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“Los minaretes deben ser más bajos que las iglesias”

La consulta suiza ha encontrado el aplauso en la multicultural Berlín

"Los alemanes me han convertido en turco". Burhan Kesici, inmigrante de la segunda generación de turcos invitados a Alemania para trabajar en los años sesenta, resume así una experiencia que comparten muchos musulmanes en Europa desde el 11-S. "Nací en Berlín, en el barrio de Spandau. Siempre me consideré espandaués, o berlinés. Pero cuando cumplí 35 años decidí empezar a presentarme como turco. La gente me decía que no soy alemán, sino turco", explica Kesici.

Por supuesto, la islamofobia no surgió de repente tras los atentados de EEUU. En el fondo, tiene que ver también con el color de piel. Un millar de los 5.000 bosnios de Berlín frecuenta el centro cultural de su comunidad en un patio del barrio de Kreuzberg, con mezquita en la primera planta. Su portavoz, Traviljanin Meho, explica que los musulmanes europeos, por ejemplo los bosnios, de etnia eslava, sufren menos prejuicios que los árabes o los turcos. Pero "lo cierto es que los niños nos cuentan que tienen cada vez más problemas cuando dicen en clase que son musulmanes", añade.

El referéndum suizo contra los minaretes es la expresión más clara de un rechazo que incluso en una ciudad tan multicultural como Berlín encuentra su aplauso. Hay en la capital alemana 180 mezquitas, de las cuales sólo cinco están construidas como tales, ya que el resto está en plantas de edificios o en los patios traseros característicos del urbanismo berlinés. En total hay sólo 11 minaretes. Pero son suficientes para despertar recelos. La canciller Angela Merkel reclamó hace dos años que "los minaretes no deben construirse ostensiblemente más altos que las iglesias".

Los musulmanes eslavos son menos rechazados que los turcos

Abdul Basit Tariq es el imán de la Mezquita Khadija de Heinersdorf, un suburbio del noreste de Berlín. Esta mezquita, con una torre de 30 metros "meramente identificativa", es la primera en el antiguo territorio germano-oriental. Se inauguró en octubre de 2008 tras manifestaciones de protesta de los vecinos, que reunieron 2.600 firmas contra el proyecto y reclamaron en sus carteles "salchichas alemanas en lugar de kebabs enmohecidos". De nada sirvió que Tariq, quien se doctoró en Pakistán con una tesis sobre el Fausto de Goethe, editara unos lujosos folletos sobre la manipulación del concepto de "guerra santa" en el Corán.

En 1983 soplaban otros aires. Ningún político tuvo entonces nada que objetar cuando la comunidad turca de Berlín construyó la mezquita Sehitlik en el barrio de Neukölln, en un ostentoso estilo otomano y con dos espléndidos alminares. Pinar Cetin, politóloga de 27 años, escribe su tesina sobre la creciente islamofobia en las clases medias. Lleva velo, es asidua de esa mezquita y rechaza el referéndum suizo y los debates sobre símbolos del islam: "No me gusta tener que esconder mi identidad. Soy musulmana de Alemania, y me alegro de poder ver una casa de oración musulmana identificable como tal. Estos debates me duelen".

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