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Podemos en clave religiosa (II)

La publicación de “Podemos en clave religiosa”  ha sido de las más leídas y compartidas, y ha originado una serie de comentarios en diversos sitios que me llevan a realizar una serie de apuntes sobre ese texto.
En primer lugar, el artículo no trata tanto de Podemos como partido sino de lo que en él llamo el “fenómeno Podemos”. Mi hipótesis es que ese fenómeno requiere de una clave religiosa para entenderlo; una clave que no sustituye a otras sino que las complementa. Si Podemos fuera la única alternativa al bipartidismo, su éxito podría deberse simplemente al hartazgo con ese bipartidismo. Ahí no me haría falta la hipótesis religiosa porque ese hartazgo podría explicarlo por sí solo. Sin embargo no es así. Situando el 15-M (2011) como punto crítico de un antes y un después, mucho antes ya existía Izquierda Unida (IU), desde 2006 está Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía (C’s), en 2007 aparece UPyD, y en 2010 ya está Equo. Después del 15-M surgen el Partido X (2013) y otros tres en 2014: Vox, Renovación Democrática Ciudadana (RED) y Podemos. Entre todos ellos, Podemos marca una diferencia más que significativa.
Elecciones europeas 2014
Candidatura
Votos
Porcentaje
Eurodiputados
Izquierda Unida (IU)
1.575.308
10%
5 (GUE) + 1 (GLV)
Podemos
1.253.837
8%
5 (GUE)
UPyD
1.022.232
6,5%
4 (ALDE)
Ciudadanos (C’s)
497.146
3,1%
2 (ALDE)
Equo (Primavera Europea)
302.266
1,9%
1 (GLV)
Vox
246.833
1,5%
0
RED
105.666
0,67%
0
Partido X
100.561
0,64%
0
            Podemos es el único partido posterior al 15-M que logra un resultado espectacular, mientras que los otros tres (Vox, RED y Partido X) tienen un resultado ridículo. Tan espectacular que supera a UPyD, C’s y Equo y se queda muy cerca de IU. Justo después de estos resultados, la participación en Podemos aumenta increíblemente: en Valencia llega a haber una cola de mil personas para poderse inscribir en la fundación de Podemos como partido. En poquísimo tiempo el nuevo partido tiene más militantes (inscritos) que el PSOE. Y las encuestas posteriores llegan a situarlo por delante del PSOE e incluso como primer partido en intención directa de voto. Por el contrario, las expectativas de voto de IU, UPyD y C’s se reducen drásticamente a favor suyo. En otras palabras: de todas al alternativas al bipartidismo existentes en 2014 solo Podemos sale beneficiada de una forma absolutamente asombrosa, prácticamente barriendo a todas las demás. Un fenómeno así requiere de una explicación capaz de dar cuenta de algo inédito hasta ahora: que un partido recién nacido logre un éxito así en un tiempo récord. Una explicación que aclare no solo ese éxito sino por qué lo ha tenido precisamente Podemos y no ninguna otra de las alternativas. Y ahí es donde me parece que la hipótesis religiosa puede ayudar: Podemos se ha beneficiado de una interpretación religiosa de buena parte de la población, esto es, que han vivido o experimentado a Podemos de una forma religiosa o quasi-religiosa. Lo que no ha ocurrido con los demás partidos, ante los cuales se ha tenido una actitud puramente política.
            Se han hecho paralelismos entre Podemos y el PSOE de los años 70. Podemos habría reeditado la ilusión que generó en su día ese PSOE y el tándem Iglesias-Monedero sería el equivalente al de González-Guerra. Incluso el giro socialdemócrata y moderado de Podemos sería similar al que Felipe González imprimió al PSOE después de Suresnes. El problema de esta analogía es que hay, por lo menos, dos grandes diferencias entre aquel PSOE y este Podemos. El PSOE ya era un partido con una larga historia de 90 años, más que conocido, mientras que Podemos tiene menos de un año y las únicas caras más o menos conocidas antes de las elecciones europeas solo eran las de Pablo Iglesias y Jiménez Villarejo. El PSOE tuvo también un éxito asombroso en 1982, pero lo venía trabajando desde mucho antes: primero en la clandestinidad (en la Plataforma de Convergencia Democrática) y después en las elecciones de 1977 y de 1979, donde ya obtuvo 5 millones de votos. El éxito de Podemos es muy distinto: ha pasado de no existir a tener 1.200.000 votos en cinco meses escasos.
Otra diferencia importante entre Podemos y los demás partidos es la indefinición de aquél respecto de éstos. Los demás partidos tienen más o menos establecidas y difundidas son señas de identidad y sus programas políticos, mientras que Podemos no. Su programa en las elecciones europeas era bastante escueto y, reconocido por ellos mismos, provisional e improvisado. Sin embargo, 1.200.000 electores les votaron. Lo sorprendente de esto es cómo explicar que 1.200.000 personas decidan votar a un partido sin prácticamente programa, ni historia, y formado en su mayor parte por desconocidos para el gran público (quitando a Iglesias y Villarejo). Esos votantes podrían haber elegido al Partido X (muy vinculado al 15-M) o a RED, cuyo líder, Elpidio Silva, también era conocido en los mismos platós de televisión que visitaba Pablo Iglesias, y por su actuación como juez en el caso Blesa. O a Equo, también conocido por su líder, López de Uralde, debido a Greenpeace y su protesta en la Cumbre de Copenhague en 2009. Por no hablar de partidos mucho más conocidos y con más recorrido: IU, UPyD o C’s. ¿Por qué, sin embargo, ese voto masivo se concentró en Podemos mucho más que en los otros y sigue creciendo mientras disminuye el de los demás? ¿Por qué esa indignación contra el bipartidismo no se reparte más entre todos esos partidos sino que tiende a concentrarse casi exclusivamente en Podemos? Podría apuntarse al efecto “vagón de cola”: la tendencia a votar al partido que se prevé ganador (apostar a caballo ganador). Sin embargo, esto podría explicar el crecimiento de Podemos después de las elecciones europeas (cuando despunta como “caballo ganador”) pero no lo explicaría antes, cuando las encuestas no les daban ningún eurodiputado y, a lo sumo, solo uno.
Hay quien señala precisamente a esa indefinición de Podemos y su negativa a situarse en el eje izquierda-derecha: sería la excesiva definición de los demás lo que dificultaría que la gente les votara, pues no todo el mundo comparte sus señas de identidad. Vox es muy de derechas, mientras que IU, RED y Equo son confesadamente de izquierdas. Sin embargo, Podemos no es el único que rehúsa definirse de izquierdas o derechas rechazando esa misma disyuntiva: también C’s y sobre todo UPyD reniegan de la diferencia izquierda-derecha, y UPyD fue el primero en definirse a sí mismos como “transversales”. Podría responderse que ambos dos (C’s y UPyD) realmente son de derechas (derecha liberal, no conservadora como la del PP: de hecho, sus eurodiputados están en ALDE), pero entonces habría que reconocer, por lo mismo, que Podemos son de izquierdas realmente: su programa en las europeas era prácticamente el mismo que IU, sus líderes proceden de la izquierda (de IU y de Izquierda Anticapitalista), y de hecho se han integrado en el Grupo de la Izquierda Europea junto a IU y Bildu. Si es así, ¿por qué ese crecimiento masivo de Podemos y no de IU, RED o Equo?
Otro elemento que se ha destacado ha sido el papel de los medios de comunicación favoreciendo a Podemos. Desde luego que ha sido un factor imprescindible: sin él, nada se entendería. Pablo Iglesias y Podemos han salido en televisión directamente, o se ha hablado de ellos, en 2014, antes y después de las elecciones europeas, más que IU en toda su historia. Pero aún así, en esos platós Pablo Iglesias no estaba solo. Elpidio Silva de RED o Inés Sabanés de Equo también salían en los programas de debate (y posteriormente se ha incrementado la presencia de IU con Tania Sánchez y Alberto Garzón, aunque también han aparecido otras caras de Podemos). De todas formas, aún reconociendo la enorme importancia de los medios de comunicación, sigue sin ser suficiente para explicar el fenómeno Podemos.
Todos los factores mencionados, y otros más, han contribuido, pero me parece que el elemento religioso aporta lo que falta para poder entender el fenómeno Podemos completamente. Los argumentos están en el otro texto: líder carismático, neolenguaje ambiguo, esquema mítico, narrativa binaria (casta vs. ciudadanos), mesianismo apocalíptico, pensamiento mágico, etc. ¿Por qué Podemos y no otro partido? Se puede decir que estaban en el sitio apropiado en el momento oportuno con la gente adecuada[1]. Ha sido la conjunción de muchísimos elementos: el líder, los medios de comunicación, su estrategia, el apoyo de IA, etc. Si hubiera faltado alguno de ellos tal vez no se hubiera dado esa interpretación religiosa de Podemos ni su éxito. Por ejemplo, si Podemos hubiera aceptado la convergencia con IU, habría desaparecido su aura adanista y mesiánica, su imagen de partir de cero, y habrían roto el esquema binario de que todo lo anterior es malo y solo ellos que son lo nuevo es bueno. Eso habría impedido su interpretación religiosa por parte de la población que, en su lugar, lo habrían visto como más de lo mismo. O si se hubieran definido claramente como de izquierdas, comunistas o ecologistas, o si en vez de Iglesias hubiera sido Monedero o Errejón el número 1, o si no llegan a salir tanto en los medios, o si se hubieran presentado simplemente un año antes de las elecciones. Cualquier variación en alguno de esos elementos hubiera producido que el resultado fuera totalmente distinto: podría haber ocurrido que el éxito de Podemos se lo hubiera llevado algún otro partido (más que probablemente IU), o que se hubiera repartido entre todos ellos, o un giro al “voto útil” al PSOE, o una enorme abstención… a saber.
Al introducir el elemento religioso como parte de la explicación del voto a Podemos puede parecer que digo que Podemos sea una religión o una secta. Nada de eso, ni tampoco que sus seguidores sean sectarios, fanáticos o algo así (como ya advertía en el otro texto). La idea que trato de expresar es que gran parte de esa gente que apoya a Podemos y está ilusionada con ellos lo ha interpretado y vivido de una forma religiosa o quasi-religiosa (como una especie de conversión o revival). Los argumentos están en el otro artículo, pero aclarémoslo aquí un poco más. Una persona puede tener un comportamiento religioso sin darse cuenta. Hace falta recordar la distinción entre las perspectivas emic y etic. Los seguidores de Podemos se estarían comportando (etic)religiosamente aunque ellos no sean (emic)conscientes de ello. Su comportamiento sería tan parecido al religioso que por eso se puede interpretar como si lo fuera, lo que ayudaría a explicar el fenómeno Podemos.
Como también decía explícitamente en el otro texto, la interpretación religiosa de fenómenos políticos no es algo novedoso. Existe cierto ecologismo new age que es claramente religioso y que podíamos calificar de “ecolatría”: la Tierra como una diosa-madre, cierto sentimiento panteísta o místico hacia la naturaleza, el esquema binario de natural=bueno vs. artificial=malo, neoludismo, etc. También el comunismo se ha vivido en formas religiosas a pesar del materialismo y ateísmo del marxismo. Un ejemplo claro sería la teología de la liberación (o el “socialismo verde” de Gadaffi). Pero también la forma de comportarse religiosa de algunos grupos o militantes pese a su ateísmo declarado. Unificación Comunista de España (UCE), por ejemplo, ha sido señalada como una secta tal cual por diversos autores[2]. Sin llegar a ese extremo, sí es cierto que muchos comunistas (sobre todo maoístas y trostquistas) viven su comunismo de forma religiosa: leen e interpretan los textos clásicos del marxismo a modo de textos sagrados (descontextualizados y como verdades eternas: el Libro Rojo de Mao, p. e.); glorifican a los fundadores del marxismo como a dioses o profetas (la triada Marx-Engels-Lenin a la que luego pueden añadirse dioses menores según los gustos: Stalin, Trostky, Mao, el Ché…); ven al partido como el único clero autorizado; conciben la historia como una sucesión lineal de acontecimientos que conduce al juicio final (la revolución) y el paraíso (la sociedad comunista); entienden el mundo también de forma maniquea entre el Partido y todos los demás que son enemigos capitalistas o a sueldo del capitalismo (los reformistas, aburguesados o revisionistas); y están incluso dispuestos para el martirio si hace falta o para el asesinato por la Causa (los GRAPO o las RAF). Su fe y reducción del pensamiento crítico hacia sus propias ideas es manifiesta: todo acontecimiento es una prueba de la verdad de su doctrina y de que el final de los tiempos (la revolución) está cerca; y todas las críticas hacia sus planteamientos o historia solo son mentiras inventadas por la propaganda capitalista: para ellos, Stalin, Mao o Trostky (según unos u otros) fueron santos, en la URSS no había gulag, en Corea del Norte la vida es maravillosa, Stalin no tuvo más remedio que purgar a los enemigos de la URSS, Trostky no pudo hacer otra cosa que lo que hizo en Kronstadt, la “revolución cultural” de Mao limpió a China de contrarrevolucionarios… También se ha dicho que el anarquismo del siglo pasado se vivió como una forma de religión por parte de muchos campesinos y obreros. Recordemos que Tolstoy no tuvo ningún problema en unir cristianismo y anarquismo, ni tampoco Carlos Díaz en España. Algunos han señalado ese elemento religioso en la forma concreta en la que arraigó y se extendió también de forma asombrosa el anarquismo en España. Obviamente también la derecha política se experimenta de forma religiosa más aún todavía, pero aquí nos interesan esos otros ejemplos porque, en principio, son ateos. La derecha, por su parte, es que se vincula en muchos casos a la religión directamente, por lo que diremos más abajo: el nacional-catolicismo es un ejemplo claro, el catolicismo como parte integrante del ideario falangista, de la CEDA o del Partido Popular, la alianza fáctica de las dictaduras derechistas con la iglesia católica, la mística esotérica del propio partido nazi o la influencia del fundamentalismo evangélico en el Partido Republicano de EEUU.
Sin esa perspectiva religiosa, es difícil entender algunos fenómenos políticos como los indicados. Fenómenos que, sin ser originalmente religiosos e incluso siendo explícitamente ateos, son vividos de forma religiosa por una parte de sus seguidores, lo cual ayuda a explicarlos, por lo menos en parte. Y ayuda porque da cuenta del enorme poder de movilización de la religión. La religión no solo mueve montañas, sino principalmente a personas, a los creyentes, a los que da la fuerza para una movilización que, de otro modo, no harían. Por el contrario, el pensamiento crítico o racional es mucho menos movilizador, casi diríamos que es, de hecho, desmovilizador.
Entiéndase lo que queremos decir. Supongamos que un voluntario de una ONG nos pide 600 euros para salvar vidas de niños africanos. Seguramente que, con cierta mala conciencia pero buenas palabras, excusaríamos el querer pero no poder ayudarle. Ahora imaginemos esto otro: después de mucho ahorrar conseguimos darnos un capricho que teníamos hace mucho tiempo: forrar de cuero los asientos de nuestro coche, lo que nos ha costado 600 euros. Ese mismo día vemos un accidente en la carretera, paramos y vemos a la víctima sin piernas y desangrándose en el suelo. La única forma de salvarle es subirlo al coche, estropeando los nuevos asientos de cuero para siempre con su sangre, y llevarlo al hospital. Estoy seguro de que todos lo haríamos. Ahora bien: en los dos casos se trata de 600 euros por ser solidarios en causas que no hemos elegido, pero ¿por qué en el primero no nos cuesta negarnos y en el segundo sí? La neuroética señala a las emociones: el primer caso es impersonal (no le ponemos cara a las víctimas) mientras que el segundo es personal (estamos viendo a la víctima). Eso marca una diferencia emocional que nos mueve a actuar en el segundo caso y no en el primero, aunque racionalmente se trata de lo mismo: gastar 600 euros en solidaridad. Con ejemplos como este y muchos otros, la neuroética está reivindicando el enorme papel de las emociones en las decisiones humanas, tanto que Jonathan Haidt ha llegado a hablar del “perro emocional y su cola racional”[3], dando a entender que los seres humanos primero decidimos emocionalmente y luego lo justificamos racionalmente[4]. La mera razón, el razonamiento moral sin más, tiene casi nula capacidad de movilización, mientras que las emociones tienen una gran fuerza para mover la acción. Puede darse el caso de causas totalmente justificadas que, sin embargo, no muevan a casi nadie por ellas, y otras no tan justificadas o incluso totalmente injustificadas, pero que sean altamente movilizadoras por tener un enorme respaldo emocional (el furor nacionalista o futbolístico serían claros ejemplos). Aquí puede introducirse, de paso, una crítica a ciertos programas televisivos “solidarios” con casos muy concretos y personalizados. Se trata de programas que presentan un caso único y particular de alguna persona en una clara situación de necesidad, y que consigue mover las emociones de otras personas que lo ven desde sus casas y le ayudan donándole dinero o incluso dándole un trabajo. El problema es que, desde una perspectiva racional, esa ayuda es claramente ineficiente y puede que injusta. Ciertamente esa persona está necesitada, pero también lo están cientos o miles como ella de la misma forma o mucho peor. Una acción eficiente buscaría la forma de maximizar la utilidad de esa ayuda solidaria, priorizando su gasto en los casos más graves, por ejemplo. Pero eso requiere de una visión de conjunto y una organización capaz de hacer todo eso, por ejemplo, tal como hacen ciertas ONG. Así, sería mucho mejor (racionalmente) emplear ese mismo dinero no en ese caso particular, sino en una ONG seria. El problema es que, entonces, mucha menos gente sentiría la necesidad de colaborar, pese a que sería mucho más útil su ayuda en ese caso. Ante esto, hay quienes instan a conjuntar razón con emoción para mover hacia las causas justas, y no subestimar a las emociones confiando en los meros razonamientos. Lori Gruen[5], por ejemplo, alude en ese sentido a estimular la simpatía hacia los animales como complemento de los razonamientos a favor de un trato ético con ellos, reforzando así los argumentos puramente racionales de Peter Singer o Tom Regan con los emotivistas de John Fisher. No nos vamos a extender aquí mucho más sobre esto porque nos remitiría al problema de la noble mentira en política, asunto que ya tratamos en otro texto, hablando también de Podemos. Si la pura razón no es movilizadora, ¿estaría justificado mentir por buenas razones para mover las emociones de la mayoría a favor de una causa justa por la que, si no fuera por esa mentira, no se moverían? ¿Está haciendo eso Podemos?
Entre los factores emocionalmente más movilizadores, destaca con clara ventaja la religión. Y su ventaja deriva no solo de que mueve a la acción mucho mejor que cualquier argumentación, sino de que es capaz de hacerlo aún cuando los argumentos a favor sean débiles o incluso en ausencia de cualquier argumentación, y más todavía: aunque los argumentos estén de hecho en contra. El pensamiento religioso (consciente o inconscientemente asumido) es por eso la clave que explica ciertas conductas racionalmente inexplicables. Es la clave que nos permite comprender que ciertas personas hagan cosas sin que haya motivos racionales suficientes para ello. Es la fe religiosa la que suple a los argumentos o motivos racionales que faltan. El análisis crítico es muy lento: analiza pros y contras, y duda ante la incertidumbre. Por el contrario, la fe aporta la seguridad necesaria para dar el paso adelante, la confianza para hacerlo que el pensamiento crítico no encuentra en sí mismo. Involucrarse en una causa justa conlleva riesgos: desde los económicos de pagar una cuota o dedicarle un tiempo que a la postre puede ser para nada si no hay éxito, hasta otros más graves como exponerse a multas, cárcel, tortura o la propia vida (pensemos en la oposición anti-franquista). Asumir esos riesgos depende de la seguridad en la victoria final: cuanta mayor seguridad en el éxito más disposición a asumirlo. El marxismo intentaba sostener esa seguridad de forma no religiosa sino “científica”[6]: la seguridad en la victoria final no se basaba en la fe ciega sino en el materialismo histórico que, como “ciencia”, señalaba la dirección de la historia. Unirse al partido que caminaba en esa dirección era racional, siempre que se estuviera convencido de que el materialismo histórico estaba en lo correcto, claro. Se puede discutir si el marxismo lo estaba o no, pero por lo menos lo intentaba. El pensamiento religioso, sin embargo, lo que hace es aportar también la seguridad en ese final feliz que hace que merezca la pena el sacrificio, pero una seguridad basada en la fe absoluta y sin pruebas o ante pruebas muy débiles.
Ese poder movilizador de la religión pura o de la actitud religiosa no ha pasado desapercibida en política, y en muchos casos se ha exprimido precisamente por eso. La política pura, como el racionalismo, son poco movilizadores por sí mismos. De ahí que a veces recurran a la religión o a ciertos elementos religiosos, pararreligiosos o quasi-religiosos. Ya Platón justificaba la creación de mitos religiosos para justificar su organización política en estamentos[7]. Y hemos mencionado más arriba ejemplos de derechas: el catolicismo de la CEDA o Falange, etc. Pero también la izquierda. Recordemos cómo los partidos comunistas (más bien, eurocomunistas) pasaron del enfrentamiento total con las religiones a querer integrarlas (en España, los curas obreros o las iglesias de base). O cómo usó y abusó Hugo Chávez de la retórica cristiana en sus intervenciones. O cómo incorporan los partidos y movimientos políticos[8] elementos como rituales o simbolismos que recuerdan a los religiosos o cumplen funciones de identificación, comunidad o exaltación similares (todo el ritual nazi, la simbología soviética…). Los movimientos puramente políticos o racionalistas, como la Ilustración, por ejemplo, nunca han sido movimientos de masas ni han tenido el mismo éxito que los religiosos. Incluso la Revolución Francesa tuvo que recurrir en su momento a la diosa Razón y muchos ilustrados a lo que llamaban la “religión natural” o la “fe cívica”.
Dicho lo anterior, tampoco sería extraño que Podemos no solo no haya incorporado el laicismo a su programa (en el manifiesto Mover ficha no estaba) sino que incluso procure el acercamiento a la religión. Su presencia en el parlamento europeo durante el sermón del papa, y los aplausos de Pablo Iglesias, contrastan con la protesta de los eurodiputados de IU que se ausentaron ese día. A lo que hay que añadir comentarios de Monedero o Iglesias a favor del papa Francisco o la creación del Círculo de Musulmanes y el Círculo de Espiritualidad en Podemos. Por todo lo cual me atrevo a decir que Podemos no asumirá el laicismo en su programa definitivo, sino, a lo sumo, la llamada “laicidad abierta”.
¿Todo movimiento político tiene elementos religiosos? No tiene por qué: es cierto que el simple hecho de votar ya supone una confianza (fe) en el partido que se vota: en que cumplirá su programa, en que tomará las decisiones acertadas… Ahora bien, generalmente es una confianza justificada en la trayectoria de ese partido, en su historia, en la coherencia de su programa, etc., por lo que no cabe calificarla propiamente de religiosa. En otros casos está mucho menos justificada: por ejemplo, quien vote al PP confiando en que sí que cumplirán su programa o en que meterán en la cárcel a sus propios corruptos. Pero lo interesante aquí no son esos casos sino cuando la clave religiosa se hace imprescindible para entender un fenómeno de masas como es ahora mismo el de Podemos (y en otros momentos históricos lo fueron otros). ¿Toda movilización social o política es también religiosa en cierto modo? No necesariamente: si hay motivos justificados para ella no. Una huelga o una revolución política pueden explicarse sin la hipótesis religiosa (aunque algunos huelguistas o revolucionarios se comporten de modos sectarios) sino por los motivos objetivos que lleven a ellas. La hipótesis religiosa será necesaria cuando el fenómeno a explicar implique una amplia movilización social que no pueda justificarse a partir de los demás elementos solamente, como nos parece que es en el caso de Podemos. La confianza en que Podemos arreglará el país no se sustenta en ninguna prueba más allá de la propia fe, esperanza y confianza de que así será. Pensar que un partido recién inventado, sin experiencia previa, de desconocidos y sin programa puede solucionar los problemas más graves de un país, y dedicarle tiempo y dinero de forma entusiasta a que ese partido gane, eso supone una fe muy grande para hacerlo. Una decisión así no puede ser el resultado de un análisis frío, lógico y racional. Hace falta la fe para movilizar en esa dirección.
Pero vuelvo a insistir por si los ejemplos llevan a error: que gran parte del éxito de Podemos se pueda deber a esta hipótesis religiosa no quiere decir que sus seguidores sean sectarios ni fanáticos. La conducta religiosa es más amplia que la sectaria, que sería una de sus concreciones radicales. La inmensa mayoría de personas religiosas no vive su religión de forma sectaria sino de una forma relajada y compatible con la modernidad. Para ellos la religión es una forma de vivir y experimentar la realidad que les da ilusión, consuelo, paz interior, felicidad, armonía…, todo eso gracias a la fe y la esperanza en lo que creen. Y, también hay que decirlo, gracias a la reducción del pensamiento crítico y otros elementos como el mesianismo, maniqueísmo, pensamiento mágico, etc. De la misma forma, y por razones muy parecidas, Podemos ha generado ese efecto religioso de ilusión y esperanza en muchas personas que han puesto fe en ese Partido debido a todo lo que hemos dicho. Karl Marx lo expresó muy bien en la Contribución a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel cuando caracterizó a la religión como “opio del pueblo”:
“La miseria religiosa es, de una parte la expresión de la miseria real y, de otra parte, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo. La superación de la religión como la dicha “ilusoria” del pueblo es la exigencia de su dicha real. Exigir sobreponerse a las ilusiones acerca de un estado de cosas vale tanto como exigir que se abandone un estado de cosas que necesita de ilusiones. La crítica de la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas que la religión rodea de un halo de santidad”.
Tal vez el fervor hacia Podemos pueda interpretarse así: como una forma de expresión religiosa, y de protesta a la vez, contra la miseria real del desempleo, los desahucios, la pobreza y el hambre de gran parte de la población. Seguramente que IU u otros partidos de izquierda sepan interpretar por qué hemos llegado a esta crisis y puede que hasta tengan la solución acertada, pero les falta ese elemento religioso que sí se ha dado en Podemos y que están sabiendo aprovechar. Si es así, Podemos será la expresión religiosa del problema, y entonces hace falta todavía, como dice Marx, la crítica necesaria para superar esa dicha ilusoria por otra que sea real.
Podemos Círculo musulmanes
En la fotografía: Teresa Rodríguez, eurodiputada de Podemos, con Yusuf Ibn Oroza, ex secretario general del Consejo Islámico del País Vasco. La imagen está tomada de Vozpopuli.
Andrés Carmona Campo. Licenciado en Filosofía y Antropología Social y Cultural. Profesor de Filosofía en un Instituto de Enseñanza Secundaria.


[1] Puede decirse lo mismo de muchos otros fenómenos religiosos o políticos cuya explicación remite a la conjunción de muchas variables. Por ejemplo, el éxito del cristianismo primitivo respecto de otros movimientos mesiánicos, el de la Reforma protestante pero no el de otros movimientos similares, o incluso el del nazismo o el bolchevismo. Si en vez de Jesús, Lutero, Hitler o Lenin hubieran sido otros los líderes, seguramente la historia hubiera sido distinta, o si esos mismos personajes hubieran vivido unas décadas antes o después, o si, en definitiva, hubieran sido distintos algunos de los múltiples factores que, en conjunción unos con otros, dieron lugar a esos fenómenos. Piénsese, por ejemplo, qué hubiera pasado si en vez de Stalin es Trotsky quien sucede a Lenin, por ejemplo. No quiere esto decir que la historia la hagan los grandes personajes: sin la Gran Depresión ni la derrota en la SGM, Hitler y los nazis posiblemente hubieran pasado desapercibidos en la historia de Alemania y del mundo. Lo que quiero resaltar es la importancia de la concurrencia simultánea de múltiples factores (unos más importantes que otros, evidentemente) para poder explicar ciertos fenómenos históricos, en este caso, el de Podemos.
[2] Por ejemplo: Rodríguez, Pepe (1989). El poder de las sectas. Barcelona: Ediciones B.
[3] Haidt, Jonathan. “El perro emocional y su cola racional”, en Cortina, Adela (coord.), Guía Comares de Neurofilosofía práctica. Granada: Comares, 2012, pp. 159-215.
[4] Según Haidt, el pensamiento humano se parece más al de un abogado que al de un juez: a la hora de decidir, no sopesamos racionalmente pros y contras como haría un juez imparcial, sino que tomamos una decisión emocional y luego buscamos (inconscientemente) justificaciones racionales de esa decisión, como haría el abogado tratando de defender a su cliente.
[5] Gruen, Lori: “Los animales”, en Singer, Peter. Compendio de Ética. Madrid: Alianza, 1995, pp. 478-480.
[6] En el sentido en el que el marxismo se entendía a sí mismo como una ciencia (el materialismo histórico) que había descubierto las leyes de la historia.
[7] Platón, República, libro III, 414-415.
[8] No solo políticos: la masonería es otro ejemplo de utilización de rituales y simbología pararreligiosos de forma eficaz.
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