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Los funerales laicos ganan espacios

Municipios y partidos impulsan la reglamentación de las ceremonias civiles y de los requisitos que deben tener los locales públicos que los acojan

Se oye música de Mozart, Bach, Beethoven o Debussy. Quizá el Agur Jaunak, La Internacional, La Marsellesa o alguna conocida melodía de Laboa o Serrat. El féretro está cubierto con la ikurriña o la bandera republicana, que sustituye al crucifijo. Versos de Alberti y Cernuda se mezclan con el famoso Cuando partas hacia Ítaca, de Kavafis. O con el poema de Carlos Alberto Boaglio que arranca así: "Cuando yo me vaya no quiero que llores/ quédate en silencio sin decir palabras/ y vive recuerdos, reconforta el alma". Los funerales no religiosos, las ceremonias laicas o civiles de despedida de los difuntos comienzan a ganar espacios ciudadanos y a generar sus propios rituales. La muerte no es un momento más en la vida y como algo definitivo y trascendental necesita su liturgia, incluso cuando el fallecido es ateo o agnóstico. La progresiva secularización de la sociedad es evidente en otros ritos de la vida como el matrimonio: desde hace unos años es más frecuente en nuestro entorno dar el sí quiero en el juzgado o el ayuntamiento que en la iglesia, según las estadísticas oficiales.

Pese a la contundencia de las cifras, el progresivo distanciamiento entre sociedad e Iglesia Católica no tiene su reflejo en el momento del último adiós. Nos casamos por lo civil pero nos morimos por lo piadoso. A diferencia del contrato matrimonial, las administraciones no tienen censos de los ritos funerarios, porque para ellas la historia termina con el certificado de defunción. Quienes más saben de esto son las funerarias que, a una semana vista del Día de Todos los Santos, desgranan sus datos. Sólo el 5% de los funerales no tiene despedidas religiosas, según las estimaciones del Grupo Funerario La Auxiliadora, líder en este sector en Bizkaia y Gipuzkoa, con 4.400 servicios al año. Eso siendo optimistas, porque en áreas concretas como Galdakao y el Valle de Arratia sólo uno de cada cien funerales es laico, como apostilla Tomás Zamakona, responsable de la Funeraria Galarza. Y la demanda es estable, sin incrementos apreciables en los últimos años.

propuesta en el parlamento Esta circunstancia no desanima a los sectores que impulsan en los últimos tiempos normas para regular los requisitos que deben reunir locales públicos y municipales para celebrar funerales civiles. Seis municipios guipuzcoanos (Legazpi, Zarautz, Azpeitia, Eskoriatza, Urretxu y Arrasate) han aprobado recientemente normas parecidas a instancia de Ezker Batua y Alternatiba. El caso de Eibar es paradigmático en todo el Estado español, ya que debido a su tradición socialista y republicana realiza despedidas civiles desde hace décadas, incluso durante lo más duro del franquismo. El último municipio que se ha sumado a esta reglamentación es Gasteiz. Pero las cosas no acaban aquí. EB llevará la iniciativa a todos los municipios de la CAV donde tiene representación, en Bizkaia en su mayor parte. Este mismo mes, el parlamentario Mikel Arana presentó una iniciativa que pide al Gobierno vasco que regule los funerales civiles. De esta manera, se articularía el precepto constitucional sobre "la libertad ideológica, religiosa y de culto", y se establecerían las condiciones para prestar con "decoro" las "honras fúnebres, reconocimientos, homenajes o ceremonias que merecen los difuntos".

Para empresas como Civilium, radicada en Galicia y con delegaciones, una de ellas en Euskadi, los funerales laicos son otra línea de negocio, que siguen liderando las bodas civiles, con seis de cada diez ceremonias, muy por encima de bautizos y comuniones laicas, otros rituales de nuevo cuño. Concepción Conde, directora de Civilium, asegura que su empresa está para facilitar la despedida en "una ceremonia privada, entrañable y digna, acorde con la manera como el fallecido concebía la vida y sus convicciones". Desde estas firmas especializadas se garantiza un protocolo pactado con la familia, así como un "maestro de ceremonias".

Pero son las funerarias las que llevan toda la vida dando respuesta a las demandas de los familiares en un momento tan doloroso. "Nuestras capillas son multiconfesionales y siempre se pueden retirar los símbolos, como los crucifijos, para que la familia coloque el que corresponda a las creencias del difunto", aseguran desde La Auxiliadora. Lo llamativo es que mientras crecen exponencialmente las cremaciones, que en Bilbao rondan el 60%, no lo hacen en la misma proporción los funerales civiles. Incluso en algunos lugares con gran tradición socialistas, como la Zona Minera, "han podido bajar un poco debido al descenso en la influencia de la política".

Tomás Zamakona, de la Funeraria Galarza, asegura que este componente ideológico les ha prevenido para que en el tanatorio siempre estén disponibles la ikurriña y la bandera republicana, "aunque las familias no las suelen olvidar porque son cosas que se tienen muy presentes en estos homenajes; casi es lo único de lo que se acuerdan", explica.

flores y un ágape Gasteiz es la última localidad vasca que ha regulado los funerales laicos. Eduardo Enguita coordina las peticiones como responsable de los centros cívicos de la ciudad, que son donde se celebrarán las ceremonias. La tramitación es muy sencilla, en el propio día si es necesario, y desde los propios técnicos municipales se ha tomado "con mucha naturalidad". La normativa se aprobó a finales de mayo y hasta el momento sólo se ha oficiado uno de estos homenajes en una sala pequeña del centro cívico de Judimendi. "Nos pidieron permiso para un adorno floral y un pequeño ágape para los asistentes", confirma.

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