COMENTARIO: Precisamente el laicismo conlleva el respeto a todas las conciencias, que son individuales, y por tanto el espacio común debe estar libre de los elementos de una, de cualquiera, de las convicciones personales, que encuentran otros lugares para su desarrollo. Nadie trata de eliminar el derecho a celebrar cada cual sus ritos, creencias o convicciones,… lo que el laicismo requiere en aras a una convivencia de toda la ciudadanía, es que dejemos el espacio público para lo que nos es común como seres humanos y ciudadanos, y dejemos para otros ámbitos lo específico de cada cual. Y para ello no valen esxcusas culturales o tradiciones, que en muchos casos no han sido sino imposición de una doctrina sobre las minorías.
Pero no caminemos por la reducción al absurdo, por mucho que nos tiente el suceso, dada su propia absurdidad. Curioso sentido de la equidad, o de las reglas democráticas, el que muestra la edila.
La decisión ha sido tan brusca que casi no nos ha dado ni tiempo a reflexionar sobre lo que significa una escuela pública, o lo que inspira la laicidad en estos casos de leve conflicto.
Queremos decir que aquí hay un problema que consiste en una resolución que raya en lo irracional, en lo no meditado, y tal vez empujada por prejuicios o sectarismo. Es la hipótesis que formulamos para entender esta respuesta radical a una sola queja.
Y aquí es donde retomamos el concepto de laicidad en la parte que significa convivencia e integración social entre ciudadanos -incluidos sus hijos- que pueden caminar por la acera con su plena libertad de conciencia y de credo, sin que su expresión signifique dar pisotones a los demás viandantes. En caso de roce o de conflicto, habría que entender el sentido laico de la convivencia como un dispositivo de arbitraje que otorgue razones a unos u a otros en función, por poner un ejemplo, de las tradiciones culturales o religiosas de los peatones.
Y a la inversa: un solo niño mahometano, un solo budista, un solo sintoísta, no se sentirán extraños en cualquier escuela. Laicidad nos suena a sumar, no a restar, o a dejar la sociedad como un erial. Que la laicidad nos proteja. Especialmente de sectarismo.