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Por una enseñanza pública, no a la concertada

La señora Carmen Martí publicó hace unos días una carta en el periódico Ideal de Granada en la que proponía que se desviasen más recursos públicos hacia los centros de enseñanza concertados. El profesor Federico Zurita le responde:

Sra Carmen Martí, a su reflexión de que bien haría la Administración en desviar recursos públicos hacia organismos privados como lo son los centros de enseñanza concertados, me gustaría hacerle algunas puntualizaciones.

A mi juicio, en su pleno derecho está aquel que desee y elija para sus hijos una educación religiosa-católica, solo que debería ser él mismo quien lo pagara de su propio bolsillo. Lo que no me parece, porque no es de recibo, es que una enseñanza confesional y privada se sufrague con fondos públicos. En este sentido, duele particularmente la manera que tienen los centros concertados de reclutar su profesorado. Como usted seguro sabe y conoce bien, Sra Martí, el profesorado de la enseñanza concertada se elige de entre los hijos de profesores del mismo centro, familiares, familiares de familiares, amigos o conocidos. Muchas veces a la hora de elegir si hay varios candidatos, prima la pura arbitrariedad de la madre superiora. En definitiva seleccionan a su profesorado de forma absolutamente nepótica y clientelar a pesar de que a dicho profesorado se le paga con dinero público. Insistiendo en los privilegios de que disfrutan los docentes de la concertada, mientras los docentes interinos de la enseñanza pública están obligados a presentarse anualmente a unas oposiciones y los cambian de destino casi todos o todos los años (con el consiguiente trastorno y coste económico y personal que ello les supone), el profesorado de la “concertada” se queda en un mismo lugar (en su propia ciudad de origen muchas veces) de por vida y sin haber tenido nunca que opositar de una manera competitiva y meritocrática. Creo que el simple hecho de que el profesorado funcionario de la enseñanza pública haya tenido que pasar una oposición muy competitiva y por tanto muy dura, le hace acreedor de una formación y un prestigio indiscutibles. Añadido a todo eso está el hecho de que el profesorado de la concertada tiene que asumir una amplia docencia que no es su especialidad (licenciados en Historia impartiendo Lengua y Literatura o Licenciados en Química impartiendo Biología) mientras que cuando eso ocurre en la enseñanza pública es por situaciones de urgencia, coyunturalmente y por tanto de manera testimonial. No veo por ningún lado, por ninguno, esa teórica superioridad de la concertada sobre la pública que usted nos dice en su carta del pasado domingo.

No estoy seguro de que usted sepa y conozca bien los siguientes hechos que le voy a detallar a continuación Sra. Martí. Los años en los que se hicieron estadísticas sobre los resultados obtenidos en selectividad por los alumnos de la concertada y de la pública, se constataron dos hechos: el primero fue que el alumnado de la enseñanza concertada llegaba a selectividad con calificaciones más altas que el alumnado de la enseñanza pública, y el segundo, aparentemente paradójico con el primero, fue que el alumnado de la enseñanza pública obtenía calificaciones más altas que el alumnado de la concertada en la propia prueba de selectividad. Considerados al mismo tiempo, estos dos hechos sugieren fuertemente (y ahí desparece la aparente paradoja), que las calificaciones de los alumnos de la enseñanza pública obtenidas durante el bachiller, reflejaban mucho más su nivel real de conocimientos que lo que lo reflejaban el de las calificaciones del bachiller del alumnado la enseñanza concertada. Así lo demostraron las llamadas “Pruebas de Acceso a la Universidad”.

Para terminar, Sra Martí, si bien es cierto que la enseñanza “concertada” es teóricamente “gratis” para el alumnado, no es menos cierto como usted seguro sabe y conoce bien que en la práctica de todos los días, esos centros concertados tienen y en muchos casos inventan (en forma de campañas, donaciones…) una serie de gastos que repercuten a las familias y que evidentemente no todo el mundo puede pagar. Por ahí ya hay una selección en función de la renta del alumnado que acude a estos centros y con los que luego parece que se es generoso a la hora de calificarlo.

A pesar de todo lo dicho Sra Martí, que cada cual elija la enseñanza que según su criterio entienda que es mejor, pero los privilegios como le digo, que los asuma cada cual de su propio bolsillo.

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