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Los moros en Valencia

No hay que viajar hasta Berlín para conocer un caso de autocensura por temor a supuestas represalias del terrorismo islamista.

Dos poblaciones de la Comunidad Valenciana, Bocairent y Beneixama, conservaban hasta este año la costumbre de culminar la anual derrota de los árabes, en el marco de las tradicionales fiestas de moros y cristianos, con la destrucción de un gigante caracterizado de árabe y conocido por el apelativo de La Mahoma, así, en femenino. Los vecinos introducían petardos en la cabeza del muñeco y los hacían estallar. Nadie les ha amenazado, ni siquiera advertido, apenas tienen población inmigrante de religión musulmana, pero el miedo ha podido con la tradición y, en febrero uno y en septiembre el otro, han decidido dejar a su Mahoma en paz.
No era un acto antimusulmán, no tenía connotaciones religiosas, muchos vecinos ni sabían de quién se trataba y los niños apreciaban al gigantón de tez oscura, turbante y cimitarra. Pero los atentados terroristas y las protestas por los chistes del profeta han aconsejado abandonar esa ancestral tradición.
Una exageración, parece evidente, fruto de una situación de histeria, pero ¿quién va a echárselo en cara a los vecinos de estos dos pueblos de menos de 5.000 habitantes cuando la Deutsche Oper de Berlín ha suspendido, también por miedo, una ópera de Mozart porque aparecía en escena la cabeza decapitada de Mahoma? ¿O cuando el Papa se ha disculpado por haber citado a un emperador bizantino que en el siglo XIV censuraba que el islam se extendiera por la espada? Si el mensaje de los poderosos es ese, la reacción del pueblo difícilmente será otra.

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