Asóciate
Participa

¿Quieres participar?

Estas son algunas maneras para colaborar con el movimiento laicista:

  1. Difundiendo nuestras campañas.
  2. Asociándote a Europa Laica.
  3. Compartiendo contenido relevante.
  4. Formando parte de la red de observadores.
  5. Colaborando económicamente.

Ratzinger y Calderón

Líbrenos el Señor de dar la impresión que al amparo de este texto, se oculta un descreído o lo que sería peor: un come curas. En el nuestro que por definición constitucional es un país laico, podemos (al amparo de la misma Constitución) preguntarnos ¿a qué fue el señor presidente Felipe Calderón a Roma mientras se celebraba el ascenso de Karol Woytila a la excelsa beatitud? Por supuesto, llegó hasta Roma la eterna, en calidad de invitado lo mismo que otros jefes de Estado. Su viaje, fue financiado con dineros de la tesorería y con ello fue reconocido como representante de nuestro país y sus incómodos habitantes. Fue pues, un viaje oficial.

Es tan laico nuestro país que, sin acudir a las leyes de Reforma ni zambullirnos en la guerra cristera, podemos aterrizar en la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público. Vemos ahí en el Artículo 25 que “las autoridades federales, estatales y municipales no podrán asistir con carácter oficial a ningún acto religioso de culto público ni a actividad que tenga motivos o propósitos similares”.

Santiguado, entre los ornamentos eclesiásticos y en medio del olor a incienso, el señor Felipe de Jesús Calderón Hinojosa respetuoso le dijo al señor Joseph Ratzinger lo siguiente: Gracias por su invitación, gracias a usted y a la Iglesia. Le traigo una invitación del pueblo mexicano, de los mexicanos para que visite nuestro país que al momento sufre mucha violencia. Ellos le necesitan  mucho, más que nunca estamos sufriendo. La primera lectura del párrafo, tiene la forma y el tono de una plegaria; pudiera ser parte del Deuteronomio o del Evangelio según San Juan. Quizás ese sea el protocolo para dirigirse a tan alta envestidura y también pudiera ser una necesidad nacida de la impericia de librar una batalla que todos los días arroja muertos hasta sumar decenas de miles.

La presencia del jefe de Estado Mexicano en los altares del Vaticano no es lo común ni tampoco lo más saludable para la buena marcha de la nación; nuestra historia está llena de acciones de sacrificio para que la Iglesia ocupe un lugar, tan lejano como se pueda, de las tareas y obligaciones de los gobernantes. Del modo que fue hecha, la invitación, representa una petición de ayuda a quien no supo enfrentar como encargado de las ordenanzas y vigilancia de la buena marcha de la Iglesia católica a los pederastas que aquí y allá han surgido en no pocos territorios, ya de América, ya de Europa. ¿Acaso hemos olvidado la historia del señor Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, para quien muchos pedían la santidad?

En segunda lectura, la oración del presidente mexicano alude a un sufrimiento generalizado de ellos los mexicanos, que debió haber sido detenido y aún mejor, evitado por obligación constitucional en quienes ejercen cargos públicos o son funcionarios también públicos.                       ¿Por qué sufren tanto los mexicanos señor Calderón? Sufrimos porque estamos rodeados de inequidad: mientras se dan millones de habitantes muy pobres, conviven franjas de clases medias coronadas por una elite entre la que sobresale el hombre más rico del mundo. Sufrimos porque la justicia es un asunto que se resuelve con influencias y sobre todo con dinero. Sufrimos porque la educación es un timo y una vergüenza. Sufrimos porque carecemos de una meta común y de manera reiterada, porque colectivamente  carecemos de esperanza en el futuro. Como nada de lo anterior ha cambiado,  ahora se busca la intervención de quien así lo crea, está muy cercano a la divinidad. ¿Es así o de otro modo?

En descargo contrario a lo aquí escrito, ya se han escuchado voces, como la del ex presidente panista Germán Martínez, quien escribe “el viaje a Roma no fue oficial” sin embargo, el señor Calderón estuvo entre otros jefes de Estado que sí realizaron viaje oficial. Todos ellos lo asumieron como tal; ninguno llegó a los oficios religiosos como un simple ciudadano o como turista. De este modo y para claridad mental de todos, la invitación al señor Ratzinger fue hecha por el jefe de las instituciones nacionales. ¿Tuvo el acuerdo del Senado, de cuántos gobernadores, cuáles partidos políticos, las asociaciones de credo diverso? Si no fue así, pareciera que se repite el mismo esquema de lanzarse contra las fuerzas mafiosas sin antes haber obtenido el consenso de todos quienes debían haber estado en ese frente de batalla convencidos y decididos desde el inicio.

Finalmente, y como lectura olvidada, ¿la ley respectiva y arriba citada puede ser brincada sin ninguna consecuencia; así como todas las demás que nos rigen y que dan lugar a que numerosos políticos nos digan que vivimos en un estado de derecho?

O todos debemos ponernos a rezar para dar cerrojazo a la invitación presidencial, o todos debemos cerrar los ojos ante la impunidad en la aplicación de nuestras leyes. Sin que seamos acusados de come curas.

Total
0
Shares
Artículos relacionados
Total
0
Share