También es antinatural el sufrimiento absurdo y gratuito. Predican que suframos mientros ellos gozan de todos los disfrutes terrenos. El sufrir no es el destino natural del hombre. Sí está abocado a la muerte. Forma ella parte de la vida, es su término. Pero el sufrimiento per se es un absurdo más de entre los inventos de esta religión que pretende atemorizarnos con un dolor eterno -el infierno– instalándolo en nuestro vivir cotidiano bajo otro absurdo invento, el pecado.
Pero la iglesia católica no pretende 'la' verdad, sino 'su' verdad. Obran lo contrario de lo que predican. Con solo echar una mirada a la historia de la literatura podemos obtener una buena visión crítica de los eclesiásticos; sus autores, anónimos, bien por costumbre de su época, bien por el miedo a la censura poderosa. Los Carmina Burana son una exquisita muestra sarcástica de las costumbres crericales. El Lazarillo, con sus episodios centrados en el fraile y el buldero, es una denuncia pícara de la avaricia, la gula y el engaño; por ello fue prohibida por la santísima Inquisición. El famoso Índice de la larga dictadura del genocida Franco, mancomunado con la iglesia, es otra muestra del temor a la ciencia, al pensamiento y a la cultura.
La venida del Papa es un empujón más a Rajoy -y toda la derechona– en su camino a la Moncloa. No le importa a Ratzinger ni a Rouco, ni a Cañizares ni a Martínez Camino qué va a suceder después del 20-N. Cuáles serán los recortes en libertades y en derechos sociales. El único interés es posicionarse nuevamente junto al poder en igualdad de condiciones. Imponer nuevamente la teocracia. La capacidad del ser humano, de los españoles, debe ser analizar con la mayor objetividad posible cuál debe ser su posición ante estos intentos de barbarie.