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Notre Dame, Obama, Vaticano y Vázquez

La noticia podría presentarse así: Escándalo en los graderíos de la jerarquía católica norteamericana: medio centenar de obispos recriminan al rectorado de la universidad católica de Notre Dame – la institución docente más señera de la secta cristiana en EE.UU.- por anunciar la próxima concesión de un título “honoris causa” al Presidente Barack Obama.
 
Como viene haciendo anualmente, la Universidad católica de Notre Dame – en South Bend, Indiana – celebrará este 17 de mayo el aniversario de su fundación, primeramente como escuela misionera francesa (en 1842) y desde 1844 como centro universitario privado. Académicamente ocupa el puesto 18º en la escala universitaria estadounidense, pero es el de mayor reputación entre los centros católicos.

Durante su campaña electoral, Barack Obama prometió reunir un equipo político formado por “los mejores y más brillantes” norteamericanos y, según parece, cree poder extraerlos de las universidades. Tal vez sea esa una de las razones por las que nombró a Lawrence Summers, antiguo rector de la Universidad de Harvard, primer consejero económico de la Casa Blanca y ha asignado a otros académicos puestos de primera fila en diversos departamentos ministeriales. En realidad no se trata de nada nuevo, puesto que ya se puso en práctica para trazar la política de seguridad norteamericana durante la larga guerra fría que terminó con la caída del muro de Berlín. Por eso, el Secretario de Defensa, Robert Gates, dirigiéndose hace unas semanas a la Asociación de Universidades Americanas, decía que había que adoptar de nuevo a “sesudos con ideas” o “eggheads”.

Tal vez fuera David Petraeus, graduado en la universidad de Priceton y general al mando de las operaciones norteamericanas en Irak – proclamado uno de los 100 máximos intelectuales del mundo por revistas como “Foreign Policy” y “Prospect” – uno de los ejemplos en los que estuviera pensando Robert Gates, dado que el ilustrado militar y varios de los tambien altos graduados miembros de su equipo han sido los artífices de la estrategia seguida “contra la insurgencia” iraquí, cuyos efectos venimos oyendo y leyendo diariamente, perdiendo ya la cuenta de los centenares de muertes acumuladas desde que el plan fue adoptado, aunque a algunos siempre les quede el recurso de aducir que todo sería aún peor si faltaran tan valiosas aportaciones.

Sin entrar en otros pormenores sobre los resultados que pudieran ser atribuibles a inspiración intelectual en la anterior política de seguridad norteamericana, es evidente que al Vaticano no se le escapa la conveniencia de participar, de la forma que pueda, en la inspiración de la nueva era que parece querer alentar el Presidente Barack Obama. Y menos aún se les escapa esa posibilidad a los notables de la Universidad de Notre Dame, cuyo Rector, a pesar de las protestas de la jerarquía católica nacional, ha ratificado la decisión de distinguir a Obama con un doctorado honorario.

La situación actual de la I.C.A.R. en EE.UU. está lejos de ser próspera. Los escándalos de pedofilia hechos públicos estos últimos años han deteriorado aún más la imagen de esa Iglesia, a la que tradicionalmente se designa allí como “papista”. Según el último informe del Centro de Investigación Pew, tampoco las Iglesias protestantes – mucho más enraizadas en la sociedad norteamericana – parecen estar boyantes, si bien la adicción religiosa de los estadounidenses se mantiene muy por encima de la de los europeos en general. El 51% continúa declarándose protestante y algo más del 23% son católico-romanos (inmigrantes “latinos”, gran parte de ellos). Pero el número de católicos que abandonan anualmente su afiliación es cuatro veces superior al de los que ingresan. Y la mitad de ellos declaran hacerlo por no acabar de digerir determinadas creencias dogmáticas y menos aún las tesis morales del Vaticano respecto al aborto, al control de la natalidad, la homosexualidad o el papel de la mujer en la Iglesia, según el informe mencionado.

La universidad de Notre Dame ha pretendido recientemente conceder su máxima distinción a Mary Ann Glendon, nombrada embajadora norteamericana ante la “Santa Sede”, feminista y profesora de Derecho en Harvard. Pero la señora, muy consecuente con sus ideas, ha rechazado la proposición, dejando así vacante la edición de la Medalla Laetare 2009 de aquella universidad católica. Una pequeña bofetada, en repuesta a los ataques de los que ha venido siendo objeto por mantener sus convicciones sin doblez diplomática respecto al aborto, la investigación con células-madre, etc., en cuanto a las políticas anunciadas por Obama.

Y ello me hace pensar en nuestro embajador socialista en el Vaticano, Francisco Vázquez, que acaba de recibir del Papa la Gran Cruz de Caballero de la Orden Piana (restaurada por Pio IX, el creador del Índice de “libros prohibidos”), reservada a jefes de gobierno y embajadores “en reconocimiento de su esfuerzo y dedicación”. Vázquez ha manifestado su agradecimiento en nombre propio y en el del Gobierno español por tal honor, confirmando su “compromiso de seguir trabajando en pro del diálogo y de los acuerdos conseguidos estos últimos años entre la Santa Sede y el Gobierno de España” (sic). Habrá que suponer que el Sr. Embajador, al hacer tales declaraciones, no tenía en mente la nueva ley sobre el aborto, la utilización médica de células madre, las campañas públicas del Gobierno de España sobre el uso de condones, el matrimonio de los homosexuales y demás iniciativas gubernamentales socialistas de las que abominan las jerarquías designadas por el Vaticano, tanto aquí como en EE.UU. ¿A qué juega este embajador y qué control de “su esfuerzo y dedicación” ejerce el Ministero de Asuntos Exteriores?

No es necesario suponer, puesto que es evidente, que la política exterior vaticana aparca o modula algunas de sus obsesiones dogmáticas en función de los diferentes terrenos de juego internacionales, incluso a pesar de las posturas puntuales de sus delegados episcopales en todo el mundo. Seguro que los de Notre Dame son más inteligentes que sus obispos y tambien seguro que no actúan “por libre”. El Vaticano sabe siempre de qué va.

Amando Hurtado es escritor y licenciado en Derecho

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