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Por tantos?somos tontos

Como cada año, tras numerosos cálculos y no menos improperios recordando la madre del ministro de Hacienda de turno, llega el momento en el que como contribuyentes, nos vemos ante el dilema filosófico de dónde colocar la dichosa crucecita que concede el 0,7% de nuestros impuestos a la Iglesia Católica (ninguna otra) o a Fines Sociales. En principio, parece una decisión sencilla, si eres creyente católico pones la cruz sobre la primera casilla y si lo eres de cualquier otra religión, secta, grupo de ufología o has tenido la suerte o desgracia de que tu cerebro funcione correctamente y eres ateo, sobre la segunda. Y sin embargo, como deberían ustedes esperar siempre que se encuentren con un enunciado tan simple, el asunto es complicado.

Queda bien claro que poniendo la cruz sobre la casilla de la Iglesia Católica, todo el dinero que se recaude por este concepto, va directa y exclusivamente a la jerarquía eclesiástica que tiene libertad para gastárselo en lo que mejor le convenga. En el año 2011, según datos de la propia Iglesia, 152 millones se dedicaron a pagar los salarios de obispos y sacerdotes; 35 millones a actividades pastorales (supongo que cría y alimentación de perros y compra de forraje); 2,5 millones a la Conferencia Episcopal (teniendo en cuenta que el sueldo de los obispos está en la primera partida, quiero ver yo qué powerpoints deben hacer con tanto dinero) y, atención, sólo 1,5 millones a actividades asistenciales. A esta cantidad recaudada con el IRPF hay que sumar las aportaciones de las diócesis, que suponen casi 50 millones más de euros.

Desde hace unos años, la Iglesia Católica le puso como nombre a su anual campaña de recaudación “Programa por Tantos”. En los numerosos anuncios que podemos ver estos días en televisión, oír en radio y leer en los diarios que sobreviven, el mensaje que destaca es que ese dinero se dedica al “anuncio del evangelio”, la “atención a los empobrecidos ” y a “construir una sociedad mejor”. Queda bien claro, teniendo en cuenta la partición que se hace del dinero recaudado, que la Iglesia considera que el anuncio del evangelio es un 99% más importante que la atención a los empobrecidos y la construcción de una sociedad mejor. A no ser, claro está, que se refieran a construir una sociedad mejor exclusivamente para los obispos. En ese caso, se entendería perfectamente el nombre del programa. El “tantos” no se vendría a referir a la parte más necesitada de la sociedad, como alguien podría malinterpretar, sino a la enorme cantidad de sacerdotes, obispos, arzobispos y cardenales que hay que bien alimentar.

La cuestión, y es aquí donde surge la dificultad que les comentaba al principio, es que aún escogiendo la casilla de fines sociales, que parece reservada a otras creencias y a los ateos, buena parte de ese dinero va también a la Iglesia Católica. Es de esta partida de donde se nutren todas las ONG’s y entre todas ellas el Estado es especialmente generoso, ya que les concede uno de cada tres euros recaudados, con las dos principales organizaciones de la Iglesia: Cáritas y Manos Unidas. Es decir, ponga donde ponga la x de su declaración, puede tener por seguro que buena parte de su dinero lo administrarán Rouco y compañía. La próxima vez que se fijen en sus gafas de sol, piensen que es muy probable que una parte de ellas las hayan financiado ustedes.

Queda la opción, cada vez más extendida, de no decantarse por ninguna de las dos casillas. Es una manera de protesta que intenta dar visibilidad a un cada vez más amplio sector de la sociedad, que considera injustificable que a estas alturas de la ciencia, un país siga dejando en manos de una creencia tantísimo poder. Porque, al fin y al cabo, de lo que hemos hablado hasta ahora es de la “pecata minuta” de lo que todos los españoles, seamos crédulos o no, donamos anualmente a la Iglesia. Aunque es una cifra secreta, que los gobiernos, tanto populares como socialistas, han escondido en numerosas partidas presupuestarias casi imposibles de seguir, la realidad es que el famoso Concordato con el Vaticano, nos cuesta alrededor de 10.000 millones de euros anuales. Aquí se incluyen los colegios concertados católicos, el pago de profesores (sólo estos dos conceptos son más de 4.000 millones), exenciones fiscales como el IBI, etc.

Para que se hagan ustedes una idea, la cantidad de dinero que cuesta la Iglesia a todos los españoles equivale a la suma de los recortes que ha habido hasta ahora en Sanidad y Educación. Mientras se ha despedido a miles de profesores y médicos, y se han cerrado numerosísimos centros de atención, ni un sólo sacerdote ha sido despedido ni una sola Iglesia ha sido cerrada. Bien al contrario, en estos últimos años, la Iglesia ha escriturado más de 4.000 propiedades que hasta ahora eran de todos (creyentes y no creyentes), entre ellas algunas como la Mezquita de Córdoba, comprada por 30 monedas de euro, casualmente, o no, la misma cantidad de monedas por las que dicen que Judas vendió a Jesucristo. Ha llegado el momento de que todos decidamos, y la cruz de la declaración es un primer paso, si queremos que España sea un país de médicos y profesores, o una tribu atemorizada por los brujos.

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