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Los neocon, un cáncer para la gente de bien

“Nadie debería arruinarse por ponerse enfermo” ha clamado, recientemente, Barack Obama. Los neocon babean de rabia ante afirmaciones como ésta.

Por lógica, muchas personas se preguntan qué y quienes son esos individuos empeñados en excluir de la sanidad a millones de personas, empecinados en degradar las condiciones laborales de los trabajadores y obstinados en reservar la mejor educación para las rentas más altas mientras entonan loas a los “valores”, la familia o al “más España” (antes, patria).

En una dinámica surrealista, este ideario va incrustándose en nuestro tejido social mientras la izquierda ignora muchas veces que ya no se enfrenta a “la derecha de toda la vida”, sino a esta derecha neocon. Ello me recuerda a los ingenuos franceses que esperaban enfrentarse a Hitler mediante la anticuada guerra de trincheras… y en pocos días, el caudillo nazi se fotografió en la plaza del Trocadero con la Torre Eiffel de fondo.

Y es que los neocon o neoliberales representan a otra derecha, una derecha inspirada en los republicanos ultraconservadores de EEUU, una corriente agresiva, podrida de fundamentalismo religioso y dispuesta a desprestigiar la democracia y las instituciones si éstas no colman sus objetivos de lucro y fanatismo.

Para ello, el “ideario” neocon se nutre de una serie de recetas falaces dirigidas a favorecer los intereses de los poderosos mientras se pisotea el bienestar de la mayoría. Veamos algunas de esas “recetas”:

“Menos gasto público”.En realidad, es un pretexto para recortar prestaciones a sectores débiles y desviar esos fondos a estamentos privilegiados. Por supuesto, el gasto público se suele incrementar vertiginosamente con los neocon, si bien esos ríos de dinero fluyen hacia las clases más altas.

“Menos impuestos y menos Estado”. Otro embuste. Las reducciones de tributos solo favorecen a las rentas más elevadas y las grandes fortunas. Esto se compensa gravando más al trabajador mediante impuestos indirectos difíciles de eludir (combustible, alimentación, etc.) y recortando servicios sociales.

Por otra parte, ¿podemos imaginar la pesadilla que estaríamos viviendo con la actual crisis si los neoliberales hubieran conseguido reducir al mínimo el Estado?

“Flexibilidad laboral”. La intención aquí no es otra que recortar derechos a los trabajadores en beneficio de los dueños y accionistas principales de las grandes empresas. Mientras, las condiciones laborales de los más poderosos se salvaguardan mediante contratos blindados, despidos millonarios, primas e incentivos, etc.

“Sanidad y educación privadas”. Aunque un sistema sanitario que se base en la capacidad económica es moralmente injusto y económicamente ruinoso, los neocon apuestan firmemente por esta senda de dolor para la mayoría.

Por otra parte, su impulso hacia una educación para ricos y otra para pobres no solo es una fábrica de desigualdad, sino, lo más lamentable, una escabechina de capital humano.

“Un sistema sólido de valores”. Lejos de la tolerancia, el diálogo, el librepensamiento o la laicidad, los “valores” neoliberales forman un gazpacho de fundamentalismo religioso, conspiranoias, fabricación de enemigos, cuestiones identitarias y satanización de las minorías (madres solteras, gays, etc). Así entretienen a la población para que no descubra sus colosales negocios y engaños.

Podemos, por tanto, concluir que los neocon constituyen un movimiento al servicio de poderosos intereses a quienes enriquece el que usted trabaje más horas por menos dinero, que sus hijos tal vez no puedan estudiar lo que deseen, que tenga que vender su vivienda para costearse una enfermedad o que un día su pensión se volatilice en algún remoto paraíso fiscal.
En suma, los neocon representan un cáncer para la gente de bien.

Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor

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