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Los abusos del cura

El obispo de Girona mantiene al párroco de Sant Cebrià de Vallalta, condenado por besar en la boca a una niña, mientras salen a la luz más denuncias

Alfons Torrus, párroco de Sant Cebrià de Vallalta (Maresme), tiene una máxima que ha guiado sus pasos a lo largo de 78 años: "Para ir por la vida hay que tener 'seny' y un buen abogado". De ambas premisas, que él mismo confesó ayer a EL PERIÓDICO, seguro que cumple a rajatabla la segunda, visto el buen resultado del juicio que afrontó a primeros de este mes.

Acusado de un delito de abuso sexual, con una petición de condena de dos años de cárcel por parte del fiscal, un pacto de su letrado, Francesc Jufresa, con el ministerio público hizo posible que todo quedara reducido a una simple falta de vejaciones, por la que se le multó con 150 euros. En la sentencia se considera como "hechos probados" que el 17 de marzo del 2011, durante una clase de catequesis, dio cuatro besos a un niña de 8 años "y en algún momento pudo rozarle los labios".

Esta falta, conseguida gracias al reconocimiento de culpa, no es considerada por el obispo de Girona, Francesc Pardo, motivo suficiente para apartarlo de la parroquia. Pardo argumentó ayer, en un comunicado, que el proceso canónico que se abrió por el caso "tampoco ha probado la veracidad de la acusación de abusos", por lo que "no se adoptará ninguna medida más y se da por cerrado el asunto".

Alfons Torrus, el cura de Sant Cebrià, sale de su casa para oficiar la misa de las 8.30 horas, ayer. JOSEP GARCÍA

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