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Los obispos aprecian una «crisis antropológica, ética y cultural»

“A los creyentes nos preocupa el laicismo que intenta reprimir cualquier atisbo de religiosidad”

COMENTARIO:  Al laicismo le preocupa el mantenimiento de tantos privilegios por parte de la iglesia católica, en contradicción con sus mensajes hipócrita a favor de la igualdad, de la libertad, de los derechos,… Unos derechos que la iglesia no parece asumir cuando sóloo una décima parte de las Convenciones sobre Derechos Humanos han sido firmadas por la Santa Sede. Para no hablar de la larga hisotira de persecuciones y guerras de religión. Fueron los humanistas, los ilustrados, los laicistas quienes aportaron al mundo los valores éticos y morales basados en la naturaleza humana, los que defendieron las libertades y los derechos humanos de caráacter universal. Los mismos que lucharon y vienen luchando contra los privilegios de esa institución eclesial que utilizó la tortura, la excomunión, la muerte frente a lo que calificaron de liberalismo, que condenaron cin paliativos. ¿Cómo pueden ahora hablar de valores y atacar el laicismo?


Los obispos de Pamplona, Bilbao, Vitoria y San Sebastián perciben en la sociedad una situación de "crisis antropológica, ética y cultural" en la que los "grandes valores" se ven "a menudo amenazados".

Así lo aseguran los obispos de Bilbao, Mario Iceta; San Sebastián, José Ignacio Munilla; Vitoria, Miguel Asurmendi, y el arzobispo de Pamplona y Tudela, Francisco Pérez González, y el auxiliar de ésta diócesis, Juan Antonio Aznárez, en una carta pastoral hecha pública hoy con ocasión del próximo periodo de Cuaresma y Pascua.

Los prelados dicen advertir una "crisis antropológica, ética y cultural" en la que valores como la dignidad de la persona, la solidaridad o el respeto a los derechos humanos "se ven a menudo amenazados, y un buen número de personas no ven que se les reconozcan".

"A los creyentes nos preocupan y nos duelen el olvido de Dios y el laicismo que intenta reprimir cualquier atisbo de religiosidad, ocultándola o ridiculizándola", agregan. Los obispos del País Vasco y Navarra se declaran también preocupados por "el eclipse de principios fundamentales, el relativismo que da todo por bueno sin discernimiento alguno o descartando toda posibilidad de conocer la verdad".

En su carta exponen que no cuesta reconocer hoy el sufrimiento "en rostros de personas y colectivos duramente golpeados y desfigurados por la crisis; en las víctimas de órdenes diversos provocadas en decenios marcados por la violencia; en los ámbitos de exclusión social y en quienes están en grave riesgo de caer en ella".

También, añaden, "en quienes buscan desesperadamente empleo; en la desconfianza generalizada ante noticias de corrupción; en las personas aquejadas de graves y dolorosas enfermedades; en quienes viven en amarga soledad; en las persecuciones y atentados contra el ejercicio del derecho de la persona y de las comunidades a la libertad religiosa".

Los obispos admiten que "el sufrimiento puede provocar ciertamente alejamiento de Dios", pero subrayan que hay también en las comunidades cristianas y en la sociedad "innumerables ejemplos de entrega y acompañamiento para aliviar sufrimientos y proteger la dignidad humana". Ante la "desmotivación, clima de pesimismo, queja permanente e incluso signos de fragmentación" que advierten y que, dicen, "necesitan ser sanados", los cinco prelados vascos y navarros creen que "resulta necesario trabajar en el fortalecimiento de la comunión eclesial".

"Es preciso profundizar en el diálogo y mutuo conocimiento entre espiritualidades legítimamente diversas", así como "cuidar la comunión, la comunicación y la participación responsables" en las comunidades y diócesis, aconsejan los obispos. Los obispos consideran que "urge una revisión serena" sobre el modo en que se exponen y preparan las homilías, ya que constituyen "una oportunidad privilegiada de evangelización de quienes están cerca y quienes están lejos".

De izquierda a derecha, los obispos de Bilbao, Mario Iceta; Vitoria, Miguel Asurmendi, y San Sebastián, José Ignacio Munilla.

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