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Matilde Huici, el divorcio y la mujer (1931)

En El Obrero hemos dedicado atención a la figura y actividades de Matilde Huici. En esta pieza recogemos la noticia de una conferencia que impartió en septiembre de 1931 en la Casa del Pueblo madrileña sobre el derecho de la mujer en la Constitución, centrándose en el divorcio:

“Comenzó la señora Huici hablando de lo interesante que es el tena que va a exponer para las mujeres, porque–dijo—estamos viviendo nuestro momento de mayor emoción por la influencia que puede tener en el país. El momento en que a la mujer se la va a declarar persona. Hasta ahora, no ha sido más que un ser agobiado de insignificantes y oscuras obligaciones.

Expuso el voto de gracias que el sexo femenino debe a nuestro camarada Fernando de los Ros por haber sido el primer hombre que se ha preocupado activamente de los derechos de la mujer.

Temen las derechas —posiguió- dar a las mujeres excesivos derechos individuales, porque éstos contribuirán al desquiciamiento de la familia. Las izquierdas temen, al mismo tiempo, que nosotras seamos el sostén de la reacción, y entre unas y otras nos quedamos al margen siempre.

Pasó después a analizar las conquistas de la mujer en la nueva Consitución. La iguaidad de derechos y deberes en relación al hombre. Esto ha de ser tema de enconadas luchas, porque no conciben las derechas reaccionarias un matrimonio fundado en la igualdad de les sexos ni una posibilidad de disolución del matrimonio por parte de la mujer. Créense que esto será el desquiciamiento del actual orden familiar; ¿pero es que, por ventura, no está desquiciado ya?

Dice más tarde, en defensa de su alegato, que aquel que sienta verdaderamente el problema religioso en su conciencia, no se divorciará, porque íntimamente abominará del divorcio.

Concluido este punto, comienza a disertar sobre el problema político actual, haciendo un detallado estudio de la situación presente. Expone la situación de la mujer, demostrando cómo no es ya ese dique teaccionario que se cree. En la mujer -dice— influía el corefesonario, porque el confesor era el único hombre que escuchaba sus menudas tragedias.

Concluyó pidiendo cautela a las mujeres para reivindicar sus derechos en estos momentos. Y, sobre todo, ánimo y aliento para lograr lo que va se he logrado en otros países.

Una gran ovación fue tributada a la oradora al concluir estas últimas palabras.”

(Fuente: El Socialista, número 7051).

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