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Navidades Laicas

Las fiestas del Solsticio de invierno se han celebrado desde tiempos remotos por todo tipo de culturas, sociedades y civilizaciones. El significado religioso de estas fiestas es muy posterior a su origen primigenio, que estaba enmarcado siempre en la celebración de los ciclos naturales de la vida y la natura, así como en el simbolismo que, coincidente con el final de la oscuridad otoñal, aludía al nacimiento de una nueva y renovada etapa vital.

Este significado profundo y arraigado a la sensibilidad natural, tanto colectiva como individual, suele quedar muy oculto tras la connotación religiosa que se ha impuesto secularmente en estas fiestas. Celebraciones que, desde hace muchos siglos, se identifican exclusivamente, en buena parte de Occidente, con el rito católico.

Respeto democrático al pluralismo
La democratización de la sociedad española conlleva necesariamente el respeto a otras posturas y posicionamientos intelectuales que no sean el católico. Y requiere la aceptación respetuosa de otros modos y maneras de entender la vida, incluido el laicismo, que no es, como algunos sectores se empeñan en aducir, antirreligioso, sino respetuoso con la libertad de conciencia de cada ciudadano, a la vez que defiende el pluralismo propio de toda sociedad libre y democrática.

La navidad celebra un cambio natural de ciclo
No existe un único modo de celebrar la Navidad, existen tantas formas de hacerlo como ciudadanos, colectivos y creencias. Las personas que se sienten afines al laicismo como modo de respeto a la libertad de pensamiento del ser humano, y que no se adhieren a ninguna religión, pueden también celebrar perfectamente estas fiestas desde su propio sentir personal. Muchas de ellas lo harán probablemente evadiéndose de la connotación religiosa tan frecuente en estos días, pero, insisto, el significado profundo de la navidad tiene que ver, en esencia, con el final de un ciclo y el nacimiento de otro.

Un buen momento de hacer balance personal
La vida es cíclica, y se desarrolla por etapas que se van superando y que dan lugar a otras nuevas en el proceso de evolución de cada individuo. El final del año es un buen momento para hacer balance personal, para revisar si el camino que seguimos es el que realmente queremos, para plantearnos nuevos retos o nuevos objetivos a cumplir, para examinar nuestra evolución como seres humanos, para descubrir las claves que la vida nos ha ofrecido en los últimos doce meses, para "reinventarnos" si así lo creemos oportuno, o para retomar, quizás, antiguos sueños que quedaron en el camino y que siempre se pueden cumplir. Porque, como decía Sócrates, las vidas auto-examinadas son las que de verdad merecen la pena ser vividas.


Noches de paz y de amor
Noches de paz y de amor deberían serlo todas las noches, o al menos, muchas noches del año; cenas familiares se pueden hacer muchas también; desear el bien al prójimo no debería acotarse a un solo día, sino a todos los días de nuestras vidas, y ese espíritu supuestamente solidario que llamamos "navideño", y que impregna el ambiente sólo a finales de diciembre, debería hacerse extensivo a una actitud generalizada y continuada de fraternidad, solidaridad y respeto profundo a los demás.

A todas las personas justas y solidarias
La verdad es que nunca me han gustado especialmente estas fechas, en las me suelen venir a la mente las miles de personas que, por los tópicos que circulan en el ambiente, sufren más que nunca en estos días: ancianos, personas que no tienen familia, que han perdido a un ser querido, que viven en la marginación o en la miseria, que no pueden comprar regalos a sus hijos…

Deseo
A todas ellas, a mi familia y amigos, a mi padre especialmente, a todos los que buscan la verdad y la cuentan, a todas las personas justas, tolerantes y solidarias (sea cual sea su ideología, creencia o increencia) mis mejores deseos para este nuevo Solsticio de invierno y para el nuevo año que ya se presiente.

Realidad mejor
Aunque bien es verdad que estoy de acuerdo con un buen amigo librepensador que afirma que sólo aquéllos que no tenemos una irrealidad donde "refugiarnos" podemos ser consecuentemente defensores de una realidad mejor.

Coral Bravo es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica

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