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«Los que vinieron vestían hábitos»

Juan Manuel Manjón era un humilde peón de Tejares (Segovia) que en agosto de 1936 no sólo estaba preocupado por la guerra: su esposa, María Antonia Vicente, esperaba otro hijo, el sexto, y no había qué echarse a la boca. El nacimiento fue en diciembre. Pero Juan Manuel ya llevaba meses muerto.

La noche del 2 al 3 de agosto lo fueron a buscar a casa. Era un grupo de gente que “vestía hábitos y llevaba grandes cruces”, cuenta su hija Pilar, que entonces tenía apenas 16 meses pero que ha escuchado muchas veces la historia en casa. “Cuando mi madre le iba
a dar la cédula, dijeron que no hacía falta”, cuenta Pilar. Se fueron y nunca más apareció.

La familia logró con los años el acta de defunción y exhumó la fosa hace dos años, pero no ha podido extraer el ADN, con lo que de momento aún no puede enterrarlo con su esposa en Tejares.

El pecado de Juan Manuel era letal para el nuevo régimen: iba a la Casa del Pueblo y pedía descansar el domingo.¡Y también pedía vacaciones!
A Pilar no le sorprende nada que ningún juzgado se atreva a investigar. “Hay alguna gente muy poderosa que aún no quiere que se sepa qué pasó y que fue el padre de fulano o de mengano el que ordenó los crímenes”, afirma.

El juez de Salamanca José Luis García González decretó el archivo del caso el 27 de octubre de 2009

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