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Polémica en Israel: Netanyahu insiste en que vive en un ‘estado judío’

Vivir en un estado judío es la realidad con la que se encuentra a diario toda la población de Israel, incluso la población no judía, un 20% de los habitantes. Esta semana está marcada por la última polémica por ese motivo, de la que Benjamín Netanyahu espera sacar tajada en las elecciones de abril

La última polémica en el contexto israelí se arrastra desde el pasado domingo, cuando el primer ministro Benjamín Netanyahu respondió a una actriz que poco antes se había quejado en Instagram de las injusticias que sufre la población no judía, una denuncia que 1,8 millones de palestinos repiten diariamente sin la menor consecuencia.

Netanyahu replicó también en Instagram: “Israel no es un estado de todos sus ciudadanos. Según la ley de nación-estado aprobada (por la Kneset en julio de 2018), Israel es la nación-estado del pueblo judío, y de nadie más”. El primer ministro se refería a una controvertida ley que en palabras de sus detractores santifica el racismo institucional que sufren los no judíos.

Aunque es cierto que el verano pasado hubo algunas críticas superficiales a esa ley, Europa sigue sin adoptar ninguna medida concreta contra las continuas discriminaciones que sufren en Israel cientos de miles de personas por el mero hecho de no ser judías. Pero esto es algo que no puede sorprender puesto que la misma Unión Europea permite el auge de los nacionalismos dentro de sus fronteras sin reaccionar.

La ley estado-nación, que otorga privilegios a una parte de la población, la judía, y discrimina a la restante población, es consecuencia del ímpetu nacionalista de las últimas décadas, y todo indica que en lugar de remitir va a seguir creciendo en el futuro sin que nadie se atreva a ponerle coto.

La polémica se inició cuando la popular actriz y modelo Rotem Sela escribió el siguiente mensaje: “¿Cuándo demonios alguien de este gobierno transmitirá a la gente que Israel es un estado de todos sus ciudadanos y que todos los ciudadanos han sido creados iguales?”. Este mensaje que le resultó ofensivo a Netanyahu era originalmente una réplica a una declaración de una ministra de Netanyahu, la de Cultura, que con frecuencia ha sido calificada de “racista”.

Incluso el presidente Reuven Rivlin ha considerado necesario entrar al trapo. Rivlin, uno de los últimos liberales de la derecha que queda en el país, que ha hecho su carrera política dentro del Likud, rectificó verbalmente a Netanyahu, temeroso quizás de que el país se hunda cada día más en una vorágine nacionalista y religiosa, alejada del ideario liberal que Rivlin defiende.

Sin mencionar explícitamente a Netanyahu, Rivlin declaró que “se han hecho comentarios completamente inaceptables”. En Israel, continuó el presidente, “no hay ciudadanos (judíos) de primera clase ni hay votantes (árabes) de segunda clase”. Un número significativo de artistas y políticos se han sumado a la polémica desde un lado y otro del espectro.

Gal Gadot, la actriz israelí que protagonizó Wonder Woman en 2017, y que es amiga de Rotem Sela, ha intervenido escribiendo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo. Este no es un asunto de derechas o de izquierdas, secular o religioso. Es un asunto de diálogo, de discutir paz e igualdad, y de tolerancia entre unos a otros”. Y Gadot, que no es precisamente una izquierdista, añadió que su amiga era “una inspiración para todos nosotros”.

Sin embargo, la tendencia que domina Israel es clara y va progresando a buen ritmo. Desde que son niños, los israelíes judíos viven sometidos a un lavado de conciencia de orientación nacionalista y/o religiosa muy fuerte y el pronóstico de futuro no puede ser esperanzador de ninguna manera, máxime si se tiene en cuenta lo que ocurre en las escuelas, desde la más tierna infancia, y si se atiende a los medios de comunicación de masas.

La ley de la nación-estado que está en el fondo de la polémica, a la que Netanyahu se refirió en su mensaje de Instagram y de la cual se siente muy orgulloso, muestra claramente un sectarismo que a menudo se ha calificado de racismo. El sectarismo va dirigido contra los no judíos y todo el mundo puede observarlo en la vida cotidiana.

Más de 60 leyes discriminatorias han sido registradas por juristas internacionales y por distintas ONG de Israel y del extranjero, aunque la discriminación va más allá de esas leyes e impregna toda la sociedad, de manera que unos israelíes, los judíos, y especialmente los judíos nacionalistas, gozan de innumerables ventajas sobre los no judíos.

No es extraño que Netanyahu se alíe con gobiernos europeos simplemente por ser nacionalistas, incluso en los casos más extremos en que esos gobiernos europeos han sido acusados de pronazis y antisemitas. Aquí, otra vez, a Netanyahu parece no importarle tanto que sean pronazis o antisemitas como que sean nacionalistas, que es lo que cuenta, especialmente si se les añade la guinda de que son manifiestamente islamófobos.

Esta última polémica llega cuando faltan apenas cuatro semanas para la celebración de las elecciones generales convocadas para el 9 de abril, en las que Netanyahu se juega un nuevo mandato. Aunque parte como favorito para formar la próxima coalición del gobierno, el primer ministro teme que se pueda producir un revés, y por ello trata de motivar a los israelíes nacionalistas para que acudan a las urnas con las papeletas del Likud o de otros partidos de la derecha nacionalista.

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