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Padrenuestros antivirales: Duque suplicó a la Virgen del Chiquinquirá y López Obrador invoca el amor divino

América Latina se encomienda al Corazón de Jesús, la Virgen de la Chiquitina o el Cristo del Corcovado contra el coronavirus porque si la pandemia invade la región harán falta milagros para evitar que la diezme. El amor divino invocado por el presidente Andrés Manuel López Obrador es razonable, ya que los médicos tendrán que recetar jaculatorias si el contagio es masivo en México, con 125 millones de habitantes dependiendo de una deficiente infraestructura hospitalaria. El presidente de Colombia suplicó la protección de la Virgen de Chiquinquirá, cuya asistencia médica reclamarán los ingresados en los numerosos hospitales dejados de la mano de Dios. Jesús de Nazaret tendrá que echar una mano a Brasil, discapacitado por la pésima gestión de recursos y la escasez de profesionales en las zonas vulnerables.

Latinoamérica afronta la amenaza vírica en precario, sumida en un estancamiento económico que debilita la respuesta médica. Cuba está más preparada porque la sanidad pública cubre toda su geografía, cuenta con una plantilla sanitaria curtida en epidemias y operaciones internacionales y acumula experiencia en pruebas masivas de detección y aislamiento de enfermos. Lo hizo contra el sida en los ochenta, y fue el primer país del mundo en eliminar la transmisión materno infantil del VIH y de la bacteria de la sífilis como problemas de salud pública. Además de encomendarse al Altísimo, López Obrador, Iván Duque y otros gobernantes creyentes se verán abocados a decretar el control de la sanidad privada, mejor dotada que la pública pero al alcance de una minoría.

Los seguros particulares o sindicados desempeñan un papel fundamental en una región donde las prestaciones del Estado generan desconfianza.

Aunque soy hombre de poca fe, hace años me santigüé antes de entrar en las urgencias de tres hospitales públicos latinoamericanos y salí blasfemando. La creciente participación del sector privado en los sistemas de salud es directamente proporcional al grado de insatisfacción de la población con el régimen público. Ambos sectores compiten, se integran o complementan, de acuerdo a los subsidios, modalidades e ingresos personales. Quienes pueden sufragarse un seguro, lo hacen; Uruguay, Argentina y Chile son punteros en su contratación.

La epidemia, el desplome del precio del crudo, las devaluaciones y el agotamiento de recursos fiscales avizoran la recesión de un subcontinente que debiera protegerse aprendiendo de Asia y Europa. El encuentro con la plaga exhibe las carencias de una geografía donde solo el 17% de las madres y niños tiene cubiertas sus necesidades sanitarias; el resto vive del Estado y de la cooperación internacional. Desde los toques de queda chileno y guatemalteco, el cierre de accesos de Argentina, el asistencialismo económico de El Salvador y la caminata del amor sandinista, los Gobiernos toman medidas. Pero como todavía se limpian cloacas sin mascarillas y las aglomeraciones asustan, la devoción se vacuna arrodillada en los santuarios marianos, mientras el extremismo pentecostal denuncia a Satanás, que abduce a los miedosos para que conviertan el viento en neumonías.

Juan Jesús Aznarez

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