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Ninguna religión

Vuelve la Iglesia Católica con más lecciones para nosotros y nosotras. La Conferencia Episcopal, la institución administrativa permanente, integrada por todos los obispos de las diócesis de España y Andorra y que se encuentra bajo la autoridad del Papa, no se rinde. Sigue intentando implantar sus dogmas religiosos en todos los aspectos del día a día de las personas. Con el nuevo año han reaparecido en todos los medios de comunicación con viejas intenciones, las de toda la vida, encaminadas a controlar la vida sexual de la gente. Resulta muy curiosa esta obsesión de los obispos españoles… quizá tenga alguna explicación científica, y es de esperar que así sea, porque de lo contrario solo nos quedaría pensar que estaríamos ante una banda de psicópatas con alzacuellos en pie de guerra contra el sentido común y en defensa de sus privilegios económicos… y morales.

Y es que se ha armado un gran revuelo –no era para menos- con los “cursillos prematrimoniales” que desde la Conferencia Episcopal se han inventado para “ayudar” a las parejas de novios católicos a ir cimentando el matrimonio al que deberán llegar tarde o temprano. Primero lo anunciaron a bombo y platillo, y luego retiraron algunas cosillas de los mismos por el gran rechazo social que se ha demostrado en los últimos días al conocerse algunos de sus “consejos” y actividades, como por ejemplo la “recomendación” de dejar descansar a la mujer el día que tenga que mantener relaciones sexuales con su esposo. Y es no escarmientan pero tampoco se rinden. Porque una vez que han perdido el sentido del ridículo ya solo les queda, supongo, la esperanza del “a ver si cuela”. A ver si cuela su idea de “familia”, su idea de “amor”, su idea de “pareja”, su idea de “hogar”, su idea de “relación”, su idea de “felicidad”, su idea de “educación”, su idea de “sexualidad”, etc. Que sí… que estos cursillos prematrimoniales son para aquellas personas que decidan casarse por la Iglesia… pero están llenos de prejuicios y estereotipos que fomentan, sin lugar a dudas, el machismo y apuntalan el patriarcado que tanto conviene y del que tanto provecho sacan las cúpulas eclesiásticas hipócritas y pederastas de la santísima Iglesia Católica.

La Conferencia Episcopal Española (CEE), fundada en el año 1966, está dirigida por personas que reúnen, entre otras, unas determinadas condiciones “obligatorias” para esta misión. Son varones y se han consagrado al Dios de los cristianos jurando un voto de castidad. Es decir, no pueden vivir ni conocer el matrimonio, no pueden formar familias propias y no pueden tener relaciones sexuales (de ningún tipo… no… tampoco con niños, entre otras cosas porque es DELITO). Por supuesto, tampoco pueden –por su condición de varones- experimentar en su propio cuerpo el proceso natural que supone un embarazo. Sin embargo, a pesar de carecer –en teoría- de todas estas posibilidades (poder casarse, formar una familia, tener relaciones sexuales y dar a luz), se alzan como los únicos conocedores de cómo deben vivirse estas experiencias por las personas. Sus cursillos prematrimoniales van de este rollo… de cómo organizarles la vida a hombres y mujeres en base a sus creencias morales.

Defienden conceptos como el amor verdadero, la fidelidad, la vida, el compañerismo entre hombres y mujeres, el respeto, etc. sin cuestionar que su defensa está basada en ideas tan retrógradas sacadas de un cuento de ciencia ficción (la Biblia) en el que solo se reconoce a la mujer como el gran error de la Creación Divina: una lianta, una pecadora, la culpable de los inmensos males de la Humanidad… una desagradecida que no supo valorar la inmensa generosidad del varón al darle vida a través de su propio cuerpo. El cuento de la costilla.

Y para muestra, aquí algunos ejemplos:

“Luego Dios el Señor dijo: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. (Génesis, 2:18)

“De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará mujer porque del hombre fue sacada”. (Génesis, 2:22-24)

“Esposas, sométanse a sus propios esposos como el Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo”. (Efesios, 5:22-23)

“Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor” (Colonenses, 3:18)

“Que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito, 2:4-5)

“Si un hombre encuentra a una joven virgen que no está comprometida y se apodera de ella, y se acuesta con ella, y son descubiertos, entonces el hombre que se acostó con ella dará 50 siclos de plata al padre de la joven, y ella será su mujer porque la ha violado, y no podrá despedirla en todos los días”. (Deuteronomio, 22:28-29)

A mí me parece que ya está bien. Estamos muy cansadas de soportar constantemente estos sermones disfrazados de “consejos católicos para católicos” en los medios de comunicación de un Estado “aconfesional y laico”. Sermones “amables” que son, no nos olvidemos, oportunidades con las que los obispos de la Iglesia Católica descargan su ira contra las mujeres que no se arrodillan ni se tragan el cuento de la costilla.

Somos dueñas de nuestros propios destinos como seres humanos, porque para eso nos parieron libres e iguales. Basta de dogmas religiosos falsos que dividen a las mujeres en buenas y malas, en putas y sumisas. Basta de esconder la violencia machista en el matrimonio, porque desgraciadamente existe en muchísimos casos… de intentar justificar que la voluntad de un Dios que no hemos visto ni sentido jamás es la del “todo es para siempre”. Basta de vender el amor romántico como el único verdadero. Basta de negarnos el derecho a decidir y a disfrutar de nuestros propios cuerpos. Basta de decirnos cómo tenemos que criar a nuestros hijos e hijas, de la educación que debemos darles y de los valores que tendremos que inculcarles. Basta de advertirnos sobre cómo vivir nuestra sexualidad o sobre a quién debemos amar.

Uno de los mayores enemigos, sino uno de los más peligrosos, para la mujer y su emancipación en este sistema patriarcal y desigual, es sin lugar a dudas la religión. No hay religión en el mundo donde la mujer no aparezca sometida, en la que no se justifique su situación de explotación o en la que no se explique, a través de cuentos como el de la costilla, la dominación del varón sobre la hembra.

La religión es simplemente la herramienta de esta secta llamada Iglesia Católica cuya interpretación de la palabra de aquel profeta no es ni por asomo la realidad que demuestran sus “representantes” en la Tierra.

Macarena Amores García

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