Angela “Lita” Boitano estuvo con el secretario del Episcopado y le reiteró un pedido de autocrítica por el comportamiento de la Iglesia Católica en la dictadura. El obispo dijo que trabajan en la organización de archivos para ponerlos a disposición de la Justicia.
“Los genocidas son ancianos y se están muriendo. Pero nosotros los familiares también somos ancianos y también nos estamos muriendo y necesitamos Memoria, Verdad y Justicia.” La reflexión pertenece a Angela “Lita” Boitano, presidenta de Familiares de Desaparecidos-Detenidos por Razones Políticas, y el destinatario fue Carlos Humberto Malfa, secretario de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), quien recibió a la histórica dirigente del movimiento de derechos humanos a pedido del papa Francisco. La advertencia de Boitano, de 84 años, se produjo luego de reiterar un pedido de autocrítica por el comportamiento de la Iglesia Católica durante el terrorismo de Estado y ante la vaguedad de las respuestas recibidas. El secretario del Episcopado aseguró durante la reunión que la Iglesia trabaja en la organización de archivos para ponerlos a disposición del Poder Judicial.
“A menos de un mes de la apertura del Jubileo de la Misericordia, la palabra ‘reconciliación’ es una constante del papa Francisco. De Cuba a las relaciones de familia, el tema figura entre sus preferidos”, reflexiona la periodista Dora Salas, integrante de Familiares, para contextualizar la afirmación más relevante que Malfa pronunció en la reunión que se concretó semanas atrás. “La reconciliación es un tema importantísimo para la fe cristiana, pero nunca se debe confundir la reconciliación con la impunidad”, dijo entonces el obispo de Chascomús. “No profundizamos cómo, según la fe cristiana, se llega a la reconciliación, que según entiendo requiere arrepentimiento, pedido de perdón y cumplimiento de una pena. Y lo primero que cabe pensar es que los genocidas jamás se han arrepentido. Al contrario”, destaca Salas.
“La justicia está despierta en el pueblo argentino y no se retrocede”, dijo Malfa durante el encuentro, y agregó que “en el tema de derechos humanos se está colaborando con la Justicia desde hace años”. El secretario de la entidad que reúne a los obispos argentinos aseguró que en la sede de la CEA “se está trabajando en el ordenamiento de los archivos” de denuncias sobre secuestros y desapariciones durante la dictadura. Se trata de un material que durante décadas la Iglesia negó conservar y al que accedió el periodista Horacio Verbitsky, que lo citó profusamente en sus cuatro tomos de la Historia política de la Iglesia Católica.
Durante la entrevista, que duró exactamente tres horas, Boitano y Salas le recordaron al obispo que mientras presentaban denuncias por sus familiares desaparecidos ante el Vaticano, la CEA y en parroquias de todo el país, en los centros clandestinos había personas aún con vida, como supieron años después por testimonios de sobrevivientes. También enfatizaron que la jerarquía de la Iglesia fue cómplice de la situación, afirmación que avalaron con dichos del fallecido poeta Juan Gelman, quien en una carta de 1995 al “nieto o nieta” que estaba buscando contó que en 1978, en el Vaticano, el jesuita Fiorello Cavalli le aseguró que esa criatura había nacido.
–Para los creyentes es intolerable pensar en el silencio de la Iglesia –sostuvo entonces Malfa –según recuerda Salas.
–Si hay un lugar donde era fácil perder la fe, ese lugar era el Vaticano –le recordó Boitano, que a pesar de todo sigue siendo católica.
La misma frase había pronunciado Lita el 22 de abril en la audiencia pública con Bergoglio en la plaza San Pedro. Esa mañana, acompañada por el embajador Eduardo Valdés, Boitano aferró al Papa cuando lo tuvo cerca y le pidió “apertura total de los archivos vaticanos” y “una autocrítica de la jerarquía de la Iglesia por su complicidad con los genocidas”. Cuenta Salas que el ex superior de los jesuitas se sorprendió por la fuerza de Lita, que a los 84 años y con dos hijos desaparecidos sigue luchando por Memoria, Verdad y Justicia, y que le respondió “estamos en eso, hace poco hablé del tema con Laterza”. Dos días después, a pedido del Papa, Giuseppe Laterza, encargado de las relaciones del Vaticano con el Cono Sur, recibió a las integrantes de Familiares y les propuso que “para unir esfuerzos” se entrevistaran con Malfa, encuentro que se concretó siete meses después.
“Lita llegó al corazón del Vaticano. El Papa y dos monseñores, uno italiano y joven (44 años, “menos que la edad que hoy tendrían mis hijos que busco desde hace casi cuarenta”, le dijo Lita) en la Santa Sede, y otro argentino, serio, muy informado y culto”, destacó Salas. Sobre el pedido de autocrítica, término que los distintos interlocutores evitaron y reemplazaron por “documento”, las respuestas fueron siempre vagas. “No las hay para ninguno de los dos temas”, advierte Salas, en referencia también a la apertura de los archivos.