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NEOS, una iniciativa muy particular · por José Enebral

*Los artículos de opinión expresan la de su autor, sin que la publicación suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan todo lo expresado en el mismo. Europa Laica expresa sus opiniones a través de sus comunicados.

De la plataforma cultural NEOS, presentada el pasado 26 de noviembre en Madrid, cabe valorar su empeño en declarar lo que es y lo que no es. Dice no ser un partido político, no tener intención de concurrir a elecciones; asimismo dice, en positivo, constituir una alternativa cultural ajena a la política, aunque persigue un cambio de gobierno con que lograr una “regeneración moral y política de España”. Mayor Oreja llama a reemplazar a Sánchez, y María San Gil viene a sostener que este gobierno del “frente popular” se propone acabar con nuestras raíces… cristianas. Sí, esto despierta la atención de un laicista.

Entre quienes hayan conocido la noticia, seguramente habrá personas que tengan por atractiva y oportuna esta iniciativa; pero también puede que haya parecido extravagante o simplemente curiosa a otros, por motivos diversos. Desde luego, sonoras y aun divergentes pueden parecer algunas declaraciones que en los medios han realizado los promotores, y tampoco faltará quien, al margen de su credo y su orientación política, perciba el correspondiente y detallado manifiesto como una suerte de puzle cuyas piezas no acierta a encajar. Equivocado o no, uno piensa que, para su encaje y más allá de las propias piezas, acaso habría que modificar el marco, el tablero, el motivo; pero, si lo desea, examínelo el lector interesado para llegar a sus propias conclusiones.

NEOS parece alinearse sin reservas con la libertad, la democracia y la Constitución pero, siendo así, suena raro que repudie el gobierno legítimo y descalifique leyes aprobadas en las Cámaras (divorcio, eutanasia, educación, matrimonio homosexual…). Se declara próxima a las formaciones de la derecha pero, por constitucionalista, habría de aceptar la soberanía del pueblo, y por tanto el resultado del funcionamiento democrático; o sea, los gobiernos de una u otra tendencia, como la evolución cultural de la sociedad.

Si este proyecto desea reemplazar al gobierno, habría de concurrir a elecciones y ganarlas; si desea que las gane la derecha, corresponde a los partidos formular su ideario, su programa; si desea orientar el voto de los ciudadanos, esto ya lo hacen las formaciones políticas, e incluso a veces el clero desde los ambones; si lo que NEOS siente es una suerte de neostalgia del nacionalcatolicismo, debería recordar que nuestro Estado es aconfesional y que, en su tarea, el gobierno ha de atender al programa formulado, típica consecuencia de expectativas detectadas en la sociedad, sean estas fruto de necesidades, intereses, fundamentos culturales o creencias religiosas.  

Se insiste llamativamente en lo cultural de la iniciativa y, aparte de la alusión al cristianismo, el derecho romano y la filosofía griega, se viene a decir, por ejemplo, que la creación de NEOS no responde a una contienda política de izquierdas y derechas, sino de demócratas frente a autoritarios (sin precisar quiénes son quiénes); asimismo se habla de una guerra entre fundamentos y relativismo. En definitiva la plataforma considera preciso hacer en su manifiesto una descripción general del perfil programático cultural para su alternativa deseada de gobierno (la que habría de ganar las próximas elecciones).

Suena igualmente raro que sostengan, por ejemplo, que el sistema de mayorías no es adecuado para definir la moral, que la verdad no depende del sufragio universal, que la moralidad reside en la realización del fin del hombre y no en la búsqueda de la utilidad o el placer. La plataforma apunta en efecto a la moral cristiana, sin embargo nada de esto figura en nuestra Constitución; acaso sí en la Biblia, pero nuestra referencia, nuestra Carta Magna, es la Constitución. Según las encuestas, parece que apenas una sexta parte de nuestra población se declara católica practicante, y en ella debe haber votantes a opciones de derecha, de centro y de izquierda.

La plataforma alude a moralidad, raíces, principios, fundamentos, valores cristianos, y cabe recordar que, ya en las elecciones de 1977, la opción política que se definía cristiana fracasó. Al respecto de estos valores o principios señalados, lo cierto es que nos hacen recordar una exhortación apostólica (Sacramentum Caritatis) de Benedicto XVI: la vida, la familia, la libertad… Son términos que se prestan a diferentes lecturas, pero la de NEOS parece sintonizar con la de la Iglesia (y con la de Hazte Oír).

Si brevemente cupiera aquí una experiencia personal, confesaría que se trata de valores (la vida, la libertad, la verdad…) que, como antiguo alumno salesiano, fui instado a defender a toda costa hace cuatro o cinco años, mediante promesa contenida en el estatuto mundial aprobado en Roma por el Rector Mayor; una promesa solemne que aludía a un “compromiso social, político y económico” y llamaba a combatir e incidir en la sociedad. Enseguida y como laicista, me sentí un extraño, un intruso dentro de un círculo sociocéntrico, y decidí salir de él (sin perjuicio de mi credo y devociones); desde luego, no me sentí con fuerzas para defender “a toda costa” ninguna supuesta verdad.

Todo indica, en efecto, que NEOS persigue —legítimo objetivo, pero hágase siempre la democracia— un cambio de gobierno, como medio de revertir la libre y progresiva secularización de la sociedad. No parece creer que tal logro se pueda alcanzar fácilmente en la mera confrontación política y desea, en definitiva, llevar su mensaje a la sociedad en pro y pos de una sólida mayoría culturalmente cristiana, cuyas referencias doctrinales deja definidas en el manifiesto de presentación. O sea que trata de, por decirlo así, coordinar la resistencia y contribuir a restablecer el orden correcto. Es una tarea en que parecía hallarse el clero, pero acaso la Iglesia no puede emprenderla abiertamente sin contar con la anuencia papal y lo venía haciendo de manera taimada, no exenta empero de llamativas pulsiones de nuestras autoridades católicas.

NEOS también apunta a la unidad de España y a la Corona, a las que percibe en riesgo a pesar de hallarse garantizadas por nuestra Constitución. De sus planteamientos se infiere que prevé contar con suficiente sintonía en relevantes y poderosos colectivos, como en gran parte de la población. Desde luego, en una visible parte de la sociedad se asienta la cultura cristiana —incluso la religión católica, claro—, fruto de la educación y los muchos años del catolicismo oficial, con Franco bajo palio. Iremos viendo qué pasos da la plataforma, pero la degeneración, el desorden, la crispación que uno (alineado con la democracia y el laicismo) percibe no proviene del gobierno, sino precisamente de una oposición política que se muestra enfurecida y lo justifica con argumentos cuya consistencia se muestra dudosa.

Resulta en verdad aclarador, y aun revelador, el manifiesto hecho público; un manifiesto en que curiosamente también se considera necesario incluir que la libertad de reunión y circulación sólo pueden ser restringidos por un estado de sitio y excepción (como se sabe y con la pandemia, el Parlamento optó por el estado de alarma, al parecer de manera inconstitucional), y también, en referencia a la libertad de expresión, que no corresponde al gobierno “delimitar lo que se puede decir y lo que no” (pues claro que no); un manifiesto en que asimismo se rechazan elementos como la ideología de género, la denominada memoria histórica, el aborto, la eutanasia, la equiparación del matrimonio homosexual y heterosexual, o el nacionalismo (aunque parece que no se refiere al nacionalismo nacional).

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