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Por la defensa de un Estado Laico

A mi modesto parecer, las religiones llenan necesidades de trascendencia de los seres humanos.  Llenan explicaciones de por qué estamos aquí,  de por qué existe el mal, la enfermedad y la muerte.  De si existe alguna ley universal que debamos captar para que nuestra vida tenga sentido y podamos trascender a la vida terrestre.

Digo “llenan” porque no he dicho que sean verdades.  Las únicas “verdades” a las que un ser humano puede aspirar, son las de consenso.  No a verdades que trasciendan nuestro alcance intelectual.  Dios, por ejemplo, es una verdad inalcanzable para nuestro entendimiento, y cada uno se lo imagina como mejor puede.  Pero eso no significa que hayamos captado la esencia de lo que llamamos Dios, ni que Dios, si existe, sea ni parecido.

Las religiones además se heredan.  Despiertan emociones que nos recuerdan a nuestra tradición familiar, a lo venerado por nuestros padres en nuestra infancia.  Al son de que arrullo nos dormíamos, al son de que ángel nos guardaba el sueño.

Respetando la belleza de nuestros recuerdos y emociones heredadas de nuestros ancestros, debemos  también convenir que nuestros acuerdos como sociedad no están sujetos a nuestras emociones infantiles, o por lo menos no debieran estarlo.

La moral de la vida en conjunto, es un acuerdo en conjunto sobre cómo piensan los diversos estamentos de la sociedad sobre lo que debería ser la vida en conjunto.  Una vida buena, con una moral que sea el común denominador entre diferentes grupos que tienen diferentes tradiciones culturales, que tienen características diversas, de modo de minimizar el costo de vivir juntos y maximizar los beneficios de la comunidad.

Para eso es necesario hacer un examen a conciencia de las cosas que estoy dispuesto a aceptar y las que no, y las razones para ello.

Si un grupo religiosos me va a citar la Biblia como fuente de normas morales en detalle, puedo argumentar que la Biblia siendo una recopilación de la historia del Pueblo de Israel  entre el año 1600 AC  hasta el año 33 DC lo que es muy respetable, no me satisface 2000 años después pues sus narraciones corresponden a una fase histórica de un pueblo específico que vivió hace 2000 años.  Y su sabiduría siendo respetable, al ser una narración de tipo histórico con diversos autores, está llena de contradicciones.  Si me dicen que es una verdad revelada, puedo dudarlo porque no hay modo de comprobar esta afirmación.

Un Estado Laico, no tiene verdades reveladas.  Tiene costumbres que representan a ciertos grupos, pero ninguno de estos grupos puede aducir revelaciones divinas porque ahí entramos en otro juego que no es el del nivel de desarrollo actual del entendimiento, que no  es el pensamiento mágico impuesto al prójimo por la fuerza.

Así si un estado en el siglo XXI está tratando de dignificar al grupo homosexual, o a las mujeres en su libertad de elegir si quieren o no seguir con un embarazo, los argumentos tienen que ser del siglo XXI, no de otra época.  Y las personas que se horroricen por el matrimonio homosexual o por el aborto terapéutico porque su religión se lo impone, tendrán que limitarse a no practicar estos hechos en su familia y dejar  el resto al libre albedrío de los seres adultos que si creen en Dios, le darán cuenta personalmente de su vida sin necesidad de intermediarios.  Porque incluso dentro de las religiones, cada uno se salva por su cuenta y no es obligación andar salvando al prójimo en contra de su voluntad, y menos obstaculizar a las leyes del bien común de un estado laico so pretexto de cumplir la voluntad de Dios extraida de una fuente dudosa.

Y los representantes del pueblo que hacen las leyes, tienen que tener bien claro que lo que se les pide es la legislación por el bien común, no para su secta personal.

De modo que si el Cardenal XX de la Iglesia Católica amenaza con las penas del infierno a los que no piensen como él,  o el Pastor YY, o el Iman ZZ , son atentados contra la democracia ya que se están amparando en sus hábitos,  en sus símbolos de poder, en sus verdades reveladas, en su presunta conexión con el Creador del Universo,  en su manejo emocional de ciertos grupos vulnerables para impedir que las personas expliciten sus aspiraciones por una vida mejor interfiriendo en las decisiones de nuestra sociedad.

Y así como la sociedad civil les ha perdonado a los religiosos sus transgresiones, que han sido de subido calibre,  y les mantiene sus privilegios, prebendas y excepciones en materias económicas, los religiosos debieran prudentemente abstenerse de interferir en la libertad de legislar de los civiles.
Septiembre, 2011

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