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Los ofendidos

Allá por los lejanos días de 1977 se aprobó la ley para la reforma política que sería la semilla germinadora de la posterior Constitución de 1978.

Reunidos los constituyentes acataron sin grandes desacuerdos una de las disposiciones que dejó bien atada el Dictador: Su sucesor en la Jefatura del Estado sería Juan Carlos de Borbón a título de rey.

El desarrollo de los acontecimientos es de sobra conocido para que haya necesidad alguna de repetirlos. El hijo (Juan Carlos) se saltó la cadena dinástica por imposición del tirano y desplazó de sus derechos a la corona de España a su propio padre (D. Juan Conde de Barcelona). El hombre se debió quedar catatónico cuando se diera cuenta  que le acababan de birlar un Reino y se lo habían cambiado por un Condado.

Esta concesión al testamento del anterior Jefe del Estado no fue la única, hubo otras convenientemente camufladas en un halo de olor a democracia. España dejó de ser Católica, Apostólica  y Romana pero poco. Aparecía un Estado aconfesional sigilosamente tutelado por la jerarquía Católica para no perder prebendas ni privilegios.

De esta forma se refrenda el Concordato cambiando el nombre pero manteniendo la esencia: los Acuerdos de los años 76 y 79 se articulan mediante colaboraciones en materia educativa, surgen los conciertos con entidades religiosas de enseñanza y se estudia la subvención que debería concluir, con el paso de los años, en una total autofinanciación por parte de la Iglesia Católica; nunca se ha conseguido, la Iglesia se sigue sosteniendo a través de los presupuestos generales del Estado, sea el gobierno del color que sea.

Estas carencias de nuestra Carta Magna siguen en pie porque la voluntad política está tremendamente alejada de hacer ningún movimiento que disguste a los poderes en la sombra, por ejemplo: el afamado Club Bildelberg con la reina Sofía entre sus miembros y a los Obispos, luz que guía a numerosos participantes en los Consejos de Ministros por su pertenencia al OPUS DEI u otras sociedades de similar pelaje.

¿Hacia dónde nos lleva esto? Pues a que al “Campechano” le suceda el “Preparado” sin que ni siquiera llegue a cuestionarse que esta forma de Jefatura de Estado fue dictada por un sátrapa que mantuvo al país en un estado de absoluto control después de alcanzar el poder por la fuerza y mantenerlo durante cuarenta años por el terror. Digan lo que digan personajes de la catadura moral de Mayor Oreja y sus comparsas revisionistas cuando califican el periodo como de “extraordinaria placidez”. Seguramente para él y su familia el calificativo es correcto, pero que el autor de la frase fuera nombrado Ministro es todo un síntoma de la escasa exigencia democrática de la que hacemos gala los españoles y ¡Ojo! Que estuvo a puntito de ser señalado por el dedo otorgador de Aznar, al igual que Rodrigo Rato que también pululaba por la libreta azul del mentecato.

El otro punto que quedó atado y bien atado ha sido la posición de la Curia Católica. Para ello nada mejor que dejar a la interpretación de los jueces la constitucionalidad de determinadas medidas, así consiguen con la indefinición que las posteriores modificaciones que ha tenido el Código Penal contemple artículos que llevan a otorgar a los Juzgados Ordinarios atribuciones parecidas a las que adornaban al Tribunal del Santo Oficio, el Artículo 525 del C.P. es una prueba concluyente.

Se refiere el mencionado Artículo a las penas por ofensas al sentimiento religioso. Concepto bastante ambiguo si atendemos a la definición que la RAE hace de sentimiento:

– Impresión que causan en el alma las cosas espirituales.

– Intuición o presentimiento confuso e irracional.

– Parte del ser humano opuesta a la inteligencia.

– Estado de ánimo.

Otra definición de sentimiento lo describe como estado de ánimo que se produce por causas que lo impresionan.

¿Cómo se puede ofender tan gravemente estas ambigüedades para que tengan que ser contempladas por el Código Penal? ¿Alguien  – excepto Mariló Montero que la encuentra en los riñones o hígados trasplantados – ha visto el alma?

La consecuencia es que aprovechando esta rendija, determinadas asociaciones inundan los Juzgados de querellas por ofensas contra sus sentimientos: Los religiosos católicos, los únicos susceptibles de ser ofendidos ¡que sensibles son!

La última presencia en los tribunales está teniendo lugar contra unas mujeres activistas en defensa de los derechos de la mujer. La cofradía del coño insumiso supuestamente ha ofendido la sensibilidad de la Asociación de Abogados Cristianos exhibiendo la imagen de una vagina enorme.

A los abogados cristianos les ofende la reivindicación que hace un colectivo femenino sobre la propiedad de sus cuerpos, sobre su derecho a decidir lo que quieren hacer con él, en cambio no dicen nada cuando el Obispo Echevarría otorga a su dios una condición de vengador injusto castigando a los hijos (discapacitados o subnormales según sus palabras) por los pecados de los padres ¡Vaya juez eterno que hace pagar a inocentes los delitos de los padres infractores! Eso sí que debería ofenderles, eso sí que es un insulto a la inteligencia.

O el otro Obispo que considera que los casos de pederastia que asolan a la institución se producen por la obscena provocación a la que son sometidos los pederastas por parte de los niños consentidores ¿Eso tampoco les ofende? ¿Ni que la Iglesia se apropie de bienes comunales en beneficio propio?

Tan solo se muestras dolidos en su sensibilidad con la exhibición de una vagina gigante ¡Qué curioso! Todas las ofensas están relacionadas con el sexo.

¿No será que de tanto vivir reprimidos ven brujas en todas partes? Naturalmente la pregunta es sin ánimo de ofender que hilan muy fino estos ultramontanos.

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