no se puede hablar de democracia.

La zona del Mercado Central está en obras y antes de que se cumpla el segundo centenario parece que es el momento de saldar esta deuda con Gaietà Ripoll. El hecho de que Valencia tenga el triste honor de ser el lugar donde la Inquisición asesinó por última vez en el mundo puede dársele la vuelta si, como han hecho otras grandes ciudades europeas, a ese horror se le contrapone una actuación que va más allá de lo simbólico.

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