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‘Mehr’: el “precio de la mujer” en el contrato islámico de matrimonio

Según los informes oficiales, en la teocracia islámica de Irán unos 4.000 hombres divorciados se encuentran entre rejas por el impago del mehr a sus exesposas. ¡No, no se confundan! No significa que los ayatolás, por un milagro, se hayan vuelto feministas. Simplemente, están sacrificando a unos pocos hombres que han abusado de los amplios derechos que la República Islámica (RI) les ha regalado para mantener el sistema de apartheid contra la mujer iraní.

Aunque en Europa se confunde mehr con la dote (los regalos de la familia de la novia al matrimonio), se trata de un concepto radicalmente distinto. El término, de origen siriaco mahra, significaba “dinero de compra” y era entregado por la familia del novio y de forma voluntaria al “tutor” de ella. En la ideología trastornada patriarcal de aquellas comunidades el mero hecho de nacer mujer ya conllevaba un defecto genético que le convertía en inválida para participar en el poder y reclamar la mitad de todo. Aptas para ser convertidas en esclavas de algún hombre de por vida. Se trataba de una transacción entre dos hombres: uno vendía una mercancía y el otro la compraba. El precio dependía de la “calidad” del objeto y la situación del mercado con su ley de oferta y demanda.

‘Mehr’ en el islam

“Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres porque Alá los ha hecho superiores a ellas” (Corán, 4: 34). Que la mujer tenga un precio y sea cosificada se debe al estatus que le asigna este enfoque creacionista: ella existe “para que Adán no esté solo” (Génesis II: 18 y 22), y para que sirva a la “quietud del hombre” (Corán, 30:21), una supeditación que borra casi todos sus derechos humanos, incluida la vida. Si no obedece al hombre, él tiene derecho a humillarle y golpearle (Corán 4:34), y ella no puede denunciar los malos tratos, no sólo porque han sido recomendados por el propio Dios, sino también porque su testimonio carece de valor (4:11): tienen que ser dos musulmanas (o cuatros cristianas o judías) para que su testimonio sobre un mismo tema tenga el mismo valor que el de un musulmán varón. Lo mismo sucede con el derecho a heredar: recibirá la mitad que su hermano (2:282). La mujer, aunque fuera doctora en nanotecnología, será tratada por ley como una menor y necesitará el permiso de un varón para trabajar, estudiar, viajar, ser ingresada en un hospital, casarse o llevar a su hijo a urgencias. El velo sólo simboliza este estatus de subgénero de la mujer. La institución de familia en Irán es la imagen del Estado: un hombre todopoderoso, con una serie de derechos absolutos, puede hacer todo lo que desee con sus súbditos, incluso quitarles la vida con la venia de Dios.

Lee el artículo completo en la web del autor, Público.es

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