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Ocultado de la Historia: El Holocausto Canadiense

Ocultado de la Historia es una eclosión de veracidad y revelación del Secreto  más Execrable de Canadá: el exterminio sistemático de los Pueblos Aborígenes, desde Labrador hasta la costa oeste de la Isla de Vancouver.

El binomio Iglesia-Estado fue el artífice de esta masacre que segó la vida de millones de personas para imponer una doctrina genocida de la supremacía racial calcada del Nazismo. Ésta concebía y practicaba un solo credo: todo aborigen, mujer, hombre o niño que se resistiera a su propia aniquilación cultural, o a la confiscación de sus tierras, debía ser exterminado. El eufemismo, y palabra clave, para aludir a este genocidio en Canadá es la “asimilación”, tras la cual se oculta la doctrina de la supremacía de la Cristiandad europea, de su progenie y del capitalismo corporativo.

En reconocimiento al terrible coste en vidas humanas de dicho sistema asesino, Ocultado de la Historia aspira a ser algo más que una mera crónica. Pretende ser una llamada a la movilización, para romper de una vez por todas con una sociedad genocida cuya visión del mundo ha generado y perpetuado el exterminio en masa de pueblos y territorios enteros de nuestro continente y de nuestro planeta. Porque no es posible cuestionar los crímenes cometidos en nuestro nombre sin hurgar en sus raíces, para poner fin de una vez por todas a los idearios y a las políticas que lo consumaron – y que siguen cobrándose la vida y usurpando los territorios de millones de seres humanos, en su obcecación de que la Cristiandad tiene el derecho a someter a todas las demás gentes y culturas.

Hasta hace bien poco, la sola insinuación de que creencia tan homicida conformara la base de nuestra sociedad resultaba repulsiva a muchos canadienses. Sin embargo, conforme van saliendo a la luz las pruebas de programas de esterilización masiva, de políticas de inoculación deliberada de enfermedades a los niños, y de fosas masivas por todo el país, los canadienses se han visto obligados a asumir una postura similar a la adoptada por la sociedad alemana tras la II Guerra Mundial: nos hallamos ante los cadáveres de miles y miles de criaturas inocentes cuya sangre salpica nuestras manos y debemos asumir nuestra parte de responsabilidad, e incluso cabe que nuestra complicidad en los crímenes, si es que aspiramos a lavarnos esa sangre de las manos.
 

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