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Pasaportes digitales de vacunas: qué son y por qué hay derechos humanos en riesgo

Los pasaportes digitales como medida para una etapa postvacuna no son una buena idea, según la OMS y organizaciones de derechos civiles. La diferencia con la yellow card, el caso de la cartilla covid de Madrid y en qué punto está el debate en la UE.

La mayor campaña de vacunación de la historia mundial ha comenzado, y en el momento de publicar este artículo, más de 134 millones de dosis se han colocado ya en 73 países. En algunos de ellos, sobre todo los más interesados en recuperar el turismo y la movilidad, comienzan los debates por la posibilidad de dejar mover libremente a los ya vacunados.

Permitir al grupo de gente inmunizada eludir las restricciones podría ser una forma de gestionar la normalidad postpandemia pero hay problemas legales, prácticos y de derechos humanos

Aunque la población que ha recibido alguna de las vacunas aprobadas es un porcentaje nada significativo entre los 7.700 millones de seres humanos del planeta, y los científicos insisten en que aún no se conoce el alcance de las vacunas en reducir la transmisión, la propuesta de un pasaporte digital de vacunaciones es objeto de debates en varios países de Europa. Y Dinamarca ha anunciado su lanzamiento en los próximos meses.

Ni papel es igual a digital, ni pasaporte es lo mismo que certificado

La idea, que parece buena para países y negocios que dependen del turismo, tiene impacto sobre varios derechos fundamentales desde el momento en que pueda ser un documento requerido por alguien. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado no elaborar pasaportes digitales sanitarios desde los primeros meses de la pandemia, y el Comité de Emergencia en su reunión del 14 de enero volvió a hacerlo. Insistió en que los Estados no pidan prueba de vacunación como requisito para viajeros que entran a un país, porque “el impacto de las vacunas en reducir la transmisión del virus es aún desconocido y la disponibilidad de vacunas es demasiado limitada”.

Sobre estos dispositivos se ha hablado mucho y puede haber confusión con los términos. Ni papel es igual a digital, ni pasaporte es lo mismo que certificado, como advierten desde la OMS a Newtral.es.

Desde finales de 2020 están explorando cómo hacer una cartilla de vacunación electrónica segura e interoperable entre países. El proyecto, que se llama Smart Vaccination Certificate, servirá para las vacunas de la COVID-19 y previsiblemente se extenderá al resto. Prevé establecer estándares para certificados digitales de vacunación, diseñados para vincularlos con sistemas digitales nacionales y transfronterizos. 

En octubre la OMS comenzó a trabajar con Estonia en un certificado de inmunidad digital  para hacer un seguimiento de quienes se han recuperado de COVID-19. Este proyecto está en fase piloto y surgió para reforzar COVAX, la iniciativa respaldada por la agencia de la ONU para impulsar la vacunación en países en desarrollo.

Cartilla de vacunas, pasaporte de inmunidad, certificado digital

Una cartilla de vacunación es lo que todos conocemos: un certificado que muestra las vacunas que una persona ha recibido. Puede y suele ser un papel que nos dan cuando vamos al médico. Lo que se busca con una cartilla digital es facilitar la interoperabilidad entre distintos sistemas de salud, sin que esto afecte a la seguridad de los datos, (muy sensibles por tratarse de datos de salud), y a la privacidad de las personas. 

Un pasaporte digital o de inmunidad, aunque suene a papel, es otra cosa: implica un requerimiento para viajar y alude a un documento que marca una distinción entre quienes lo tienen y quienes no, porque permite a unos movilidad y restringe la de quienes no lo tienen. En este sentido puede afectar derechos fundamentales, como el de intimidad y el de la libertad, si se exigiera el documento para circular. 

En las versiones más avanzadas es una app o credenciales digitales que combinadas con verificación de identidad prueban que su portador ha sido vacunado, ha dado positivo en un test de anticuerpos o ha recibido un resultado negativo en un test reciente. 

Los pasaportes digitales han sido comparados con el certificado internacional de vacunación, llamado Carte Jaune (o yellow card) que fue creado hace casi 100 años para registrar enfermedades como el cólera, el tifus, el sarampión o la fiebre amarilla. En la actualidad, varios países lo solicitan ya sólo para la fiebre amarilla por el riesgo a contagiarse que pueden sufrir los viajeros; es un documento sanitario y se denomina oficialmente Certificado internacional de vacunación o profilaxis conforme al RSI.

Certificado Internacional de Vacunación o Profilaxis de la OMS

Este documento de viaje es un registro oficial de vacunas creado por la OMS. No es digital, sino una cartilla de papel amarillo en honor a su nombre y puede servir para registrar otras vacunaciones. Con el objetivo de evitar falsificaciones, algunos países africanos como Zimbabue, Zambia y Nigeria han desarrollado algunos sistemas de certificados digitales que pueden validarla. 

La principal diferencia entre un certificado internacional de vacunación como la Carte Jaune y un pasaporte de inmunidad es la naturaleza de su incentivo, como explica en The Lancet Alexandra L. Phelan, una investigadora de la Universidad de Georgetown que ha explorado los desafíos legales, científicos y de igualdad que implican los pasaportes y certificados de vacunas. Estos últimos incentivan a los individuos a vacunarse contra una enfermedad, mientras que los pasaportes de inmunidad crean un incentivo de infectarse y recuperarse para obtener inmunidad.

Los pasaportes de inmunidad imponen una restricción artificial al establecer quiénes pueden participar en las actividades sociales y económicas y quiénes no. Como advierte también la OMS, esto puede crear conductas de individuos que busquen infectarse para tener inmunidad, en situación de no acceso a la vacuna.

Si parece absurdo, hay que entender el contexto: crisis económica y desigualdades sociales, de género y de nacionalidades que excluyen a parte de la población; y al mismo tiempo, presiones de sectores empresariales a los gobiernos para que adopten medidas destinadas a que sus empleados vuelvan a estar en activo. 

En España, la posibilidad de generalizar pruebas serológicas a grupos de personas (como trabajadores de una empresa) ha quedado desestimada por la orden del Ministerio de Sanidad de 13 de abril de 2020 que limita a los laboratorios privados la realización de pruebas de COVID-19 exclusivamente a los casos en los que exista previa prescripción facultativa ajustada a los criterios de la autoridad sanitaria competente.

Los riesgos de un pasaporte de inmunidad

La Agencia Española de Protección de Datos aún no tiene una propuesta con respecto a los pasaportes inmunológicos.

Desde Newtral.es quisimos saber cómo ven el tema y qué recomiendan. Nos remiten a las palabras de su directora, Mar España, quien preguntada si pueden presentar problemas de privacidad ha dicho que “depende”. Y ha añadido que en referencia al pasaporte de vacunación, se trata de “regular con seguridad la libertad de circulación en el ámbito internacional y de la UE, siguiendo siempre los principios de proporcionalidad”. “En un momento en que las vacunas no son globales y se está yendo por fases y por dosis, quizás sería bueno dar otras alternativas a los que no se han vacunado”. 

La idea del pasaporte digital alarma a varias organizaciones por los derechos civiles. “Los pasaportes de vacunación podrían ser la columna vertical de un sistema de identificación digital opresivo y podrían llevarnos a un apartheid sanitario, incompatible con un país libre y democrático”, ha dicho Silkie Carlo, directora de Big Brother Watch, ONG localizada en Reino Unido. Allí se teme que se utilice también en el ámbito doméstico.

Alexandrine Pirlot de Corbion, de Privacy International, ha indicado que “de hecho va a infiltrar áreas de nuestras vidas en las que nunca hemos tenido que mostrar una identificación: para ir a trabajar, a un área pública, como un parque por ejemplo”, y cree que más adelante, los datos recolectados por razones sanitarias podrían ser usados para otros fines como el cumplimiento de la ley. El requerimiento de un pasaporte de inmunidad digital podría ser injusto para residentes de países con acceso limitado a la tecnología y las vacunas. “Por defecto, tendrás a quienes tienen credenciales y quienes no las tienen”, explicó. 

Si el objetivo es frenar la pandemia, un pasaporte digital no parece útil, sino todo lo contrario. La OMS advierte que las personas que asumen ser inmunes a una segunda infección porque han recibido un resultado positivo en un test pueden ignorar las advertencias de seguridad sanitarias, y el uso de estos certificados podría por lo tanto aumentar el riesgo de transmisión. 

Además del incentivo perverso de individuos que busquen infectarse ante la falta de disponibilidad de vacunas mencionado antes, Phelan en su análisis también menciona las desigualdades socioeconómicas, étnicas y raciales existentes que la pandemia ha agravado. El hecho de que el pasaporte de inmunización sea emitido por gobiernos lo convierte en un privilegio sujeto a sesgos implícitos y abre una puerta a la corrupción

Un estudio reciente publicado por la Universidad de Exeter ha estudiado el impacto de los pasaportes de vacunas en los derechos humanos. Según la investigación, los pasaportes digitales de salud pueden contribuir a la gestión a largo plazo de la pandemia, aunque plantean riesgos importantes para la protección de los datos y de los derechos humanos. 

Esto es así porque usan información personal sensible, como son los datos sobre salud, crean una nueva discriminación entre individuos basada en su estatus sanitario y pueden ser usados para determinar el grado de libertades y derechos que pueden disfrutar.

Such digital health passports pose essential questions for #dataprivacy & #humanrights given that they:
?️use sensitive personal health information
?️create a new distinction between people based on their health status
?️determine the degree of people’s freedoms & rights— Ana Beduschi (@ana_beduschi) January 12, 2021

Su autora, Ana Beduschi, ha advertido que el requerimiento de mostrar registros de salud para acceder a espacios públicos o privados marginaliza a las personas y restringe sus libertades. 

El estudio indica que las medidas para desplegar pasaportes sanitarios digitales puede interferir con los derechos humanos, en particular los que se refieren a la privacidad, igualdad y no discriminación; y la libertad de movimiento, asamblea y la de manifestar religiones o creencias. 

Se citan estudios que han demostrado que la falta de confidencialidad en los resultados de tests de enfermedades contagiosas como el COVID-19 puede llevar a que los enfermos sufran hostilidades y violencia en sus comunidades; y que este virus ya ha ocasionado una mayor cantidad de violencia y discriminación dirigida a minorías. 

Los datos de salud, como los resultados de los tests de COVID-19 o la vacunación, tienen un grado de protección reforzado de acuerdo al artículo 9 del Reglamento General de Protección de Datos, y cada país está obligado a proveer las medidas necesarias para salvaguardar los derechos y libertades de los individuos aun cuando se persigan intereses de salud pública. 

Y no basta con el consentimiento individual. El artículo 25 del RGPD establece que aún cuando cada paciente dé consentimiento para que sus datos sean recolectados, guardados y procesados para un pasaporte sanitario digital, los proveedores deben incluir protección de los datos por defecto dentro del diseño de esas tecnologías. 

Cautela en la UE 

La idea de un pasaporte de vacunación para intentar salvar la próxima temporada turística fue uno de los temas sobre la mesa de la primera videoconferencia del año de los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países miembros de la UE, pero no se ha llegado a un consenso.

Tras la propuesta inicial de Grecia, algunos países, como España, Bélgica y Dinamarca se habían mostrado a favor de algún tipo de cartilla digital para los ciudadanos de la Unión Europea. 

Dinamarca ha anunciado que lo utilizará en los próximos meses. El mismo día, Nadia Calviño, ministra de Economía, defendía en un foro organizado por un periódico alemán un pasaporte de vacunación común estandarizado para que las personas inmunizadas puedan moverse por Europa con seguridad. Es la misma propuesta que el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, había enviado en una carta hace unas semanas a Ursula von der Leyen. 

La presidenta de la Comisión Europea planteó que había que diferenciar entre la documentación en sí, que consideró “una necesidad médica”, donde ya hay un estándar global y la cuestión de para qué se puede usar.

Home de Travel Pass, la app de pasaporte digital que prepara IATA

“Pensamos que debe ser considerado muy cuidadosamente. Hay muchas variables, empezando por las médicas, ya que no hay respuesta a si alguien vacunado puede contagiar. Y no sabemos cuánto puede durar la vacuna. Hay que pensar también en cómo se respetan los derechos de quienes no tienen acceso a la vacuna y qué alternativas ofrecer a los que tienen razones legítimas para no vacunarse. Por no hablar de la protección de datos. Cuando sea el momento hará falta consenso sobre los posibles usos de ese certificado», dijo Von der Leyen en la reunión telemática. Se ha acordado seguir hablando y haciendo trabajo técnico y volver a considerarlo si es necesario dentro de un tiempo.

Las decisiones sobre controles adicionales, como PCRs negativas para viajes o cuarentenas para viajeros entrantes, que ya piden varios países, corresponden a cada Estado, pero no hay algo común cerrado.  

A nivel internacional, algunas empresas tecnológicas, como Microsoft, Oracle e IBM se encuentran trabajando en sistemas de verificación para este tipo de certificados.

IATA (Asociación Internacional de Transporte Aéreo) ha anunciado para el primer trimestre de 2021 una app móvil que incluye un pasaporte sanitario donde aparecerá el dato de vacunación de COVID-19 de cada pasajero. No podrá ser obligatorio para viajar a menos que los gobiernos lo decidan así, como aclaran en su web.

La “cartilla Covid” de Madrid

Madrid estrenó en diciembre una “cartilla Covid” que había sido anunciada con cierta polémica tres meses antes por Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad. En su presentación original Ayuso había dicho que este documento permitiría a sus portadores “acceder con seguridad” a espacios cerrados, como gimnasios, museos y cines. Al día siguiente, Ignacio Aguado, su número dos, rebajó el alcance de la medida a un historial de pruebas, y finalmente así fue la tarjeta presentada en diciembre. 

Consiste en un mero registro de las pruebas diagnósticas para la detección de COVID-19 que se haya hecho el paciente, en formato de app que se descarga voluntariamente.

Se ha explicado que la llamada Tarjeta Sanitaria Virtual contiene la misma información que la física con la ventaja de que su acceso es a través de dispositivos móviles, como el teléfono o la tablet. Como la física, permite al ciudadano su identificación en los centros sanitarios o en las farmacias para recoger medicación prescrita a través de receta electrónica.

Foto de la Tarjeta Sanitaria Virtual de Madrid (la app por seguridad no permite hacer capturas)

En diciembre a esta aplicación móvil se le agregó la funcionalidad de mostrar un registro de dosis de vacunas recibidas de COVID-19, a la que puede acceder el usuario mediante una doble verificación. El registro del resto de vacunas no está incluido en la app.

La vacunación contra la COVID-19 no se está agregando por el momento al mismo registro del resto de vacunas, ni los médicos de familia pueden acceder a ese dato de un paciente a día de hoy mediante el sistema. 

Es lo que afirma Concha Bonet, pediatra en el Centro de Salud Segre, de Madrid. “La Comunidad de Madrid registra las vacunas que está poniendo a los ancianos en residencias y a los profesionales, pero no consta esta información en tu historia clínica ni en tu cartilla vacunal”, señala en conversación telefónica con Newtral.es. 

Al haber sido vacunada ella misma con la primera dosis, recibió un papel en el que se lee ‘Registro unificado de vacunación’, sus datos y los datos de la vacuna que le han puesto, con fecha y dirección del centro de salud. El papel no tiene sello ni firma médica y según Bonet “sale de un ordenador, es como si fuera una fotocopia, es muy fácil de falsificar”. Ella ha pedido que metieran este registro en su historia clínica o cartilla vacunal en el sistema, pero le han dicho “que no se puede”, y ha hablado con gente del Comité Asesor sobre el tema. Bonet cree que finalmente lo harán, porque la respuesta ha sido “la frase que todos conocemos: los asuntos de Palacio van despacio”.

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