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Monseñor Philippe Barbarin, ha llegado la hora de dar explicaciones

Señor Arzobispo,

No entiendo. Ya no entiendo en absoluto. Durante meses, cuando las manifestaciones contra el matrimonio homosexual, Vd. desfiló contra la igualdad de derechos, considerando que sabía más que cualquier otro cuál era el interés de los niños. Durante meses encabezó manifestaciones en las cuales mujeres y hombres, a menudo con violencia, a veces con vulgaridad, explicaban que las parejas formadas por personas del mismo sexo no podían hacer feliz y propiciar el crecimiento armonioso de un niño… Durante meses Vd. señaló dónde está el bien y dónde está el mal.

Y hoy nos enteramos de que le acusan de haber encubierto actos de extrema gravedad cometidos por uno de los suyos contra niños, esos mismos niños que decía querer proteger. De niño yo he sido víctima de actos de pedofilia y sé hasta qué punto pueden ser devastadores.

¿Cómo ha podido encubrir tales actos?

Sólo veo dos explicaciones.

La primera sería que Vd. piense que los tocamientos sexuales con niños no son reprensibles. No lo puedo imaginar. No creo en Vd., en su palabra, en su ceguera, pero no creo tampoco en una locura y una barbarie de este tamaño por su parte. Estoy seguro que esta explicación no es válida.

La segunda sería que Vd. piensa que su iglesia es mejor y vale más que nuestra República, y en consecuencia se coloca en posición soberana. Con su superioridad, Vd. escucha, Vd. juzga, Vd. aconseja y Vd. perdona como le da la gana. Ya que el dogma de la infalibilidad del papa ha sido abolido, Vd. se inventa el de la infalibilidad cardenalicia. Y dado que su iglesia vale más, según su criterio, que nuestra República, Vd. debió decidir apartarse de la ley y no someter a la justicia los actos criminales que habían llegado a su conocimiento.

Señor Cardenal, yo mismo me he autoexcluido de su iglesia hace ya mucho tiempo. Sin embargo, como antiguo monaguillo, la religión católica acompañó mi infancia. Me ayudó en los momentos difíciles de mi juventud. Habría podido seguir mi camino con la Iglesia de mi infancia. Pero me autoexcluí porque demasiados ministros de esta iglesia se alejaron del Amor, de la Tolerancia y de la Fraternidad que se me habían enseñado. He tenido que buscar y encontrar el Amor, la Tolerancia y la Fraternidad en otros sitios. Y así tuvo que actuar muchísima gente, al juzgar por el vacío de sus iglesias.

Hoy, la justicia de nuestra República le recuerda que su iglesia no es universal. Su iglesia es sólo una asociación singular de mujeres y hombres y no tiene la potestad de librarse de la institución que le confiere sus derechos, la protege, le otorga la libertad de ejercicio y es la base común de las mujeres y los hombres de nuestro país. Me estoy refiriendo a la República… La República laica.

Señor Cardenal, no suelo alegrarme de las desgracias de los hombres. Pero tengo que decir que espero que tenga que rendir cuentas – es lo que deseo – no ante una justicia divina de dudosa existencia, sino ante una justicia muy real, la de los hombres, la de nuestra República. Y también ante las víctimas.

Señor Cardenal, Vd. que pretendía que dos personas del mismo sexo no son capaces de educar a un niño, tiene que responder hoy de la acusación de “no haber denunciado crímenes” cometidos contra niños. Tiene que explicarse.

En caso de ser inocente de lo que le reprochan las víctimas – y deseo que así sea porque la caridad cristiana sigue siendo un valor para mí – espero que aprenda por lo menos la humildad y que reconozca que Vd. no es necesariamente la persona más cualificada para hablar en nombre del interés de los niños.

Con tristeza le saluda,

Jean-Luc Romero-Michel

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Traducción de la carta abierta publicada en el Huffington Post el 7/03/2016 por Jean-Luc Romero-Michel al cardenal Barbarin.

Jean-Luc Romero-Michel es alcalde adjunto (Partido Socialista) del distrito XII de París, presidente de la ADMD-Asociación para el Derecho a un Muerte Digna y presidente de la Asociación de Políticos Electos contra el Sida.

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