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Para qué educar · por Antonio Martínez Lara

​Descargo de responsabilidad

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Ahora que estamos en pleno proceso de adjudicar a las criaturas al colegio donde van acudir durante buena parte de su vida, se me ocurre ese “para qué”. Y es que el abajo firmante, que creía  atractiva, e incluso vocacional, la  tarea escolar, tanto que la eligió a la hora de ganar su salario, y siguió hasta su jubilación. Después de tan larga experiencia y como está el patio, ya no tiene las cosas tan claras. De ahí la oportunidad de compartir las dudas que me embargan. Debo advertir que  cuando decidí dedicarme a la tarea docente, a  la  necesidad  del empleo que me diera de comer, se añadía la afición, que la gente llama vocación. Pues sí, pese aquel precedente  y a mi perseverancia escolar, hoy me lo pensaría para mí para la chiquillería con su ingenuidad. Entiendo que han cambiado tanto   aquellos  presente y futuro, que comparados con los de estas criaturas son la cara y la cruz. Tanto en mi niñez como al final de los sesenta como novato e ilusionado maestro, se preveía un futuro esperanzado en mejorar accediendo a la democracia. Ni la escuela. con el mercadeo  que se ve en la matriculación, y con el belicismo que no falta o  al deterioro   ecológico o social que poco se toman en cuenta, no ilusionan  demasiado

Quizá sea que la vejez aumenta mi optimismo,  pero hasta hace unas décadas yo no percibía esa situación ni la crispación, ni tanta confusión en el ambiente, y lo que es peor que todo se compra y todo se vende. Se iba a la escuela con  ganas y con menos problemas que hoy y sin reproducir situaciones propias de ambientes de mayores. La colaboración entre familia y escuela era más fluida y constructiva. Al menos eso me parece a mí, vista la cuestión   por las charlas con mis nietos y nietas con sus conversaciones que acaban con las notas como si estas fueran el pago que consiguen sin más interés por conocer el mundo en que viven. Yo recuerdo aquel tiempo en que se decía quien iba a estudiar, es decir a pasar a   bachillerato. Afortunadamente  hoy desde la llegada de la EGB esa situación  se superó y todo el alumnado podría salir con el título que antes era bachillerato elemental. Se había llegado a la Educación General y Básica, lo que no era poco, lo más parecido a un ciudadano o ciudadana en igualdad en la mayoría de los pueblos. Luego, aunque la Constitución decía, y dice que, a nadie se discriminará por nacimiento, raza, sexo y religión, la verdad es que, aunque sea trampeando las normas si que se ha venido segregando en menos  casos por sexo y algunos más por nacimiento. No se debe olvidar el empeño del Opus Dei en cuanto al sexo. Mirando el nacimiento, o de clase, ya sea por la gratuidad  del artículo 27-4 en cuanto a cuotas, comedores y actividades que determinadas familias no pueden pagar. Hay otras causas de segregación sin reparo legal pero si social y ético.

He señalado algunos reparos legales para segregación en la educación, pero aquí surge una de las dudas ”si tiene por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales” (Art. 27-2) . Yo me pregunto si separar al niño o niña de su compañía natural del vecindario para que acuda a otro centro , para el que se aducen razones de creencias familias con estilo de vida completamente secular. Es una actitud democrática  y hasta pedagógica forzar un ambiente educativo huyendo de la diversidad social en la que ha de desenvolverse como un ciudadano o ciudadana con responsabilidad solidaria. Con frecuencia se aducen razones pedagógicas para la elección de un centro y no otro que podríamos valorar a la luz de elementos combinados de manera personal y colectiva que desechamos sin el mínimo reparo. Es ético considerar “chusma” a una o criaturas, probablemente  sin caprichos y con unas vivencias que pueden venirle de perlas a otra que puede mostrarle otros aspectos que le harán reconsiderar sus criterios.  Sí, que las familias que han decidido acudir a un colegio donde ya le han reservado una hora para visitar el colegio, piense bien eso de la educación, puede ocurrir que acuda al de una Fundación que tiene colegio para familias acomodadas en el centro, y otro en un gueto de las afueras. Sí, podemos mirar las frases  ocurrentes que aparecen en el  entorno de niños guapitos que mejoran un cartel  o incluso el anuncio en el cine. Pensemos que sí que la educación es una mercancía más. Quítese de la cabeza que hay pedagogías colaborativas en las que además de aprender matemáticas y otras habilidades, su hijo o su hija está aprendiendo a ser mejor persona , a ser el ciudadano o ciudadana  que tanto  se va a necesitar en el futuro tan incierto. Ah, se me olvidaba, quizá se nos ocurra que esos objetivos casan muy bien con las creencias de su familia.

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