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Perú ¿Cuántos impuestos paga Iglesia Católica?

Anunció el despersonalizado titular de RREE, José García Belaunde, que el presidente García expondrá (o podría hacerlo) ante el Papa, el impulso peruano a pactos de no agresión en Latinoamérica. Para el canciller chileno aquello significa “algo del pasado”. Y aunque no piensa así Sebastián Piñera –el dueño de Lan- y candidato de la derecha con fuerza al solio presidencial, hay que repetir aquella sentencia que espetara Stalin a Churchill en Yalta, febrero 1945: ¿cuántas divisiones tiene el Papa? Parafraseando ¿cuántos impuestos paga Iglesia Católica en el Perú?

Vía el cardenal Juan Luis Cipriani la Iglesia Católica opina sobre cuanta materia le viene en gana y dice defender los derechos humanos. ¿Serán aquellos que negaba en Ayacucho, precisamente Cipriani, en un cartel insolente que yugulaba la esperanza que alguien fuera testigo de las atrocidades que se cometieron en aquellos tiempos de muerte y oscuridad en el Ande?

La pregunta recurrente es ¿cuántos impuestos paga Iglesia Católica? Y la respuesta es inequívoca: ¡ninguno! En virtud de un tratado internacional de Estado a Estado, Perú-Vaticano, esta confesión religiosa está eximida de tributar como sí lo hace el resto de mortales en el país. El acuerdo no ha sido discutido por ningún Congreso y ¡jamás! ha recibido la ratificación de cualquiera de los Parlamentos instalados desde 1980 a la fecha. Por tanto carece de validez, es nulo y le cuesta al pueblo peruano millones de millones en evasión de impuestos, sueldos, luz, agua, teléfonos, mantenimiento, entre otros gastos. (Más información, El totalitarismo católico en el Perú http://www.voltairenet.org/article1…).

¿Es el tema del pacto de no agresión, un asunto confesional? Precedentes hay de la intervención vaticana. Verbi gracia, la delimitación entre Chile y Argentina en los años 70. No obstante aquello ¿es una nueva –no original- forma de plantear los asuntos internacionales del Perú? De sobra se sabe que nadie –y menos el Vaticano- da nada por absolutamente nada. Entonces ¿a cambio de qué, de la no observancia e intangibilidad del Concordato, ese tratado internacional nulo y abusivo que se firmó en el nadir del gobierno militar en 1980? ¿cuál es el mar de fondo de la trapisonda anunciada por García Belaunde?

No extraña la conducta de hinojos del canciller, señaladamente con respecto a Chile. De la probidad y sabiduría de aquél no hay dudas: su comparación del triángulo de mar usurpado por el país del sur con una de sus chacras, están por publicarse hasta dos libros, dando cuenta de las luces inteligentes y alta gradación que guían su comportamiento público. Hay precedentes. El presidente García Pérez dijo alguna vez que si aquí adoptábamos actitudes recias y dignas “se podían molestar en Chile”. No puede llamar la atención lo que diga el paje, por casualidad en la alta responsabilidad de dirigir la política externa nacional.

Cada quien tiene su estilo. De pronto el término “conchuda” enderezada a la jefa de Estado de Chile, suena fuerte. ¿Pretexto insólito para emitir disculpas y excusas con trompetas claudicantes? La Razón, que se sepa, no es el medio oficial del Estado peruano, por tanto, dispara a su libre albedrío y es una cuestión de gustos. A los mandones les encantaría una punición desde los altos niveles y los ujieres mansos estarían más que entusiasmados en complacerlos. Oro y esclavos.

La hipocresía, esa tara cancerosa, incrustada en el ADN social peruano, nos impele a ignorar la falta de tributo de la Iglesia Católica y a pasar por alto esos gastos que deberían estar destinados a facultades de ciencia y tecnología. No sólo eso. La similitud entre esa confesión y la diplomacia es abrumante. Ambas tienen tradición entreguista y cómplice, cada una de ellas, en su estilo y modo, ha dado pruebas suficientes de cómo se arrodilla a un país y su pueblo ante las botas dictatoriales y se soliviantan ¡sólo! cuando se trata de eliminar sus privilegios.

El país está vilmente aprisionado por escándalos y víctimas propiciatorias. Si no es una empresaria, entonces es una cantante. O es el ex presidente de una entidad estatal que tiene, ciertamente, mucho que explicar o denunciar. ¿Sería raro que mañana nos mostraran con la anuencia pérfida de los medios, una virgen que derramara –por milésima vez- “sangre”? No, de ninguna manera. Montesinos no puede quejarse. Su corrupción dejó alumnos, todos muy bien pagados.

Por sus obras les conocereis.

¡Atentos la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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