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Libro: Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra.

Entre las innumerables cuestiones propositivas que hace el autor yo destacaria cuatro: la democracia participativa como elemento cosustancial co un modelo público e inclusivo de enseñanza. Una verdadera coeducación, frente a la educación mixta y con elementos patriarcales que se ofrecen en la actualidad. Una educación infantil (0-6) no fraccionada, como hoy sucede y que es un descalabro para la trancendental primera infancia. Y la necesaria laicidad del sistema educativo, elemento clave para respetar los Derechos Humanos y de la Infancia: educar sin dogmas. Francisco Delgado Presidente de Europa Laica.


Fragmento del libro:

En primer lugar hay que dejar constancia que hoy día nadie puede proporcionarse la educación y enseñanza que las modernas sociedades desarrolladas exigen. Y tampoco se puede prescindir de la educación y enseñanza porque son bienes públicos e irrenunciables. No sólo constituyen un derecho de los ciudadanos, sino también un deber, porque no puede haber libertad para no educarse, como no lo hay para no alimentarse, ya que esa libertad perjudica a la sociedad.

      Como el individuo no puede existir sin la comunidad, todo problema educativo tiene íntimos nexos con la sociedad. La educación y la enseñanza, lo mismo que la alimentación y los cuidados sanitarios, son bienes que recibe el niño/a que no provienen y no deben provenir de la caridad, sino de un derecho a la vida. No nacen de la beneficencia, sino de obligaciones sociales ineludibles. De ahí que haya que desterrar el concepto de gratuidad que se atribuye a la escuela pública. Lo gratis hace relación de donativo y, al mismo tiempo, de escaso valor y aprecio, cuando, no nos engañemos, la educación y la enseñanza son bienes muy costosos, pero también tan necesarios como la salud y la alimentación. El hecho de que los centros escolares concertados sean más atractivos se debe, en parte, a ese razonamiento de que al no ser gratuitos del todo es como si hubiera más calidad y más derechos. Muchas familias, sin ir muy sobradas, prefieren pagar antes que enviar gratis a sus hijos/as a los centros públicos, aunque éstos tengan mejores instalaciones. Hay que desechar de la escuela pública, repetimos, el concepto de gratuita, no ya por las connotaciones peyorativas que tiene, sino porque es una falacia hablar de regalar cuando se tiene la obligación de proporcionar, porque, aunque la educación y enseñanza favorecen al individuo que las recibe, es la comunidad de la que forma parte la gran beneficiaria, por lo que a ella es a quien corresponde sufragar los gastos de la organización escolar.

      Repetimos, la única beneficiaria de la educación y preparación de las nuevas generaciones es la propia sociedad. No son los padres los que se lucran de las profesiones de sus hijos/as. El que haya buenos médicos, buenos ingenieros, buenos comerciantes, buenos industriales…, buenos ciudadanos, quien sale ganando es la sociedad misma al aprovecharse de sus trabajos y de sus iniciativas y, además, los necesita para ser moderna y desarrollada. De la misma manera es una rémora el que haya sectores de la población con mala o nula preparación.  Por tanto, a quien le compete establecer y financiar el sistema educativo es al organismo encargado de administrar y gobernar a la sociedad, el Estado, los Poderes públicos. No les corresponde ni a los padres, ni a las madres, ni a ninguna entidad privada, estructurar el sistema educativo, aunque, como es natural, les preocupe su buen funcionamiento.

      La educación es un servicio público básico, forma parte de la “cosa pública”, es decir competencia del Estado, ya que éste tiene por objeto primordial la organización del país para marchar por el camino del progreso en todos los órdenes. Los bienes privados son susceptibles de apropiación, por lo que concita rivalidad o competencia, mientras que los bienes públicos son aquéllos que nadie se los puede apropiar, porque están disponibles para todos, como, por ejemplo, el faro del puerto, que cada barco se beneficia de su luz, pero no hay ninguno que la monopolice. Pues bien, la educación y enseñanza son bienes públicos que, como la luz del faro, deben beneficiar a todos, pero que no tiene que haber nadie que los monopolice en su exclusivo beneficio. De ningún modo el Estado debe delegar su responsabilidad de gestionar la organización educativa en manos privadas, las cuales persiguen, por fuerza, el beneficio económico o el proselitismo, o las dos cosas a la vez. Tampoco el sistema educativo puede ser estrictamente asimilable a las empresas de mercado, por cuanto su finalidad es de utilidad social y no de ganancias para sus componentes.

      Las familias, que son las que más empeño ponen para que sus hijos/as se eduquen, son las menos favorecidas, ya que generalmente  los padres viven de sus jubilaciones y pensiones.  Ningún padre le da a su hijo/a una carrera de médico, ingeniero, policía, jurista, investigador… pensando en su exclusivo beneficio. El decir que la educación es una palanca de promoción social deja al descubierto el pensamiento de los mediocres, al creer que habrá más competencia en los puestos de trabajo. No cabe duda que el recibir una buena educación es sinónimo de promoción social, pero quien más gana es la propia sociedad con los beneficios de su trabajo, que de no haber sido así no se hubieran producido esos beneficios.

      De la misma manera que ningún Estado, ni el más neoliberal, deja la Defensa en manos de la iniciativa privada, la Sanidad y la Educación también han de estar gestionados por los Poderes públicos, porque si aquélla defiende la integridad de la sociedad, la Sanidad se preocupa por tener a los ciudadanos/as sanos y útiles para que sean más rentables y la Educación por desarrollar lo más posible las capacidades de las nuevas generaciones. No es ningún pensamiento heterodoxo que el Estado se responsabilice de la Sanidad y de la Educación, de la misma manera que se hizo cargo de las mesnadas que tenían los señores feudales en la Edad Media, surgiendo de esta forma el concepto de Estado. Cuando se dice que está en crisis el Estado de bienestar lo que está en crisis es el mismo Estado. Es volver a la ley de la selva, que cada cual se salve como pueda, como en la Edad Media que cada señor feudal miraba por sus intereses y hacía la guerra por su cuenta sin importarle el interés general.


Título: Por una escuela pública de calidad. Bases para una educación íntegra.

Autor: Pedro Cuesta Escudero

ISBN 978-84-606-9688-1

Editorial Pedro Cuesta (Autoedición)

Páginas:  320

Formato:  14×21

Encuad.  Rústica cosido

Precio: 15 euros

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