El equipo de investigación –un psicólogo, sacerdotes y médicos de diferentes instituciones, incluidas la Facultad de Medicina de Harvard y la Clínica Mayo, sugirieron que los nervios pudo ser la causa. Charles Vetea, médico del Hospital Coronario Bautista Integris, uno de los centros que realizaron el estudio, en Oklahoma City, dijo en una conferencia en abril “Se sabe que la ansiedad suele elevar los niveles de adrenalina y estos empeorar la fibrilación. El paciente podría preguntarse ¿tan mal estoy que piden rezar por mi? ”. Dean Marek, capellán jefe de la Clínica Mayo, vio el problema como un posible error en el diseño del estudio: “No se hallaba presente el sentido de comunidad. Se podría hablar de oración impersonal, en lugar de rezo por la intercesión”
Sin llegar a afirmar que la capacidad curativa de la oración por parte de amigos y parientes puede basarse más en las relaciones personales que en las oraciones, los autores manifiestan que no tienen intenciones de continuar el estudio. Éste, patrocinado en gran medida por la fundación John Templeton, costó 2,4 millones de dólares.