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Manifiesto de la Revolución Atea

Ha llegado el momento de declarar abiertamente nuestro orgullo e iniciar la lucha persuasiva por cambiar definitivamente la connotación peyorativa de la palabra "ateo"; ha llegado el momento de pasar a la acción y promulgar abierta y decididamente el libre pensamiento.

 Los no-creyentes no tenemos por qué seguir reprimiendo nuestras ideas y convicciones a riesgo de ser asociados con una escasa moral o alguna predilección política; coligados con la representación humana de todo mal social. Si a la civilización occidental le basta con reducir suimaginación a la malcriada concepción que tienen de felicidad, paranosotros es suprema justicia ser escuchados y respetados. Basta ya deprejuicios superfluos, de degradaciones, de incomprensión. De ser una minoría relegada.

Ninguna empresa grande y significativa que se precie de cambiar el rumbo de la Historia ha visto la luz sin una idea germinadora igualmente revolucionaria. Propongo entonces una escalada internacional sin precedentes, una movilización atea de tan enorme ambición que hará trascender nuestras ideas hasta los anales mismos de
la Historia. Y con tal fin, nace la " I Marcha Mundial de Rechazo a la Religión", el 28 de Septiembre del 2008. Es justo lanzarse a la calle gritando al unísono en pos de nuestros ideales, teniendo por bandera la racionalidad y la libre indagación, apoyándonos en los pilares del continuo cuestionamiento como base de la evolución. Es necesario gritar que nuestros principios no son una fe, sino que se sustentan en
la ciencia y en la razón. Es misión dejar patente que ya no nos conformamos con permanecer a la sombra. Ahora estamos en pie de guerra, para exterminar sus impuestos dogmas de lo "bueno" y "moral".

Y para ello, debemos alcanzar la unidad de los ateos, de aquellos que están organizados como de tantos otros que permanecen latentes, pues es en esta unión donde germinará la semilla de la victoria! Juntos, la maquinaria crecerá a tal punto de convertirse en un verdadero e incontenible grito de guerra. Es un momento idóneo, donde los constantes torpedos de la religión amenazan investigaciones
revolucionarias de la ciencia y obstaculizan una educación libre de dogmas, una verdadera educación.

Una vez instaurado un pie de fuerza de tales magnitudes, las  organizaciones conservadoras, grupos religiosos, la misma Iglesia e incluso sectores políticos reaccionarán como oposición, aunque su indignación mediática se traducirá en publicidad gratuita e instantánea para nuestro propósito. Para aquel entonces la avalancha será irrefrenable. Y entonces seremos escuchados y nuestros argumentos
resonarán como estrépitos. Sólo hace falta despertar esa chispa revolucionaria en esta sociedad aletargada, para derrocar a esa gente que a día de hoy, en pleno siglo XXI, pretende imponernos su insana moral.

Alcanzado este punto, saldremos finalmente a las calles de manera masiva, y le mostraremos a la porción de humanidad que faltaba que caminamos entre ellos. Que no sólo somos muchos; que estamos más organizados y fuertes que nunca. Y la victoria será inexorable. Nuestras pérdidas se limitarán a los grilletes que nos relegan y menosprecian en la sociedad, los barrotes que aprisionan y tienden un velo de ignorancia sobre gran parte de la humanidad. Habremos contribuido a dejar una huella imborrable en la sociedad, respondiendo a una necesidad histórica y obteniendo un nuevo estatus en la opinión pública donde tengamos influencia real y duradera. Y entonces empezará una nueva era. Nuestra era.

Hago una llamada a la unidad atea, ¡Por una sociedad laica y la libertad del intelecto!

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