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Muerte a propósito

Si podemos elegir cómo vivimos, por qué no cómo nos morimos. Una sociedad libre debería permitir que morir fuera algo más premeditado e imaginativo, afirma el escritor y filósofo Daniel Callcut en un texto en el que expone sus opiniones acerca de la eutanasia, sobre la que se interroga desde la perspectiva de muchas personas que no tienen las creencias religiosas que niegan que el momento de morir pueda ser elegido por ellas.

El autor recuerda que cada vez más países permiten el suicidio asistido y la eutanasia en un contexto sanitario, pero se pregunta por qué el derecho a morir solo es legítimo por motivos de salud: “¿Por qué no tenemos derecho a acabar nuestra vida no solo cuando queramos, sino también como queramos?”, señala.

Se pregunta Callcut por qué se insiste en que un humano siga sufriendo después de haber dejado claro que no quiere vivir más y, en cambio, se aliviaría el dolor de un perro o un caballo. La empatía y la compasión pueden llevar a defender el derecho al suicidio asistido o la eutanasia y también a defender que uno mismo decida cómo sea ese final, que no es obligatorio que ocurra en un hospital o una residencia. La libertad individual es otro argumento en favor de la eutanasia: la vida le pertenece a cada uno, que tiene derecho a vivirla como quiera: cada persona decide su trabajo, su religión y hasta si quiere llevar el pelo de azul, según el autor, quien considera que, con la misma lógica, cada persona tiene derecho a acabarla cuando quiera. Cada persona tiene derecho a morir, insiste Callcut.

Los médicos que se oponen a la eutanasia lo hacen para no traicionar su juramento hipocrático, que les impide causar daño a nadie, y —señala el autor— en la eutanasia se mata a una persona, por mucho que esté ella de acuerdo. Puede aducirse, según Callcut, que la muerte no siempre causa daño, y en algunas circunstancias incluso representa un beneficio, pero el argumento más contundente para defender la eutanasia es que en las sociedades liberales el valor que importa no es el daño, sino el consentimiento adulto. Si dos o más adultos tienen y se dan consentimiento, deberían poder hacer lo que quieran, afirma el autor.

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Reseña publicada en El País sobre el artículo “Death by design” del escritor y filósofo británico Daniel Callcut y que fue publicado en “Aeon” (una revista digital de ideas, filosofía y cultura sólo en inglés):

El artículo original en inglés: Aeon

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