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De los terrenos públicos regalados al Arzobispado de Madrid, a la expropiación católica de la Mezquita de Córdoba, pasando por el robo a los ciudadanos de Torres Arias

La llegada de Felipe VI al trono ha venido acompañada de una serie de gestos que muchos achacan a los supuestos aires de modernidad de la nueva reina, de sangre más roja que azul. Y aunque la situación actual de los súbditos hubiera requerido que esos guiños se centrasen en la lucha contra la desigualdad creciente, los nuevos reyes han optado por presumir de laicismo, que tampoco está mal.

En la proclamación de Felipe VI no hubo lugar para actos religiosos ni coronaciones sacras, algo totalmente inaudito en la Monarquía española hasta ahora. Y a las pocas semanas de llegar al trono, se decretó que en las futuras juras de cargo en Zarzuela el crucifijo y la Biblia pasasen a ser algo opcional, en lugar de tener presencia obligatoria, como imponía el anterior monarca.

Separación entre Iglesia y Estado es algo fundamental en democracia, y lo cierto es que en España, en éste como en otros tantos temas, tenemos mucho que mejorar. Valgan tres ejemplos, de los muchos que hay, para ilustrarlo.

Inmatriculaciones
En los últimos años ha tomado por fin relevancia el expolio inmobiliario que la Iglesia católica estaba realizando en España gracias a un cambio legal del Gobierno de Aznar. Los obispos tienen el privilegio de poder registrar a nombre de la Iglesia edificios que no tengan un propietario claro. Algo que suele ocurrir con parroquias, casa sacerdotales y solares de pequeños pueblos que siempre pertenecieron al municipio por haber sido construidos con entre todos los vecinos.

Esta desamortización a la inversa llega a su clímax con el caso de la Mezquita de Córdoba, que el arzobispado local se ha apropiado por el mísero precio de 30 euros, que es lo que les ha costado registrarla. Además de cambiarle el nombre a Catedral de Córdoba, la Iglesia se queda con los 13 millones de euros en entradas, que registran como donativos. Mientras que las reparaciones y mantenimiento se realizan con fondos públicos. Un negocio redondo.

Quinta Torres Arias
En plena calle Alcalá se extiende, a lo largo de 18 hectáreas, un inmenso jardín con una histórica casa solariega en su interior. Perteneció a la condesa de Torres Arias hasta que falleció hace menos de dos años. En su testamente señaló que donaba la Quinta al Ayuntamiento de Madrid con la condición de que lo convirtiese en un parque público para los madrileños.

Sobre la mesa, varios proyectos ecológicos para devolver la finca a su estado en el siglo XVI, con su granja, sus árboles frutales y sus variados cultivos, para que los más pequeños puedan tener contacto con la vida natural sin salir de la capital. Pero Ana Botella tiene la intención de ceder los edificios a la Universidad de Navarra, del Opus Dei, para que instalen una facultad privada.

 
 

Regalos en Las Rozas
Siguiendo el mecanismo por el que ya ha sido condenado en la Ciudad del Fútbol, el Ayuntamiento de Las Rozas decidió el año pasado volver a regalar unos terrenos municipales. Esta vez eran 17.000 metros cuadrados por valor de 4 millones de euros para el Arzobispado de Madrid. La Iglesia no tenía que pagar nada, solamente construir una parroquia y mantenerla durante 30 años. A partir de esa fecha, podrían construir lo que quisieran.

Por suerte, sobre todo para el alcalde, que ya está imputado por delitos urbanísticos en su anterior etapa de regidor en Guadarrama, el Arzobispado se echó atrás en el último momento y rechazó el regalo “por causas sobrevenidas”.

Protesta Torre Arias

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