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Por una escuela pública y laica

1. ORIGEN DE LA ESCUELA PÚBLICA Y DEL LAICISMO

1.1. PRIMEROS AVANCES Y RETROCESOS

La evolución biológica del hombre deviene en evolución cultural: transmisión de saberes prácticos y valores sociales para mantener la supervivencia y cohesión del grupo. Así es de antigua y connatural al ser humano la educación y socialización de sus miembros.

Probablemente, desde tiempos muy remotos, chamanes y otros personajes debieron su autoridad y prestigio al hecho de acaparar ciertos conocimientos. Con la creación de los primeros grandes estados (Sumer, Egipto,…) surge también el monopolio del saber por las elites, con frecuencia detentado por castas sacerdotales en estrecha relación con el poder político. Mezclados con elementos mítico-religiosos y vinculados a las tareas administrativas, van apareciendo los rudimentos de saberes como la escritura, las matemáticas, la astrología-astronomía, la comprensión de ciertos fenómenos físicos y el desarrollo de técnicas prácticas.

El Mundo clásico

Junto con las primeras formas democráticas y la decadencia del mundo mítico, se produce un gran desarrollo de los saberes y de las ciencias. También aparece la institución escolar (de ahí procede buena parte de nuestra terminología en el campo de la educación).

En Grecia la educación es responsabilidad de las familias, pero hay cierta regulación estatal (el gymnasion, donde se imparten otras enseñanzas además del ejercicio físico, está supervisado por el gymnasiarchos, cargo oficial elegido por un año). Se avanza la idea de Escuela Pública. Platón, en su República, hace al Estado responsable de la educación de los ciudadanos, pero dirigida sólo a la clase que ha de gobernar; a la vez, establece una clara distinción entre creencia y ciencia, siendo ésta última, como saber acerca de lo verdadero, la única que tiene cabida en el ámbito de la Academia. Aristóteles extiende la necesidad de la educación para todos los ciudadanos, entendiéndola como formación en las virtudes cívicas para la intervención en lo público y común (el polites frente al idiotes, que sólo se preocupa de lo propio o privado). Epicuro anticipa la idea de libertad individual (frente a cualquier determinismo o predestinación) y del respeto a la de los demás desde la independencia ética (autarkeia y relación de amistad), bases del concepto de persona. Estos avances teóricos no llegan a traducirse en ordenamientos jurídicos ni en instituciones sólidas, con la peculiar excepción de Esparta, donde existió una educación disciplinada de los jóvenes de ambos sexos, bajo control del estado y dentro de una orientación militarista.

Roma sigue la estela de Grecia: los maestros son pagados por las familias, pero, con el tiempo, se avanza en la regulación estatal de la enseñanza (trivium -gramática, retórica y dialéctica- y quadrivium –aritmética, geometría, música y astronomía-), estableciéndose a partir del siglo I d. C. escuelas con maestros pagados por algunos municipios. Pensadores, como Lucrecio (De rerum natura), continúan el camino emancipador del saber en clara contraposición a las creencias mítico-religiosas, que atribuyen a la ignorancia y al temor de los hombres a lo desconocido.

La Cristiandad

Constantino en el 313 (Edicto de Milán) legaliza la religión cristiana y Teodosio la convierte en religión del Imperio (Edicto de Tesalónica) en el 380. Existe cierta continuidad con la cultura grecolatina: la estructura del trivium y del quadrivium se mantiene a lo largo de la Edad Media, pero depurando todo lo considerado pagano o contrario a la fe. Con la proclamación del cristianismo como religión oficial del Imperio estamos ante un modelo característico de estado confesional (ideal al que nunca ha renunciado la Iglesia), que implica una estrecha colaboración entre Estado e Iglesia. La finalidad de ambos es establecer el reino de Dios en la tierra. Por tanto, su preocupación es la salvación de las almas, garantizada no por los saberes profanos sino por la fe en la verdad revelada. Aunque se distingue entre poder civil y eclesiástico, se acepta la superioridad de éste sobre el primero.

El saber de lo humano y de lo divino es monopolio de la Iglesia y tiene un carácter jerárquico (rige el principio de autoridad). No hay más escuelas que las controladas por la Iglesia: monasterios, escuelas catedralicias, primeras universidades. La Filosofía, como saber racional, debe estar subordinada y puesta al servicio de la Teología. Es perseguida toda doctrina fuera de la ortodoxia: se crea la Inquisición en 1184 en Francia (contra los cátaros), se implanta en Aragón en 1249 y se mantiene vigente en toda España desde 1478 a 1821. Las distintas Iglesias, y en general todas las confesiones religiosas, nunca han renunciado a sus ancestrales privilegios dentro de los estados, a su pretendida superioridad sobre la sociedad civil, a universalizar sus convicciones ideológicas y a la confrontación permanente entre Fe y Razón.

En el caso del Islam, desde sus inicios en el siglo VII, la Umma es a la vez comunidad religiosa y política, regida en todo por el Corán y la sharía, un conjunto de leyes y normas que regulan la sociedad civil, la moral colectiva y los preceptos religiosos.

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