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Podrían decir los prelados, por ejemplo, que en Murcia el Bien ha ganado al Mal

Los obispos han respondido a Rodríguez Zapatero: “El laicismo tampoco puede primar sobre la ley”. El presidente del Gobierno había dicho el pasado domingo, en la clausura del Congreso de las Juventudes Socialistas, que “ninguna fe se puede imponer a las leyes en un sistema democrático”. Comparar el laicismo con una fe religiosa -como han hecho los prelados españoles- es sobre todo un sofisma.

El laicismo – que no se basa en la fe, sino en la razón- debe garantizar, sí, el derecho de cualquier ciudadano a profesar la religión que crea más conveniente. O a ser agnóstico. O a ser ateo. Pero el Estado laico ha de permanecer ajeno a toda intromisión religiosa, del signo que sea. ¿O es que cabe interpretar de otro modo la tan conocida reflexión de Jesucristo sobre el César y Dios?

En apariencia menores
Hay otros derechos, en apariencia menores, que toda administración pública tendría también que respetar. Por ejemplo, el derecho a que cada usuario de un servicio público con capacidad para difundir programación radiofónica pueda escuchar la emisora de sus preferencias. La decisión de los responsables de los autobuses urbanos de la ciudad de Murcia, que dependen del Ayuntamiento de esa localidad, imponiendo la escucha obligada de la COPE u Onda Cero, constituye un abuso de poder. Supone, desde luego, una alcaldada de pésimo gusto democrático.

Una menudencia, no
No se trata de una menudencia sin mayor importancia. Revela el grado de prepotencia con que tiende a actuar la derecha cuando gobierna. La COPE y Onda Cero son dos cadenas de radio con una línea informativa y editorial muy cercana al PP. Ello no les confiere el derecho a monopolizar la oferta radiofónica de los autobuses murcianos, aunque Murcia sea un feudo pepero.

Sin complejos, por supuesto
La irrupción en los medios –tanto públicos como privados- fue un hecho permanente en los ocho años de Aznar. Esa tradición ha continuado –sin complejos, por supuesto- en la Telemadrid de Esperanza Aguirre y en el Canal 9 de Zaplana, primero, y de Camps, después. A José Manuel Lara Bosch, propietario del Grupo Planeta, Aznar le regaló o le facilitó el acceso a Antena 3 y a Onda Cero, que formaban parte de la escuadra de Telefónica desde la época de Juan Villalonga, el amigo del pupitre del colegio donde el niño Aznar estudió en la década de los sesenta.

Mola más
¿Pueden sorprender, por consiguiente, esas manipulaciones informativas en favor del PP -habituales en Antena 3- que elplural.com ha puesto de relieve? Favor con favor se paga. Lara Bosch es el editor más relevante de España y su proyección mundial es extraordinaria. Pero además de gran editor, él quería ser magnate mediático, que mola más y tiene más morbo.

Pago de peaje
Lo consiguió gracias a Aznar, y previo pago de peaje: el de salvar el diario La Razón, el más a la derecha de los periódicos derechistas de la capital del Reino y, desde luego, sólido portavoz del nacionalismo español más bien rancio. Es Lara Bosch asimismo accionista destacado del diario Avui, órgano oficioso del nacionalismo catalán. Cosas veredes…

¿En nombre de qué?
Regresemos a Murcia. La decisión municipal sobre las radios a sintonizar en los autobuses de la ciudad es bochornosa. ¿En nombre de qué el Ayuntamiento murciano impone las dos emisoras amigas? En nombre del caciquismo, en nombre del despotismo -ni siquiera ilustrado- y, sin duda, en nombre del PP, el partido del todo vale. ¿Qué dirán los obispos, tan lenguaraces últimamente, los dueños de la COPE, ante semejante favoritismo? Podrían decir, pongamos por caso, que, al fin y al cabo, en Murcia el Bien ha vencido al Mal. Que se fastidie la SER. Y, de paso, RNE.

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