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Papa pide a Cuba más libertad para la Iglesia y elogia la reconciliación con Estados Unidos

Reclamó que la Iglesia siga acompañando y alentando al pueblo cubano en sus esperanzas y en sus preocupaciones, con libertad y con los medios necesarios para llevar el anuncio del Reino (de Dios)  

Recibido por el Presidente Raúl Castro y con honores militares en el aeropuerto de La Habana, el Papa Francisco inició ayer su esperada visita a Cuba, llamando al gobierno comunista de la isla a una apertura hacia la Iglesia católica y hacia EE.UU., destacando el proceso de reconciliación entre ambos países.

Aunque el Pontífice recalcó ayer el carácter pastoral de su viaje a la isla, el rol de mediador que ha jugado en el acercamiento entre La Habana y Washington, inevitablemente le da un tono político a su visita.

En su discurso a los pies del avión Alitalia que lo llevó hasta la isla -y en medio de un fuerte viento que le quitó por un momento el solideo que lleva sobre su cabeza- el Papa dijo que el deshielo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos es algo que “nos llena de esperanza” y animó a los responsables políticos a “continuar avanzando por este camino”.

“Es un proceso, un signo de la victoria de la cultura del encuentro, del diálogo, del sistema del crecimiento universal sobre el sistema muerto para siempre de dinastía y de grupos… como decía José Martí”, expresó el Papa.

“El mundo necesita reconciliación, en esa atmósfera de Tercera Guerra Mundial, por etapas, que estamos viviendo”, añadió Francisco, quien había declarado a los periodistas durante el vuelo de 12 horas desde Roma que “el mundo tiene sed de paz”.

La mediación del Pontífice para el restablecimiento de las relaciones entre La Habana y Washington era reconocida por las personas que salieron a saludarlo a las calles de la capital. “Tenemos la expectativa de que Dios nos pueda ayudar y que cuando el Santo Padre vaya al Congreso de Estados Unidos pueda abogar por nosotros” para que elimine el embargo económico a Cuba, dijo a France Presse Yudelkis Geigel, de 32 años, quien aclaró que no era “ni cristiana ni católica”, sino militante comunista. Francisco visitará a partir del martes Estados Unidos.

Al agradecer la recepción del Presidente Castro, Francisco le pidió transmitir a su hermano, Fidel, líder de la revolución cubana, sus “sentimientos de especial consideración y respeto”.

El vocero del Vaticano, el padre Federico Lombardi, dijo que hay una “posibilidad” de que el Papa se reúna hoy con Fidel en La Habana, en lo que sería un encuentro emblemático entre dos figuras latinoamericanas de gran envergadura, que además se formaron con los jesuitas. El ex Presidente ya se ha reunido con los predecesores de Francisco que visitaron Cuba: con Juan Pablo II en 1998 y Benedicto XVI en 2012.

Medios necesarios

El Pontífice también mencionó en su discurso de llegada otro de los objetivos de su visita y pidió para la Iglesia en Cuba “los medios necesarios” para trabajar “con libertad”.

“Hoy renovamos estos lazos de cooperación y amistad (con el gobierno comunista) para que la Iglesia siga acompañando y alentando al pueblo cubano en sus esperanzas y en sus preocupaciones, con libertad y con los medios necesarios para llevar el anuncio del Reino (de Dios) hasta las periferias existenciales de la sociedad”, dijo.

Al recibirlo, Raúl le dijo al Papa que en la isla “ejercemos la libertad religiosa como derecho consagrado en nuestra Constitución”.

Algunas voces críticas han deplorado la reconciliación entre la Iglesia y el gobierno cubano, que dejó a los disidentes sin nadie que los escuche. El Papa hasta ahora no tiene programado reunirse con ellos, pero pareció hacerles un guiño a su llegada al extender su saludos “a todas aquellas personas que por diversos motivos no podré encontrar”.

Tras la bienvenida, Francisco se dirigió a la Nunciatura Apostólica, situada en el barrio diplomático de Miramar, un recorrido de 18 km que hizo -según acostumbra- a bordo de un papamóvil abierto.

Unas horas después, ya de noche, el Papa Francisco salió de la Nunciatura para saludar a un grupo de entre 30 y 40 personas que estaban autorizadas para poder acercarse a la residencia.

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