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Los dineros de la Iglesia

HABRÁ que sacar la calculadora, pero en principio parece lógico que el peso de la financiación de la Iglesia recaiga en sus fieles. Habrá que sacar la calculadora, pero una primera ojeada al nuevo modelo anunciado por De la Vega indica que si bien el gobierno suprime la dotación directa, la ampliación del porcentaje que recibe a través del IRPF de los contribuyentes supone una importante cantidad.

 Poco a poco vamos hacia la autofinanciación, que es la mejor de las situaciones, siempre y cuando haya un número considerable de ciudadanos dispuestos a que parte de sus impuestos vayan a la iglesia católica.

La vicepresidenta ha afirmado que se trata de un acuerdo: Sí, efectivamente es así podríamos decir entonces que se trata de un acuerdo que lima muchas asperezas que se prolongan a lo largo de la historia, aparte de que sienta las bases de un nuevo clima en las relaciones entre Iglesia y Estado, siempre envenenadas durante los gobiernos socialistas. Aunque hay que reconocer que en su etapa de vicepresidente Alfonso Guerra consiguió que al menos hubiera respeto por parte de los cardenales y obispos a las decisiones que tomaba un gobierno laico y de izquierdas. Con sus más y sus menos, siempre centrados en la financiación y en la asignatura de Religión, pero no se puede comparar aquella situación, a pesar de las dificultades, con la que se vive actualmente con Rodríguez Zapatero.

Desde la Moncloa socialista siempre se ha puesto el acento en que todos los problemas con la Conferencia Episcopal se resumían a uno: su financiación. Sin embargo, lo que se percibe o se ha percibido hasta ahora es que, siendo importante la financiación, a la Iglesia le herían más las decisiones que iban contra la línea de flotación de la doctrina católica. En tiempos de González hubo un asunto especialmente incómodo, la legalización del aborto en tres supuestos, pero con Zapatero la incomodidad ha ido mucho más allá y ha alcanzado cotas nunca vistas hasta ahora, hasta el punto de que en el Vaticano no han hecho ningún esfuerzo por demostrar su malestar con el Gobierno español.

El matrimonio homosexual, la autorización para que los homosexuales puedan acceder a la adopción, y la aprobación de la investigación con células madre, han provocado ira, santa ira, en los despachos y pasillos vaticanos; el nombramiento de Francisco Vázquez, católico practicante y que se negó a dar su voto a ciertas leyes, ha estado directamente relacionado con el deseo del Gobierno de recuperar el clima perdido en las relaciones con el Vaticano, y en ese mismo contexto se pueden analizar las palabras de apoyo de Zapatero a Benedicto XVI esta misma semana, en plena polémica con el mundo musulmán. Ahora sabemos también que esas declaraciones del presidente coincidían con las negociaciones que estaban llevando gobierno e Iglesia.

Cuando Zapatero tiene abiertos tantos frentes, incluso en asuntos que consideraba bien encauzados, este acuerdo le da un respiro. Y a la Iglesia le permite mirar con un poco más de optimismo su futuro económico, aunque es evidente que el incremento en dos décimas de la contribución que recibe a través del irpf no soluciona sus problemas. Pero los apacigua.

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